lunes, 13 de mayo de 2024

LA CASA DE LOS ESPÍRITUS

 

«LA CASA DE LOS ESPÍRITUS»
Isabel Allende (
1982)


 «(...) las mujeres son muy brutas. Son hijas del rigor. Necesitan a un hombre para sentirse seguras y no se dan cuenta que lo único que hay que temer es a los mismos hombres»


LA CASA DEL ÉXITO

LA CASA DE LOS ESPÍRITUS es la primera y, sin duda, una de las mejores novelas de Isabel Allende, sin desmerecer a otras grandes novelas de su ya dilatada obra, como La ciudad de las bestias (2002), Largo pétalo de mar (2019) o Violeta (2022), entre otras. Desde luego fue la que la introdujo en la élite del panorama literario internacional: la venta total de sus libros alcanza setenta y tres millones de ejemplares y sus obras han sido traducidas a cuarenta y dos idiomas, siendo considerada, en la actualidad, la escritora viva más leída del mundo de la lengua española.

Hija del diplomático Tomás Allende Pesce (primo hermano de Salvador Allende, presidente de Chile entre 1970-1973), nació en Lima (1942) mientras su padre ejercía como secretario de la embajada de Chile en Perú y es la mayor de los tres hijos del matrimonio. Pese a haber nacido en Lima, se siente chilena y, de hecho, posee tal nacionalidad, además de la norteamericana obtenida tras el matrimonio (1988-2015) con su segundo marido, el abogado Willie Gordon (del que se divorció en 2015, y que fallecería en 2019). Antes había estado casada (1962-1987) con el diplomático chileno Ramón Huidobro Domínguez, de quien también se divorciaría tras veinticinco años de matrimonio.

La ausencia del padre en su vida real y la decisiva influencia de su madre, Francisca Llona Barros, la determinó a la hora de escribir esta novela, que se convirtió en uno de los mayores éxitos editoriales en lengua española de los años ochenta, prolongado en los noventa gracias a la película del mismo título (1993), dirigida por el director danés Bille August. Éxito que, mitigado, sigue prolongándose hasta la actualidad.

EL ETERNO FEMENINO

La novela, decididamente autobiográfica, despliega a lo largo de sus trescientas ochenta páginas la saga de la familia Trueba (chilena, aunque se evita citar explícitamente el nombre de Chile), durante cuatro generaciones (desde los años veinte hasta el golpe militar de Augusto Pinochet en 1973), reflejando los problemas sociales y políticos del país a través de la historia familiar.

La obra escapa de los estrechos límites de la narración costumbrista o realista para enriquecer la realidad con hechos de carácter mágico (relacionados, sobre todo, con el personaje de la madre). Lo cual responde plenamente a las intenciones básicas de la autora de presentar un universo donde las mujeres, generación tras generación, edifican un mundo protector para sí mismas, constantemente acechado por la prepotencia y el poder destructor de los hombres: Nivea, Clara, Blanca y Alba, cuatro nombres deslumbrantes de mujer, iluminan ese universo femenino en el que se desarrolla el drama de pasiones, magia, crueldad, amor y venganza.

Se la encuadró en su momento en el realismo mágico, llegando a compararla con Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Hoy, sin rebatirlo abiertamente, se matiza tal encuadramiento insistiendo en la incidencia en temas como el amor y la muerte, ligados a la presencia de los fantasmas.

PODER MASCULINO / SABIDURÍA FEMENINA

El hacendado Esteban Trueba, fundador de la dinastía, encarna las actitudes presuntamente masculinas. A ello responde su denuedo por enriquecerse para obtener la mano de la hermosa y rica Rosa del Valle. Llegando a creerse que se ha hecho enteramente a sí mismo y que no le debe nada a nadie, cuando quiere algo lo coge. No se entrega al amor, sino que lo toma: así, viola a Pancha, una campesina que dará a luz a un hijo ilegítimo, Esteban, que llevará las directrices de su padre natural hasta las últimas consecuencias.

Rosa del Valle muere envenenada accidentalmente, tal y como había presagiado su hermana, la pequeña Clara, una niña vidente, con poderes telequinéticos y en contacto con los espíritus, que años después se convertirá en esposa de Esteban. Pasa más de diez años sin hablar, justamente desde la muerte de su hermana, pero el día en que Esteban se presenta en su casa para pedirla, vuelve a hablar. Se casan, pero a Esteban, como a la mayoría de los hombres, no le gusta tener cerca a personas más inteligentes que él. Su carácter despótico, cruel, iracundo, lujurioso y egoísta llevará a Clara a volcar todo su afecto hacia su hija, la independiente Blanca; hacia su cuñada, Férula, hermana de Esteban; y, sobre todo, hacia su cuaderno de "anotar la vida", en el que refleja su personalidad y todo cuanto la impresiona.

Como suele ocurrir, el destino interviene en contra del propio Trueba: su hija, Blanca, se enamorará de Pedro Tercero, un jornalero izquierdista de la estancia paterna, "Las Tres Marías", que también busca el poder (y a su manera lo encuentra); y su hijo, Jaime, se hará médico y seguirá justo el camino inverso a su padre, ayudando a los demás.

El nacimiento de Alba, la nieta idealista y rebelde, así como los turbulentos acontecimientos políticos encauzan el drama que desemboca en un final sorprendente que abre el camino de la reconciliación.

EL ESTILO ALLENDE

Basta lo señalado (que, dado que sólo constituye un mínimo adelanto de la dilatada y ramificada trama, no me he reprimido en presentar) para proporcionar una rudimentaria idea del rico y variado argumento de la novela. No obstante, el estilo y la estrategia narrativa de la novela conforman magistralmente la trama.

La esencia de su estructura reside en el equilibrio entre objetividad y subjetividad, mediante la combinación de pasajes narrados en tercera persona con evocaciones privadas de determinados personajes. Se caracteriza, asimismo, por presentar una gran variedad de personajes secundarios, más o menos episódicos, muy bien definidos, que dotan de consistencia al relato, enriqueciéndolo. Rasgo que la película simplifica (como no podía ser de otra manera: otra característica diferencial entre cine y literatura, que juega siempre a favor de ésta), hasta el punto de suprimirlos casi todos: llega incluso a reducir algunos de los principales en uno solo. Caso de Blanca-Alma y de Pedro-Miguel, que en la pantalla se resumen en los personajes únicos de Blanca y Pedro. Esos secundarios, aparte de enriquecer la trama, suponen incluso guiños de reconocimiento para el lector: caso, por ejemplo, del personaje del Poeta, retrato inequívoco de Pablo Neruda.

Finalmente, no se puede dejar de citar el talento narrativo de la autora, quien tiene esa inefable virtud de escribir como si hablase. Siempre he imaginado a Isabel Allende como una excelente y entrañable narradora oral (una especie de abuela) capaz de tenerte pendiente de sus palabras durante todo el tiempo del mundo.

Por eso, entre otras cosas, no he dejado de leer sus novelas (como tantos millones de personas) y animo a quien aun no haya leído ésta a que lo haga, con el convencimiento de no le defraudará esta obra profunda y conmovedora, que despliega todas las grandes pasiones humanas (desaliento, ternura, ambición, odio…), las recurrentes cuestiones sociales (las libertades y la dictadura, el ocaso y  la preminencia, la agitación política…), la entramada relación entre pasado y presente (la importancia de las herencias, más allá de lo material; el influjo de los antecedentes…), la relación entre los sexos (la sororidad, el patriarcado, la aceptación de la diferencia…). En fin, todo está en esta novela que tiene de todo.

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