«EL JUEGO DE ENDER»
Orson Scott Card (1985)
«Lo único que tenía que hacer era observar el juego y entender cómo funcionaba todo, y luego podría usar el sistema, e incluso sobresalir»
ÉXITO
EN LA CIENCIA FICCIÓN
EL JUEGO DE ENDER supuso el espectacular descubrimiento de uno de los autores más
destacados de ese género (hoy en cierta decadencia, pero que tan de moda estuvo en los años
setenta y ochenta del pasado siglo) denominado ciencia ficción: Orson Scott Card (Salt Lake City,
Utah, 1951). Interesado por la ficción científica, centrada sobre todo en la biología, se decantó pronto por la narración de ciencia ficción,
aunque no sería hasta 1977, a instancias de Ben Bova (editor de la
mítica revista «Analog»), que decide dedicarse por entero a la
escritura, publicando cuentos en la revista «Omni». Desde
entonces su carrera literaria no ha dejado de progresar. En 1979 publica su
primera novela (Hot Sleep), así como Un planeta llamado Traición, con la que se convertirá en finalista de los Premios Hugo y Nebula. En 1980, llega la excelente Sangmaster… pero la
consagración definitiva la consigue con la Saga de Ender, iniciada en 1977 con el relato El juego de Ender,
semilla de la obra que nos ocupa, puesto que lo convertiría en novela y ganaría con ella los codiciados Premios Nebula (1985)
y Hugo (1986), que volvería a obtener con su continuación, La voz de los muertos: Nebula 1986 y Hugo 1987, además del Locus en 1987. De hecho, El juego de Ender fue el
primero de los cinco libros que componen la Saga de Ender.
En 1991,
Card revisó el libro, realizando pequeños cambios para reflejar el clima
político de la época, incluyendo la caída de la Unión Soviética. En el mundo posterior de Ender en el exilio (capítulo cinco), el autor indica que muchos de los
detalles de El juego de Ender han
sido modificados para usarlos en las posteriores novelas e historias cortas.
Para ajustarse al nuevo material, ha reescrito el capítulo quince, y planea
ofrecer una edición revisada del libro en un futuro cercano.
Posteriormente, en 1999,
el propio autor comenzó una serie de novelas paralela a la acción descrita en ella,
la Saga de las Sombras, compuesta también de cinco libros.
LA ORIGINALIDAD DEL
CLICHÉ
El tema argumental de
esta primera entrega de la saga de Ender Wiggins retoma un cliché típico (y hasta tópico) de la narrativa de
la ciencia ficción: la
formación militar de un cadete espacial. Sin embargo, lo aborda evitando
hacerlo de forma superficial, pues su tratamiento es radicalmente distinto: no
en vano el estilo de Card se caracteriza por un tono intimista y poético, así como por su
marcada predisposición hacia la vertiente emocional y moral en sus historias. Así, este clásico tema de la
ciencia ficción se aleja, en sus manos, de los tratamientos al uso
desarrollados por autores como Robert A. Heinlein en Tropas del espacio, Harry Harrison
en Bill, héroe galáctico o John Scalci con
La vieja guardia. Partiendo de una situación
clásica del género, un mundo en el que la superpoblación es un problema (el límite máximo está en dos
hijos por familia) se desarrolla una trama realmente
original y subyugante.
En el hogar de los Wiggins nace un tercero: estigma difícil de
sobrellevar, tanto para los padres, como para ese último hijo. No se trata de
un descuido, ni de una transgresión de la ley; no sólo se ha permitido su
nacimiento, sino que se ha estimulado. La amenaza latente de una posible
invasión de los insectores (alienígenas con los
que los hombres han librado ya dos grandes guerras, la última de las cuales han
ganado de milagro) ha desencadenado en la Tierra una carrera contra reloj en
busca del mejor jefe posible para la flota espacial. Para ello, se sigue y
forma a los hijos de familias de todo el mundo que, en función de la herencia
genética, se supone pueden llegar a serlo. La familia Wiggins será una de
ellas: sus dos primeros hijos, Peter y
Valentine,
pese a su brillantez, no son los apropiados pues existe en su personalidad un
cierto desequilibrio, sin el cual serían ideales. Por eso se fuerza un
tercer intento que combine lo mejor de sus personalidades y no contenga sus
desequilibrios. El nuevo intento será Andrew, conocido como Ender. Se nos presenta como un niño de tres años y seguiremos con él su duro y exigente
aprendizaje hasta los
dieciséis,
para llegar a un final insólito y emotivo que invita a reflexionar sobre la educación,
el desarrollo vital y la propia personalidad.
EPISODIOS DESTACABLES
Obra intensa y de fácil lectura, pues no es una novela
de ciencia ficción al uso, llena de palabrejas, galimatías tecnológicos y
enrevesadas tramas. Se inscribe en el género por decisión del autor, pero lo
sobrepasa desde el momento en que finalizamos el primer capítulo.
Como toda novela
interesante, constituye una obra única y peculiar. Sobran los momentos destacables, pero me resisto a
dejar de mencionar tres especialmente sobresalientes.
Uno es el relacionado con el juego de consola conocido
como la bebida del gigante, pasaje que constituye
un auténtico derroche de imaginación y suspense.
Otro momento no menos
relevante lo constituye el enfrentamiento
entre Ender y Bonzo Madrid (el cadete de origen español, demasiado orgulloso
para permitir que haya nadie mejor que él, «un caso grave de honor español.
No puede permitirse ninguna debilidad») que terminará de modo trágico y
sorprendente.
Aunque no tanto como el
tercer episodio a destacar, que no es otro que el desenlace final, en donde se establecen los vínculos entre juego y realidad,
espléndida metáfora de la
vida y de nuestro propio aprendizaje vital: tanto el lector como el protagonista descubrimos
al mismo tiempo el alcance del juego y la auténtica dimensión de toda la obra
que, con ese final, da un vuelco totalmente inesperado que la convierte en una
auténtica joya en su género y que, quizá, nos lleve a opinar como el propio
Ender que «algunas veces las mentiras eran más de fiar que las verdades».
EFECTOS
COLATERALES
En
un mercado productivo como el nuestro cualquier producto con éxito tiende a ser
explotado en toda la diversidad de canales posibles: el ejemplo
paradigmático es el Universo Marvel y
sus diversos y lucrativos productos.
Pues
bien, esta novela desde el inicio de su meteórico éxito se vio catapultada a
otros ámbitos narrativos susceptibles de ser explotados. Así, tras un largo
periplo, el proyecto para una película basada en la novela original (con Wolfgang Petersen, primero, y Ridley Scott,
después, como posibles directores), con guion del propio Orson Scott Card, finalmente se llevó a cabo a mediados de 2012 (con casi 20 años de
dilación), dirigida por Gavin Hood y con actores de la categoría de
Harrison Ford y Ben Kingsley: el primero, en el papel de el
cínico coronel Hyrum Graff director de la Escuela de Batalla (una estación
espacial usada como complejo militar de entrenamiento para los niños); y Kingsley en el papel
de uno
de los personajes más intrigantes de la novela, Mazer
Rackham, quien, al destruir la flota insectora en la Segunda
Invasión, se convirtió en una leyenda de la Flota Internacional (organización
militar ocupada del adiestramiento de cadetes espaciales y de la protección del
planeta Tierra). Quizá tal importante dilación se debiera
al hecho de que, al tratarse de una obra "imposible de filmar" («porque
todo lo que ocurre, sucede en la cabeza de Ender»), Orson Scott Card se negaba a firmar una película a menos
que pudiera garantizar que fuese "fiel a la historia". De hecho, de la
película, estrenada en noviembre de 2013, dijo que era «lo mejor que podría dar a la gente con una historia».
El propio autor retomaría la historia de El juego de Ender en una novela paralela, La sombra de Ender, donde se
desarrollan los mismos acontecimientos, pero desde el punto de vista de otro
personaje, el pequeño Bean. Libro al
que han seguido una serie de novelas que constituyen la menionada Saga de las sombras, donde desarrolla la vida
de Bean, Petra y otros graduados de la Escuela de Batalla.
Por otra
parte, la editorial Marvel Comics y Orson Scott Card anunciaron en 2008, la
edición de una adaptación en formato de serie limitada de El juego de Ender
como el primero de una serie de cómics
de todas las novelas de la Saga de Ender (lo que suponía, según Card,
el primer paso para trasladar la novela a los medios visuales).
No tuvo
igual fortuna, el proyecto de videojuego
titulado El juego de Ender: Sala de Batalla,
pues cuando estaba siendo desarrollado en diciembre
de 2010, se anunció que se había detenido el proyecto y se dejaba suspendido por tiempo indefinido.
Sea como fuere, estas producciones sólo reafirman la potencia de la obra original que ya constituye un hito en el género de la ciencia ficción y, por supuesto, en el de la narrativa en sentido amplio y de la reflexión sobre la educación a través del juego.

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