miércoles, 15 de mayo de 2024

EL JUEGO DE ENDER

 

«EL JUEGO DE ENDER»
Orson Scott Card
(1985)


«Lo único que tenía que hacer era observar el juego y entender cómo funcionaba todo, y luego podría usar el sistema, e incluso sobresalir»


ÉXITO EN LA CIENCIA FICCIÓN

EL JUEGO DE ENDER supuso el espectacular descubrimiento de uno de los autores más destacados de ese género (hoy en cierta decadencia, pero que tan de moda estuvo en los años setenta y ochenta del pasado siglo) denominado ciencia ficción: Orson Scott Card (Salt Lake City, Utah, 1951). Interesado por la ficción científica, centrada sobre todo en la biología, se decantó pronto por la narración de ciencia ficción, aunque no sería hasta 1977, a instancias de Ben Bova (editor de la mítica revista «Analog»), que decide dedicarse por entero a la escritura, publicando cuentos en la revista «Omni». Desde entonces su carrera literaria no ha dejado de progresar. En 1979 publica su primera novela (Hot Sleep), así como Un planeta llamado Traición, con la que se convertirá en finalista de los Premios Hugo y Nebula. En 1980, llega la excelente Sangmaster pero la consagración definitiva la consigue con la Saga de Ender, iniciada en 1977 con el relato El juego de Ender, semilla de la obra que nos ocupa, puesto que lo convertiría en novela y ganaría con ella los codiciados Premios Nebula (1985) y Hugo (1986), que volvería a obtener con su continuación, La voz de los muertos: Nebula 1986 y Hugo 1987, además del Locus en 1987. De hecho, El juego de Ender fue el primero de los cinco libros que componen la Saga de Ender.

En 1991, Card revisó el libro, realizando pequeños cambios para reflejar el clima político de la época, incluyendo la caída de la Unión Soviética. En el mundo posterior de Ender en el exilio (capítulo cinco), el autor indica que muchos de los detalles de El juego de Ender han sido modificados para usarlos en las posteriores novelas e historias cortas. Para ajustarse al nuevo material, ha reescrito el capítulo quince, y planea ofrecer una edición revisada del libro en un futuro cercano.

Posteriormente, en 1999, el propio autor comenzó una serie de novelas paralela a la acción descrita en ella, la Saga de las Sombras, compuesta también de cinco libros.

LA ORIGINALIDAD DEL CLICHÉ

El tema argumental de esta primera entrega de la saga de Ender Wiggins retoma un cliché típico (y hasta tópico) de la narrativa de la ciencia ficción: la formación militar de un cadete espacial. Sin embargo, lo aborda evitando hacerlo de forma superficial, pues su tratamiento es radicalmente distinto: no en vano el estilo de Card se caracteriza por un tono intimista y poético, así como por su marcada predisposición hacia la vertiente emocional y moral en sus historias. Así, este clásico tema de la ciencia ficción se aleja, en sus manos, de los tratamientos al uso desarrollados por autores como Robert A. Heinlein en Tropas del espacio, Harry Harrison en Bill, héroe galáctico o John Scalci con La vieja guardia. Partiendo de una situación clásica del género, un mundo en el que la superpoblación es un problema (el límite máximo está en dos hijos por familia) se desarrolla una trama realmente original y subyugante.

En el hogar de los Wiggins nace un tercero: estigma difícil de sobrellevar, tanto para los padres, como para ese último hijo. No se trata de un descuido, ni de una transgresión de la ley; no sólo se ha permitido su nacimiento, sino que se ha estimulado. La amenaza latente de una posible invasión de los insectores (alienígenas con los que los hombres han librado ya dos grandes guerras, la última de las cuales han ganado de milagro) ha desencadenado en la Tierra una carrera contra reloj en busca del mejor jefe posible para la flota espacial. Para ello, se sigue y forma a los hijos de familias de todo el mundo que, en función de la herencia genética, se supone pueden llegar a serlo. La familia Wiggins será una de ellas: sus dos primeros hijos, Peter y Valentine, pese a su brillantez, no son los apropiados pues existe en su personalidad un cierto desequilibrio, sin el cual serían ideales. Por eso se fuerza un tercer intento que combine lo mejor de sus personalidades y no contenga sus desequilibrios. El nuevo intento será Andrew, conocido como Ender. Se nos presenta como un niño de tres años y seguiremos con él su duro y exigente aprendizaje hasta los dieciséis, para llegar a un final insólito y emotivo que invita a reflexionar sobre la educación, el desarrollo vital y la propia personalidad.

EPISODIOS DESTACABLES

Obra intensa y de fácil lectura, pues no es una novela de ciencia ficción al uso, llena de palabrejas, galimatías tecnológicos y enrevesadas tramas. Se inscribe en el género por decisión del autor, pero lo sobrepasa desde el momento en que finalizamos el primer capítulo.

Como toda novela interesante, constituye una obra única y peculiar. Sobran los momentos destacables, pero me resisto a dejar de mencionar tres especialmente sobresalientes.

Uno es el relacionado con el juego de consola conocido como la bebida del gigante, pasaje que constituye un auténtico derroche de imaginación y suspense.

Otro momento no menos relevante lo constituye el enfrentamiento entre Ender y Bonzo Madrid (el cadete de origen español, demasiado orgulloso para permitir que haya nadie mejor que él, «un caso grave de honor español. No puede permitirse ninguna debilidad») que terminará de modo trágico y sorprendente.

Aunque no tanto como el tercer episodio a destacar, que no es otro que el desenlace final, en donde se establecen los vínculos entre juego y realidad, espléndida metáfora de la vida y de nuestro propio aprendizaje vital: tanto el lector como el protagonista descubrimos al mismo tiempo el alcance del juego y la auténtica dimensión de toda la obra que, con ese final, da un vuelco totalmente inesperado que la convierte en una auténtica joya en su género y que, quizá, nos lleve a opinar como el propio Ender que «algunas veces las mentiras eran más de fiar que las verdades».

EFECTOS COLATERALES

En un mercado productivo como el nuestro cualquier producto con éxito tiende a ser explotado en toda la diversidad de canales posibles: el ejemplo paradigmático es el Universo Marvel y sus diversos y lucrativos productos.

Pues bien, esta novela desde el inicio de su meteórico éxito se vio catapultada a otros ámbitos narrativos susceptibles de ser explotados. Así, tras un largo periplo, el proyecto para una película basada en la novela original (con Wolfgang Petersen, primero, y Ridley Scott, después, como posibles directores), con guion del propio Orson Scott Card, finalmente se llevó a cabo a mediados de 2012 (con casi 20 años de dilación), dirigida por Gavin Hood y con actores de la categoría de Harrison Ford y Ben Kingsley: el primero, en el papel de el cínico coronel Hyrum Graff director de la Escuela de Batalla (una estación espacial usada como complejo militar de entrenamiento para los niños); y Kingsley en el papel de uno de los personajes más intrigantes de la novela, Mazer Rackham, quien, al destruir la flota insectora en la Segunda Invasión, se convirtió en una leyenda de la Flota Internacional (organización militar ocupada del adiestramiento de cadetes espaciales y de la protección del planeta Tierra). Quizá tal importante dilación se debiera al hecho de que, al tratarse de una obra "imposible de filmar" («porque todo lo que ocurre, sucede en la cabeza de Ender»), Orson Scott Card se negaba a firmar una película a menos que pudiera garantizar que fuese "fiel a la historia". De hecho, de la película, estrenada en noviembre de 2013, dijo que era «lo mejor que podría dar a la gente con una historia».

El propio autor retomaría la historia de El juego de Ender en una novela paralela, La sombra de Ender, donde se desarrollan los mismos acontecimientos, pero desde el punto de vista de otro personaje, el pequeño Bean. Libro al que han seguido una serie de novelas que constituyen la menionada Saga de las sombras, donde desarrolla la vida de Bean, Petra y otros graduados de la Escuela de Batalla.

Por otra parte, la editorial Marvel Comics y Orson Scott Card anunciaron en 2008, la edición de una adaptación en formato de serie limitada de El juego de Ender como el primero de una serie de cómics de todas las novelas de la Saga de Ender (lo que suponía, según Card, el primer paso para trasladar la novela a los medios visuales).

No tuvo igual fortuna, el proyecto de videojuego titulado El juego de Ender: Sala de Batalla, pues cuando estaba siendo desarrollado en diciembre de 2010, se anunció que se había detenido el proyecto y se dejaba suspendido por tiempo indefinido.

Sea como fuere, estas producciones sólo reafirman la potencia de la obra original que ya constituye un hito en el género de la ciencia ficción y, por supuesto, en el de la narrativa en sentido amplio y de la reflexión sobre la educación a través del juego.

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