«TODO LO QUE NO TE PUDE
DECIR»
Cristina Peri Rossi (2017)
«El amor entre dos es un pacto donde verdad y mentira juegan a las cartas, un pacto de complicidad que se rompe cuando uno de los dos solo aspira a la verdad, a la claridad».
LA GUERRA DE LOS SEXOS (No se enseña a querer bien)
La novela comienza
cuando Elisa y Bubú, un par de
chimpancés, escapan del zoológico y el comisario Fonseca trata de evitar que cunda la alarma en la ciudad
con la ayuda de Suárez, un experto
del zoo. Las situaciones divertidas y
los diálogos jocosos constituyen un comienzo pintoresco propio de una comedia
de enredo. Sin embargo, todo cambia cuando el foco narrativo se centra
en la introspección de los personajes y la novela se abre a secuencias de una
patente carga erótica y a una serie
de reflexiones y análisis sobre la conducta humana y
animal, y sobre las diferencias entre los
sexos.
En la novela se articulan dos historias (la masculina
y la femenina) que, aun compartiendo temática (el secreto que se oculta en la vida de
cualquier persona, en general; y en el alma de todo amante, en particular),
podrían ser independientes, pues nunca llegan a estar perfectamente cohesionadas.
La historia
masculina es, pues,
una historia de amor con todos los
componentes posibles, incluyendo la inevitable oposición del mundo exterior a
la consumación de la elección pasional. La novela comienza, como se ha dicho, con
la huida del zoológico de la citada pareja de chimpancés. Seguidamente se
relata la historia de Suárez, su cuidador,
con Lucila, una chimpancé adolescente,
paralela a la mantenida con su novia enfermera, Claudia.
A continuación, se desarrolla la del comisario Fonseca
(que investigó la inesperada escapada de Bubú y
Elisa) con Silvia, una
prostituta uruguaya, con quien busca un futuro sentimental, más allá del sexo. Poco a poco, la voz narrativa se va tornando existencialista y se
acerca a la vida y la psicología de los protagonistas para descubrir lo que los convierte en salvajes: relaciones zoofílicas;
parejas que tratan de huir de la muerte (presente en su oficio) mediante el
sexo; personajes que creen enamorarse mientras otros se limitan a una relación
sexual mercenaria, etcétera. Filias y fobias se
entrelazan y constituyen el único faro de la vida de Fonseca
y Suárez, dos hombres perdidos.
La segunda parte de la historia, la
femenina, retoma el personaje de Silvia, la prostituta que rechaza a Fonseca,
para narrar su relación lésbica con Laura, una directora teatral que dirige "La muerte y la doncella", de Ariel Dorfman
(adaptada al cine por Roman Polanski), y que articula la trama de la
novela, reflejándose de diversas maneras en los secretos que ocultan los
personajes.
Finalmente, se recupera nuevamente a Fonseca,
que encuentra el amor en Flor, una
joven dominicana; y, en el capítulo que clausura la novela, se nos muestra la
estéril indagación de Mauricio, el
personaje más indigno (no por ello menos humano) para reencontrar un amor y un
deseo corrompidos (por la venganza, el despecho y la pérdida).
En suma, se nos
presenta una estructura narrativa articulada
en varias historias de
amor asimétricas; varias búsquedas que se van encadenando, aunque no siempre con igual acierto.
EN EL PRINCIPIO, FUE EL PRIMATE
Cristina Peri Rossi
(Montevideo,
Uruguay, 1941) retorna a la novela dieciocho
años después de publicar El
amor es una droga dura (1999), para desplegar un universo
violento a la par que tierno. Al parecer, el comienzo de la novela
deriva de la profunda impresión originada por determinadas
imágenes, inspiración particular que la
autora ya mostró en otras obras: en La nave de los locos, respecto a un tapiz medieval sobre
la Creación (expuesto en la Catedral de Gerona); y en El amor es una droga dura, respecto a El origen del mundo de Courbet (obra que
también aparece aquí). En este caso, se trata de la
obra fotográfica de la madrileña Isabel Muñoz (Madrid, 1951),
quien ha retratado a chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes, consiguiendo
reflejar un hálito emocional que ha encontrado eco en la escritora, incitándola
a escribir un par de historias donde primates y hombres se relacionan entre sí.
No obstante,
hay que reconocer que el inicio de la novela actúa como un señuelo del que se sirve la autora para
internarnos en una novela comprometida, seca y a ratos inquietante. Tal arranque carece de continuidad y los personajes
iniciales sólo funcionan como figurantes del primer capítulo, salvo Suárez y
Fonseca que servirán de forzado hilo de una trama fragmentada. De hecho, la hilazón argumental viene propiciada por los personajes:
ofrecidos como protagonistas en un capítulo,
pasan a ser secundarios en los siguientes y
viceversa. Así el foco va alternando,
las variantes
se van sucediendo en cada uno de sus nueve capítulos
(casi cuentos semiautónomos): remedo de las combinaciones de la pasión, que son
múltiples.
Los débiles nexos entre los personajes dotan de una sucinta unidad a una narración,
viciada por un ingenuo
vanguardismo que propicia algunos deslices: por ejemplo, el innecesario
recorrido histórico (más propio de un artículo de la Wikipedia, que de una
necesaria secuencia narrativa) por el mito de Proserpina (desde Platón
hasta Ariel Dorfman y Polanski); la caracterización (sin duda arquetípica) de los personajes de Silvia y Claudia, dotadas de una sobrecargada sensibilidad,
una cultura por encima de la media propia de sus caracterización, y, además, unos
rasgos físicos (tal como se las describe) que responden totalmente al patrón de
belleza imperante.
AL FINAL, TODO ES CUESTIÓN DE ESTILO
El de Peri Rossi, influenciado por
la poesía, resulta tan ágil y atrayente
como siempre (sobre todo en las dos historias iniciales, las de los primates) y
muy fácil de leer. La novela se desarrolla
mediante párrafos más narrativos (con un alto componente visual,
casi cinematográfico) combinados con pasajes de evidente tendencia
lírica. A
veces su escritura se acerca al expresionismo, incluso a lo grotesco, debido al realce y distorsión de
rasgos, así como a una cierta tendencia a la
hipérbole en la determinación de personajes y situaciones.
Llama,
asimismo la atención, el sesgo feminista no
disimulado (casi militante) que,
curiosamente, se articula sobre todo a través de personajes
masculinos (Fonseca y Suarez) así como la idealización del amor entre mujeres
(relación Silvia-Laura):
(…). «Luego se ufanará con los amigos»,
pensó Suárez socarronamente. Los machos del mundo animal eran tan fatuos y
vanidosos como los humanos (p. 32)
(…) «Somos unos torpes, hasta que una
mujer madura nos enseña a hacerlo. Por eso siempre estamos con mujeres de
nuestra edad o menores, para creer que somos superiores. Pero no. Somos torpes,
egoístas, carecemos de sensibilidad, dependemos demasiado de nuestras hormonas» (p. 41)
(…) «Las mujeres lo sabemos
espontáneamente. Porque somos diferentes. Porque tenemos el sexo repartido por
todo el cuerpo». (p. 43)
Aunque una frase de Claudia no excluya la posibilidad de que esta
unión suceda entre personas de diferente sexo: Basta ya de machos raros,
solitarios, incapaces de amar. Aunque hubiese uno solo capaz de amar a una
mujer, ese sería el que elegiría mi corazón. (p. 99)
Así mismo se evidencia un innecesario intelectualismo (sobre todo en la segunda parte, con
esa reiterada referencia o exposición de tramas de
obras ajenas, motivada por una inconveniente manía culturalista), casi siempre injustificable,
que desentona con la sequedad y profundidad de los temas tratados, pues no
aportan nada a su tratamiento.
Pese a
las reservas formales antedichas, la novela contiene un interesante
núcleo temático: ese
espacio secreto que tenemos todos los humanos
y que tan bien refleja el título
del libro. Y como, además, tan relevante indagación
psicológica está contada con amenidad y ofrece no pocos momentos de intensa emotividad, parece
recomendable dedicarle unas horas a su lectura.

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