«EL MÉDICO»
Noah Gordon (1986)
«-Pese
a todo lo que puede hacer un médico, maestro, ¿por qué se es una hoja al viento
y el auténtico poder está en manos de Alá?»
EL SECRETO DEL ÉXITO
EL
MÉDICO (1986) del estadounidense Noah Gordon (Worcester, 1926 -
Dedham, 2021) es
una de esas obras que, sin ayuda del cine (aunque posteriormente, en 2013, se
llevase a la pantalla con un más que discreto éxito) y sin el tirón del nombre
del autor (desconocido en España, al menos a nivel popular, en el momento de su
publicación), rompió todos los pronósticos de venta. El hecho de que su
publicación en los Estados Unidos constituyese un fenómeno editorial algo debió
ayudar, aunque en su momento el Grupo Z no realizó aquí un lanzamiento
espectacular, ni mucho menos. Fue, sin duda, la transmisión "boca a oreja"
entre lectores (uno de los más potentes
medios de difusión de la lectura) el que despertó aquel enorme interés, que
todavía sigue teniendo el libro: continúa en los expositores de las mejores
librerías, aparece en los listados actuales de novela histórica y suele ser
recomendación infalible de los, cada vez más escasos, libreros competentes
cuando un cliente busca una lectura amena, larga e interesante.
No obstante, en ella convergen una
serie de circunstancias que, de algún
modo, propiciaron su éxito: al menos tres son determinantes. La medicina como
referente literario, directo o indirecto, siempre ha gozado de muy buena
salud editorial: no en vano encarna la lucha del hombre contra la muerte. El doctor
Zhivago de Boris Pasternak y En coma de Robin Cook
constituyen dos ejemplos representativos: el primero de la excelencia
literaria, el otro de los éxitos literarios (o superventas). Pero, además aquí,
tal temática se sitúa en un momento histórico que determina su desarrollo: el mundo medieval. Otro referente con evidente
atractivo: Los
pilares de la tierra de Ken Follet o El peregrino de Jesús Torbado
son buenas muestras de ello. Y todo ello desarrollado mediante un tercer
ingrediente literario altamente sugestivo, el
viaje: interior, hacia la
madurez, y, exterior, hacia el Oriente; lo
que añade la confrontación religiosa de las tres culturas más pujantes en aquel entonces: cristiana,
islámica y judaica.
UN HOMBRE HECHO A SÍ MISMO
La novela nos presenta al
protagonista, Rob
J. Cole, el mayor de los cinco hijos de un oficial del gremio de
Carpinteros de Londres, en el año 1021, con
nueve años y a punto de quedar huérfano. A partir de ahí asistimos, de forma absolutamente lineal
(presentando los hechos a medida que ocurren sin saltos en el tiempo), a
través de más de seiscientas páginas (divididas en ochenta y un capítulos, que
se agrupan en siete partes), a su formación humana
y profesional hasta dejarlo en Escocia
convertido en médico y hombre (ser humano maduro), rodeado de familiares,
amigos y pacientes.
Esa es la primera
característica que destaca en esta novela: el
perfil del protagonista. No hay que dejarse despistar por el hecho
de que la obra se concrete en un huérfano inglés, pues, siendo la creación de
un autor estadounidense, encarna la profunda raíz
del ser americano, de la obsesión por un
ideal como logro final de un camino individual iniciado desde la nada: el eterno sueño americano. Su historia
primordialmente es la exaltación de un hombre-hecho-a-sí-mismo
(self made man) que encuentra un
ideal y lo sigue hasta sus últimas consecuencias, sin detenerse ante nada, ni
ante nadie. Ello unido a un don innato (su capacidad para percibir la muerte próxima
de alguien, mediante el contacto de sus manos), le permitirá ir superando los
obstáculos que se le van presentando a lo largo de su azarosa vida.
Aunque esencialmente "bueno", no deja de presentar (como otros modernos héroes americanos) aspectos problemáticos y oscuros (pasa por una
juventud pendenciera y etílica; traiciona a su maestro con su esposa...),
aunque pronto los supere para volver al buen camino.
Otro lugar común,
justificado aquí por su trazado itinerante, es la
importancia del destino, determinada
por encuentros que determinarán su "viaje" hacia la meta. Prácticamente toda la trama se articula
mediante una serie de encuentros y desencuentros: con el cirujano-barbero que le tomará como
ayudante; con el médico judío que le
hablará de Ispahán y de Avicena
(Ibn Sina); con Mary, que se convertirá en su esposa; con los mercaderes judíos, de los que aprenderá
los rudimentos del parsi (lengua persa) y de la cultura judía; con el propio
sha (Alá). Incluso aquellos
encuentros que, a primera vista, parecen nefastos, serán sólo jalones en su
camino, pues a través de ellos, en realidad, se encamina hacia su destino
final.
EXOTISMO (Temporal y Cultural)
Aspecto clave, sin duda, es esta
dosis de exotismo, fundamentado en
dos de los componentes estructurales de la trama: el contexto
temporal (medieval) y el contexto cultural (inmersión
en tres culturas).
En cuanto al primero, el autor optó
por situar a personajes de ficción (Rob, Mary, etc.) en un
contexto histórico concreto, junto a personajes de la época (Ibn Sina, por
ejemplo). Precisamente, en mi opinión, el espíritu, la atmósfera histórica (tan conseguida en su
siguiente novela, Chamán) constituye su punto más débil (otros lectores opinarán,
seguramente, de forma distinta): la documentación
es impecable y, como el núcleo de la novela transcurre
en Persia, no se trata tanto de lo
que se cuenta y describe, como de esa sutil impregnación de época, que puede
coincidir o no con nuestras expectativas como lectores. Se trata en suma de
rebatir lo que leemos.
La confrontación de
culturas proporciona un interés añadido. Por exigencia argumental, un cristiano (Rob, el protagonista) ha de hacerse pasar por
judío (como Jesse ben Benjamin), y vivir y
estudiar en una ciudad persa (Ispahán): el
choque de costumbres, ritos, concepciones y, en fin, filosofías de vida se
concretan en la del propio protagonista; reforzándose mediante el recurso de
hacerle trabar amistad con dos estudiantes
que representan a cada una de esas culturas,
Mirdin (la judía)
y Karim (la musulmana).
CLAVES DE BUENA SALUD EDITORIAL
En esa confluencia
entre contexto histórico y cultural se encuentra uno de los capítulos (el cincuenta) más destacables de la novela: el
episodio,
descrito con fibra y maestría, del
"chatir",
maratoniana carrera alrededor de la ciudad, que marca el final del Ramadán
(ayuno musulmán), en la que interviene Karim.
Estamos pues ante una
obra cuyos rasgos primordiales son amenidad, variedad (hechos,
personajes, anécdotas, descripciones...) y fácil
lectura (su estructura la hace asequible a todo tipo de lector),
aportando momentos agradables junto a una profusa y estimable información (sobre medicina medieval; sobre
los gremios; sobre ritos y hábitos, tanto persas como judíos…).
Hay que mencionar asimismo el uso dramático del amor, como fondo
emocional. El tratamiento de ese sentimiento romántico de unión y felicidad por
encima de todo, capaz de superar celos y desgracias, se
fusiona aquí a (lo femenino) la mujer abnegada y firme (Mary) que, separada al principio del hombre, no
sólo mantendrá inalterable su amor, sino que tras el reencuentro será capaz
(ella, una cristiana medieval) de seguirlo y convivir sin casarse con (él) un
supuesto judío, en una ciudad musulmana. Incluso le
salvará la vida, a un alto precio
para ella como mujer, desencadenando los celos: otro obstáculo vital en su
camino hacia la madurez.
También relevante
es el final feliz, colofón de todo
superventas (best seller) que se
precie. Se trata de una auténtica convención:
los lectores damos por hecho que, aunque el protagonista sufra lo indecible, al
final todo se arregla y el relato acaba bien. Y, desde luego, dado el mundo en
el que vivimos, siempre agradecemos (aunque no siempre lo reconozcamos) esos
finales que ayudan a cerrar viajes como este con placidez y satisfacción.

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