miércoles, 21 de mayo de 2025

VENECOS

 

«VENECOS»
Rodrigo Blanco Calderón (2025)


La nostalgia es un veneno que falsea la experiencia.
(entrevista con Andrea Aguilar: El País, 5 de mayo de 2025) 

PORTADA… Y ALGO MÁS.

No se trata de un libro de cuentos al uso, pues no hay una temática y unos personajes comunes, ni conectores predefinidos. Se trata de una colección de relatos, muchos publicados de forma independiente con anterioridad: solo cuatro de los trece cuentos que conforman el libro son inéditos. No obstante, todos ellos comparten un mismo derrotero, como si hubiera una música de fondo que los articulara.

Ya la imagen de la portada, diseñada por Paul Viejo, es una metáfora del exilio o la emigración que, si bien está presente en la práctica totalidad de los trece relatos incluidos en el libro, no juega un protagonismo tan preponderante como pudiera parecer. La experiencia de la emigración está presente, que duda cabe, pero no se muestra determinante para los personajes; más bien se trata de seres que están en tránsito tratando de rehacerse de diversos fracasos, ya sean matrimoniales, laborales o artísticos, lo que otorga a los textos una universalidad que de otro modo quizá no tendrían. Metáfora, pues, de unos relatos hermanados por las orillas, los cruces de caminos y el vuelo de los aviones.

Es, sin embargo, el adjetivo del título, ʺVENECOSʺ, el que precisa el eje del libro: esa palabra, que al castellano hablante quizá le resulte desconocida, hace referencia, según el Diccionario de americanismos de la RAE, a una calificación despectiva y popular de los venezolanos. Pero al titular así el libro, Rodrigo Blanco Calderón (RBC) se aprovecha de esa tendencia de los venezolanos de reapropiarse de las palabras y revierte tal uso: me inscribo en esa corriente de venezolanos que hemos decidido apropiárnosla con humor, sin complejos, y reivindicarla como un modo de nombrar esas nuevas identidades que hoy nos representan.

Son trece historias diferentes con un único nexo: sus protagonistas (aunque podrían ser de cualquier tiempo y lugar) son venezolanos (de ahí el título). Más allá de las anécdotas puntuales de las historias, el sustrato de buena parte de ellas casi siempre tiene que ver con personajes venezolanos emigrantes, o en tránsito, o que pueden estar en Venezuela y reciben a alguien que llega de fuera. Ese es el trasfondo. Es una de las cosas que dan unidad a un libro formal y temáticamente bastante heterogéneo. Algunos son como un juego o una broma, otros presentan la vida que pudo ser y no fue, y en otros se bordea el relato de terror.

Buena parte de los cuentos nacen de historias que le han contado a RBC: una amiga, una expareja, una colega del trabajo, en fin, mujeres a las que conoce. Ello conlleva que, fiel a su pauta estilística, siempre que escribe un cuento a partir de una historia que le han contado, procura mantenerse lo más cerca posible del modo en que se lo han contado, buscando que el tono sea fiel a la voz original. La voz es un rasgo primordial. Por eso, muchos cuentos están narrados por una voz femenina en primera persona. Luego vienen las variaciones: adornos, aparatos, circunstancias de cada personaje…

UNIDAD ESTILÍSTICA

Porque lo que confiere unidad a estos relatos, atravesados por las variables del éxodo y en los que se emplea desde la sátira al horror, son los rasgos estilísticos que comparten, empezando precisamente las voces. En efecto, esos individuos, ubicados en espacios diversos (como París, Caracas, Málaga o El Cráter, ese paraje tan claustrofóbico y oscuro), de diferentes edades, sexos, condiciones económicas y sociales, presentan voces perfectamente identificables y diferenciadas. El gran acierto de la caracterización de los personajes se logra con un lenguaje que tiende al minimalismo, a la expresión precisa. RBC mediante el hábil empleo del lenguaje y del humor logra en estos cuentos reflejar la vida contada con las palabras propias de la realidad. Las anécdotas están contadas desde un realismo grotesco, que es la llave estilística que enlaza las dos capas que presentan casi todos los cuentos: cualquier situación relatada, por clara que parezca, esconde algo más o menos oscuro. Una vida distinta, Virgen de la impureza o Café Rostand son buenos ejemplos.

La estructura. En efecto, casi todos los cuentos tienen dos capas, una manifiesta y otra subyacente. RBC las manipula, juega con ellas y las entrelaza de forma más o menos ingeniosa. La vejez constituye un ejemplo claro.

La individualidad. Los cuentos tratan sobre venezolanos que viven en su país o que han emigrado pero que viven como individuos concretos, con sus problemas (ridículos o atroces), con sus realidades (acomodadas o necesitadas) y con la mirada propia de cada uno (femenina o masculina, culta o analfabeta…).

Los comienzos. Constituyen otro de los numerosos aciertos de estos cuentos. El vigor de sus primeras frases es toda una declaración de principios. Una buena muestra es el comienzo de Castel: «Lo único que necesito para poder contar esta historia es que me crean cuando les digo que su protagonista se llama Juan Pablo Castel. Si creen eso no les costará creer lo demás.»

La tensión narrativa. Otro elemento destacable: incluso en aquellos cuentos en los que pasan pocas cosas, la forma en la que el ritmo va actuando sobre el movimiento del lenguaje crea una tensión narrativa que desemboca en un final sorprendente.

Los finales. A veces se ha comparado el cuento como la actuación teatral: si la entrada en escena (el inicio, en el cuento) de un personaje lo carga significativamente, la salida final lo remacha (el final del cuento se considera sustancial). Pues bien, los finales de RBC resultan especialmente conspicuos: Café Rostand es un buen ejemplo.

Las referencias. Ese rasgo, tan pop, de introducir claras referencias y homenajes tanto literarios (Kadaré, Camus, Roque Dalton, Sábato y Ovidio, con mención especial al estupendo y oscuro El extranjero), como cinematográficas (aquí hay mucho cine, sobre todo El Padrino y John Cazale en Homenaje a John Cazale), o musicales (José José, Luis Miguel) es una constante en el libro. No en vano, RBC afirma que estamos en un mundo donde las experiencias vicarias de los medios de comunicación y de la cultura de masas muchas veces son las experiencias más importantes que tiene una persona en una vida.

Los guiños al lector. Concretado en esos rastros evidentes de The Night (con Darío Lancini) o de Simpatía (con El Padrino), o en los más encubiertos de La mancha humana (y a su autor Philip Ross).

CUENTO A CUENTO…

Con estos mimbres, RBC ha pergeñado unos relatos que, alejados de la épica de la emigración y ajustados a la vida cotidiana del emigrado, a los lazos que unen (o desunen) y a ese exilio masivo de venezolanos de la última década, proponen un descenso y un laberinto por viajes, encuentros y desencuentros en orillas que se llegan a convertir en un diálogo fracturado. La condición de extranjero, de emigrante, resulta, qué duda cabe, una experiencia decisiva en la vida de una persona, y este libro lo refleja, porque tiene cuentos que datan de cuando aún no me había ido de Venezuela y en los que, sin embargo, ya está presente el conflicto del éxodo, la disyuntiva de irse o quedarse. Porque RBC ha decidido no convertirse en un emigrado profesional, en su caso la experiencia de la emigración ha sustituido por completo la discusión de las causas políticas de esa emigración: no puedo hacer de la lucha contra la dictadura una causa. Eso está provocando un cuestionamiento de la propia identidad, aspecto que todos los cuentos recogen de forma más o menos abierta.

Una vida distinta.

Este cuento forma parte de un encargo (lo que no le resta valor en absoluto para una antología a propósito de la XIV Semana del Cine de Melilla -¿Y si…? Relatos de cine (2022)-, donde la pauta (propuesta por el coordinador, Miguel Ángel Oeste) fue elegir una edición de los premios Oscar y escribir un cuento a partir de ella. RBC recordó la edición de 2017, cuando tuvo lugar la confusión en la adjudicación del premio a Mejor Película. Partiendo de ese hecho, presenta un triángulo (elemento que reaparece en La simetría escalena de los suicidios, referido precisamente al suicidio) amoroso. Toca así, el asunto de las relaciones de pareja, en este caso poco convencionales: dado que, en los últimos años, se está discutiendo bastante sobre el poliamor, los personajes de RBC no se sustraen a esas corrientes, a esa presión sobre cómo deberían ser las relaciones de pareja hoy día. Narrado en primera persona por Sabrina como narradora subjetiva, es el primer cuento de cine del libro.

Virgen de la impureza.

Incluido en la antología Doce relatos (.) maestros (2018), es una historia sobre el cuerpo y el aprendizaje, sobre la intimidad. Narrado en tercera persona, está protagonizado por una mujer, como tantos relatos del libro. Lorena, adolescente con himen complaciente. La anécdota principal le llegó al autor a través de una expareja: era la historia de su primera experiencia sexual y lo que eso significó en su familia católica. Cuando oyó la anécdota, le llamó la atención esa actitud, tan humana y frecuente, de mirar para otro lado, tratar de engañarse a uno mismo y fingir que no ha pasado nada. Así, a partir de aquella sencilla historia, contempló la posibilidad de un cuento. Viabilidad que encontró desdoblando al personaje original (que le contó la historia) en dos amigas que se reencuentran tras de muchos años.

Homenaje a John Cazale.

Publicado en el número 171 de la revista El Malpensante (2016), reúne en un relato espías, política, cine y un solapado homenaje a Cortázar. Contado en primera persona por Maru (una voz femenina más) como narradora subjetiva, su origen está en una anécdota, que también le contó alguien, sobre una muchacha que va a una fiesta y se besa con un individuo enigmático. El hombre le pide que le acompañe a su casa, pero ella le dice que mejor no. Al día siguiente le empieza a salir una especie de sarpullido en la boca y al final se descubre que aquel hombre tenía cadáveres de mujeres en su apartamento y todo apuntaba a episodios de necrofilia. RBC asoció de inmediato ese beso de la muerte con la escena de El Padrino II, donde Michael besa a Fredo y le dice: Sé que fuiste tú quien me traicionó. Excusa para hablar de John Cazale, de su relación con Al Pacino y, cómo no, de la película. Si bien el cuento se genera a partir de una leyenda urbana en forma de anécdota que le llama la atención y en torno a la que le apeteció construir un relato, una especie de gramática o de forma de contar que le es propia le presta nueva vida a la anécdota, aprovechando, al mismo tiempo, para introducir muchos de los temas que le son propios. El Padrino es uno de ellos: vuelve a salir en y ya salía también en Simpatía. Hay vasos comunicantes…

Café Rostand.

Uno de los cuatro cuentos inéditos incluidos en este volumen. Un escritor (narrador subjetivo, en primera persona), Zabala, presenta con humor, la deliberación de un jurado del que forma parte otro grotesco y estrambótico escritor. Se trata de un cuento de ambiente literario, que parte de la típica anécdota real literaturizada. En efecto, la anécdota es real: es uno de los pocos cuentos que no le contaron, fue algo que le tocó vivir y ver siendo jurado de un concurso de cuentos del diario El Nacional, bastante famoso en Caracas. Para la deliberación, en la boyante ciudad de entonces, se invitó al jurado a almorzar en un distinguido restaurante. Uno de los miembros, que se venía comportando de forma extravagante, se emborrachó totalmente y transformó lo que probablemente hubiera sido una aburrida sesión de deliberación en una historia muy molesta, puesto que, al ser RBC el único hombre presente, tuvo que encargarse de la situación. Esa anécdota, sucedida hacía muchos años, combinada con la que fue después su experiencia viviendo en París (que le permite trasladar la acción al famoso café Rostand) dio lugar a este cuento desternillante que, siendo absolutamente verídico, parece increíble. Además, aprovechando que el cuento relata la vida literaria da un poco de caña, con autores, ideas o sentencias, al tiempo que rinde homenaje a Ismail Kadaré, cliente asiduo del Café Rostand y uno de sus autores admirados.

La hora de tu símbolo.

Este relato es otro de los cuentos por encargo, para la antología Cuentos en serie (2023) de la XV Semana de Cine de Melilla. En ese caso, la pauta fue aún más general, tenía que ver con series de televisión o con productores. RBC acababa de ver la primera temporada de la serie Luis Miguel, que le había fascinado. La serie, así como la lectura de una entrevista de Daniel Krauze, en la que explicaba que le gustaba Luis Miguel, a diferencia de sus amigos que preferían Guns N’ Roses y cosas así, configuraron la idea matriz del cuento: la historia, narrada en tercera persona, de un guionista alcohólico que termina recalando en Málaga después de varios fracasos y que ve, en la posibilidad de escribir una serie sobre José José, su oportunidad de redención. Escribir un cuento ubicado en Málaga asegura, por una parte, cierta propiedad en la reconstrucción del ambiente; y, por otra, le permite, desde la propia experiencia, dar una visión más compleja del emigrante (venezolano, en este caso). Pues como el autor advierte, si bien el emigrante muchas veces es una víctima, la emigración no te hace mejor persona: el mediocre, resentido y oportunista en su país no va a dejar de serlo fuera. De ahí que la visión, un tanto picaresca, de la emigración reflejada por el cuento resulte estimulante.

Leer y escribir.

Este segundo relato inédito es una interpelación en contra de los prejuicios. Parte, una vez más, de una anécdota real que le contaron a RBC hace años sobre una mujer analfabeta: la historia de una muchacha que trabajaba como empleada doméstica y que, en secreto, aprendió a leer y a escribir, para llevarse la amarga sorpresa de que prácticamente lo primero que logró leer en su casa fueron las cartas que una amante le escribía a su marido. Cartas que él, dado que su esposa era analfabeta, no se preocupaba de ocultar. La anécdota entrañaba una visión a contracorriente de la cultura y la lectura, que esencialmente se aprecian como positivas, pero que en el caso de esta mujer supuso una especie de caída bíblica, de pérdida de la inocencia, de desalojo del paraíso de la ignorancia para tomar plena conciencia del bien y del mal. Fue el disparador que llevó a RBC a imaginar la vida de ese personaje; luego, como en otros cuentos, esa anécdota se conectó con otra historia. El relato terminó convirtiéndose también en una metáfora de muchos cambios en Venezuela, de una visión crítica del país y del mundo intelectual. Seguramente es el cuento más íntimo del libro y el que más se dilató en su escritura. Le costó terminarlo porque coincidió con un momento (los dos años posteriores a la pandemia) de crisis personal muy importante: estaba sin pasaporte; habían fallecido su tía y su abuela, uno de sus amigos se suicidó; y, en medio de este proceso, su matrimonio se vino abajo, se separó y cayó en una depresión. El cuento se quedó atascado, hasta que poco a poco RBC fue recuperándose y una de las primeras cosas que hizo fue acometerlo: recuerdo que cuando lo terminé casi lloro porque fue como identificarme totalmente con el personaje. El final de esa historia es algo que también sentí en ese momento. La historia se la contaron mujeres por lo decidió que los protagonistas habían de ser personajes parecidos a las amigas que se la contaron, lo cual exigía construir una voz convincente. Así se plasmó Fania, la narradora subjetiva en primera persona, que por cierto es el personaje preferido de RBC en este libro. Por último, mencionar ese homenaje a Philip Roth, (al tiempo que un guiño al lector de La mancha humana) encarnado por el personaje del escritor Philip Rossen: Un rostro ceñudo, con unas tupidas cejas que contrastaban con una calva rotunda y «una imponente nariz judía» (pág. 71).

La simetría escalena de los suicidios.

Un cuento, también inédito, que posiblemente sea uno de los mejor construidos del libro. Comparte con Una vida distinta el planteamiento del triángulo (ya desde el título): aquí referido a la triangulación de los suicidios; y con Café Rostand, su carácter autobiográfico, evocador: en este caso, la aventura internacional y la decisión de dedicarse solamente a la escritura. De hecho, el innominado narrador subjetivo en primera persona puede verse como alter ego del autor. Aquí está la Escuela de Letras de Caracas de la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde RBC pasó quince años de su vida: cinco como estudiante, entre los 17 y los 22 años, y diez como profesor, entre los 22 y 32. La Escuela de Letras es un pasillo constituido por nueve aulas (de la 201 a la 209): El pasillo de aulas era ese lugar donde las edades y el tiempo chocaban a cada instante, mezclándose y renaciendo en brotes que heredaban un dejo amargo y dulzón (pág. 77). Para RBC fue un lugar mágico, porque allí abandonó la adolescencia, convirtiéndose en joven y en adulto, y tuvo todas las iniciaciones a las que una persona puede entrar en la vida desde el punto de vista amoroso, sexual, literario, filosófico, amistoso: ese pasillo tiene algo mágico porque mucha gente de otras escuelas y de otras facultades se suele ir al pasillo de Letras a pasar el rato. Es como un lugar de encuentro que atrae mucho. Uno de los enclaves fundamentales de su vida, lo que para otros escritores puede ser la infancia o el pueblo donde nacieron, de forma que muchas de sus historias vienen de ese pasillo o provienen de esa época en que fue, primero, estudiante y, luego, profesor.

Tacones lejanos.

Publicada por Altair Magazine (2016), es la historia contada por un narrador objetivo en tercera persona sobre un almuerzo de dos mujeres, Edith (mujer madura, cultivada y rica, entre los cuarenta y cinco y cincuenta años) y Adriana (una lumpen de dieciocho), puede hacer pensar en otro cuento relacionado con el cine, dada la inclinación de RBC a introducir las películas o títulos concretos, en este caso con la película de Pedro Almodóvar. Sin embargo, en este caso, es más una imagen literal, de la mujer alejándose con los tacones, aunque el personaje de la prostituta case muy bien con el universo de Almodóvar. El cine, sin embargo, como también la Escuela de Letras, está de fondo, con numerosas referencias. De Audrey Hepburn a Speedy González; de Luis Buñuel (Viridiana) a Almodóvar (Todo sobre mi madre y Tacones lejanos); y, por supuesto, una vez más El Padrino y Al Pacino.

Carmen y error.

Este cuarto relato inédito es una sátira. La carta, en primera persona y a modo de venganza, de un poeta oficial caído en desgracia. Su origen fue un estímulo netamente literario. La lectura de Ovidio en los volúmenes de la Editorial Gredos, con sus excelentes estudios introductorios; la historia de su ostracismo, la expulsión, su caída en desgracia y la parte donde él mismo explica las razones. Allí, en algún momento y en latín, dice que fue a causa de «Carmen y error»: un supuesto poema (carmen en latín) que se prestaba a una mala interpretación, como un ataque al poder, y el error radicaba en haber supuestamente validado un matrimonio o algo que a César no le gustó. El cuento se plantea, pues, como una especie de duplicado de la historia de Ovidio, en clave revolucionaria venezolana con un poeta que ha perdido el favor del poder. Esta especie de reverso de Rafael Cadenas es el poeta oficial, el poeta mediocre, que solo es publicado y leído por el gobierno y que cae en desgracia. A destacar el uso la ironía y el sentido del humor (en ocasiones, cercano al grand guignol, como en el caso del baile de Carnaval) en este contexto.

La vejez.

Fue. En los años cincuenta y sesenta se podía morir por los ideales. Ahora, la subversión consiste en portar determinada marca de zapatos, bolsos o teléfonos celulares y tentar la suerte (pág 115). Esta ácida reflexión, apuntada por el narrador, viene a cuento de una visita, relatada en el texto, al exguerrillero, profesor y escritor Oswaldo Barreto, compañero y amigo del malogrado poeta revolucionario Roque Dalton. Se trata, pues, de otro cuento íntimo y autobiográfico; de hecho, el propio autor o su alter ego narra en primera persona toda la historia. Homenaje a Barreto, a quien RBC reconoce deber el conocimiento de Théodore Géricault, uno de sus pintores fundamentales; horas de conversaciones literarias irrepetibles, así como una cantidad impresionante de anécdotas de otro de sus héroes personales, Darío Lancini. Y, por supuesto, le debe también esta historia que le contó y que generó este cuento, publicado por la revista Iowa Literaria en 2013. Por cierto, se lo dedico integro en su fallecimiento como un discreto homenaje a su persona (07/04/2017).

(https://elatajomaslargo.wordpress.com/2017/04/07/en-memoria-de-oswaldo-barreto/)

El extranjero.

Este relato, deudor de la novela de Albert Camus, quizá sea uno de los mejores de la colección. Publicado en la antología sobre el tema de la extranjería Para quedarme aquí. Relatos sobre la inmigración en España (2024) de la editorial Graviola, describe con intensidad y dramatismo el desarraigo y extrañamiento del emigrante. Tiene como elemento autobiográfico evidente su localización en la Alameda de Colón de Málaga, donde RBC vivía hasta hace poco y donde diariamente era testigo de una relación brutal de competencia entre las aves, principalmente entre gaviotas y palomas: las gaviotas masacraban a las palomas y se las comían (sus cadáveres o vivas directamente). Así, la imagen inicial del cuento, fue un barrendero (como aquellos que había visto recoger cada mañana cadáveres de palomas) y un hombre conversando. Partiendo del escenario de la alameda llena de palmeras y todo tipo de árboles, donde los turistas toman fotos a las cotorras argentinas (que estando siempre en grupo, como una mafia, consiguen que nadie se meta con ellas), introduce de nuevo el tema de la inmigración venezolana en la imagen de ese barrendero: de ese modo, la publicación de aquella antología le dio la oportunidad de escribir la anécdota que tenía en la cabeza. Este barrendero, que el otro personaje reconoce como su profesor de castellano y literatura de hacía más de 30 años, circunstancia nada excepcional, no solo para profesores de instituto, sino también para profesores universitarios, pues los que no han muerto literalmente de hambre en Venezuela, y han podido emigrar terminan ejerciendo cualquier tipo de trabajo. Eso, evidentemente, es algo que me ha marcado. Así pues, al igual que no pudo evitar el tema venezolano, tampoco pudo evitar la trama metaliteraria: cuando aparece este profesor de literatura y este aspirante a escritor, inmediatamente pensó en Camus y la famosa carta que escribe al que fuera su profesor Monsieur Germain cuando gana el Premio Nobel.

Castel.

Publicado en el blog Cuatro cuentos (2012) plantea un juego metaliterario con El túnel de Ernesto Sábato. Parte de una anécdota real que (una vez más) le contó una amiga, que tuvo un novio que se llamaba Juan Pablo Castel, y que, en realidad parecía una versión del personaje de Sábato. Lo que a movió a RBC a escribir el cuento, fue que la madre de ese Castel le había puesto el nombre a su hijo aprovechando el apellido, sabiendo que le estaba llamando como el protagonista de El túnel. Así, el cuento, narrado en tercera persona, presenta a una muchacha, Nadia, que se hace novia de un chico llamado Juan Pablo Castel, ignorando, por no haber leído el libro, que es el nombre del protagonista de El túnel. A partir de ahí se desarrollan las vicisitudes del personaje, introduciendo una interesante reflexión sobre la relación entre literatura y realidad, y cómo la lectura de un libro puede influir en la vida de una persona: Uno se fascina por personajes de la literatura, pero a veces olvida que si los conocieras en la realidad no los soportarías. Juan Pablo Castel es insoportable, además de peligroso.

Lobos y castores.

Fue publicado como pódcast en la serie «Historias de fiestas y psicópatas» de Storytel (2020). El relato se desarrolla en un lugar llamado El Cráter, un espacio indefinido que parece una ciudad, una región o un país desaparecido, que genera un ambiente de misterio y transformación Se trata de un relato que mezcla elementos realistas y fantásticos, que se instala en el género de terror y que recorre temas como la identidad, la transformación y la naturaleza humana. Presenta una sociedad animalizada, donde las figuras del lobo y el castor cobran un significado simbólico, representando la naturaleza salvaje y la adaptación en un mundo cambiante, encarnados en algunos personajes como el del muchacho que se transforma en una especie de hombre lobo o el explorador que se adentra en El Cráter. Junto a Carmen y error, es el que resulta más distinto estilísticamente. No obstante, contiene rasgos coincidencias con otros cuentos, como Café Rostand: Yo fui el primer sorprendido leyendo los cuentos viendo esas recurrencias. Coincidencia que hacen que este libro de cuentos sea como los sueños. Incluso este relato que en su noventa por ciento es fantástico o gótico está enmarcado en unas claves que terminan circunscribiendo la realidad. Al final se trata de un podcast que transmite este personaje y uno puede sondear allí la metáfora de cómo se da el proceso creativo, de dónde toma ese personaje las herramientas para fantasear sus frustraciones y su venganza: Cualquier escritor hace muchas veces lo mismo.

PERSONAJES EN BUSCA DE

Como se ha visto, uno de esos rasgos coincidentes de los cuentos del libro son los venecos, personajes que son personas en transición: mental, física o ambas a la vez. La disyuntiva entre irse o quedarse atraviesa todo el libro. Huyendo de sí mismos y de sus recuerdos, los personajes lo único que tienen es aquello de lo que se alejan. Cada historia es un instante decisivo de su vida que se nos muestra a los lectores para compartir sus incertidumbres, más que para sacar conclusiones.

Pero, como se ha visto, el libro tiene varias historias de venecas, es decir de, personajes femeninos. Rasgo motivado por el hecho de que varios cuentos tienen su origen en anécdotas que, a lo largo de los años y por distintas razones, le han venido contado a RBC exparejas, amigas o compañeras de trabajo, por lo que, al pasarlas a cuentos, ha seguido la pauta creativa (marca de la casa) de procurar que el registro se mantuviera lo más cercano a las voces que se lo habían contado.

De igual modo, muchos personajes tienen relación con la literatura. Son profesores, lectores o escritores (o quieren serlo, o lo fueron y les ha ido mal). Es literatura que habla de la literatura. Este es un rasgo que no ha variado desde sus primeros escritos: todo lo que escribo en algún momento sirve como un canal para transmitir, no sé, intereses de determinados autores y lecturas. Y la Escuela de Letras de la UCV donde fue estudiante y luego profesor (donde pasó 15 años de su vida) es uno de los lugares fundamentales del libro: es una cantera inagotable de historias, incluso cosas que estoy escribiendo ahorita pasan por ese pasillo de la escuela de letras.

También tienen relación con el cine: es cierto que el cine ha ganado una relevancia evidente en mis dos últimos libros (la novela Simpatía y Venecos). Estas referencias tienen una función parecida a la de la literatura en la vida de los personajes: son hitos, modelos de conducta, sueños y aspiraciones. En los personajes del libro, el cine señala ciertas búsquedas «exteriores», mientras que la presencia de la literatura apuntaría a búsqueda interiores, más íntimas, orientadas hacia el autoconocimiento.

VENECO CUENTISTA.

Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981) es un escritor muy poco conocido en España, aunque poco a poco se está abriendo camino en el mundo literario español. Por eso conviene saber de quién estamos hablando. Es Licenciado en Letras y Magíster en Estudios Literarios por la UCV, en la que fue profesor de Teoría Literaria en la Escuela de Letras posteriormente. Continuó Como investigador en la Universidad de París XIII donde dedicó tres años al estudio de la obra del escritor Juan Carlos Méndez Guédez. Hasta que se exilió hace ya 11 años: ahora reside en nuestro país, en Málaga concretamente. Actualmente imparte talleres de escritura creativa y es colaborador del ABC Cultural, Letras Libres y Rialta.

Dedicado durante muchos años al estudio, inició su producción literaria con poemarios y obras de cuentos y relatos. Mucho más tarde, 2016, publicó su primera novela The Night, donde relata la crisis de su país natal y con la que obtuvo un resonante éxito: en 2019 ganó el Premio de la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, y ha sido traducida al francés, al checo, al neerlandés y al inglés (cuya traducción fue considerada como uno de los 10 mejores libros de 2022 por la prestigiosa revista inglesa Southwest Review). Su segunda novela, Simpatía, llegaría en 2021: traducida también a varios idiomas, fue candidata al Premio International Booker 2024

Mientras tanto, su prestigio se cimenta en los cuentos y relatos cortos donde muestra especial maestría. Su relato The Mad people of París (Los locos de París), publicado en número 107.2 de la Southest Review (verano de 2022) recibió el premio O. Henry en 1923. Tiene varias colecciones de historias, entre las que se encuentran Una larga fila de hombres, Los invencibles, Las rayas y Los terneros, que fue traducida al inglés como Sacrifices: Stories en 2022 y fue finalista del Premio Ribera del Duero. En 2007 fue incluido en la lista Bogotá 39, que se encarga de destacar a los mejores escritores jóvenes de Latinoamérica. Y una traducción de su relato Payaso (Clown) aparece en la antología Crude Words: Contemporary Writing from Venezuela (Ragpicker, 2016).

Como muchos lectores y escritores americanos, se reconoce como ferviente admirador de Jorge Luis Borges (como un dios padre que está presente en todo) en cuyas obras ha nacido su amor por la Literatura. Pero también siente devoción por Cortázar, Julio Ramón Ribeyro, Carson McCullers, Pedro Ugarte o el también venezolano Francisco Massiani (uno de sus cuentistas favoritos).

«Fue poner el otro pie en su país de acogida y adaptarse lo más rápido posible. Todavía hoy se sorprende de lo fácil que resultó. Su capacidad de mimetizarse con el entorno hizo de él el mismo muchacho simpático y querido por todos que había sido antes en Caracas.»  (El extranjero, pág. 121)

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