«VENECOS»
Rodrigo Blanco Calderón (2025)
PORTADA… Y ALGO MÁS.
No se trata de un libro de cuentos al uso, pues no hay una
temática y unos personajes comunes, ni conectores predefinidos. Se trata de una
colección de relatos, muchos publicados de forma independiente con
anterioridad: solo cuatro de los trece cuentos que conforman el libro son
inéditos. No obstante, todos ellos comparten un mismo derrotero, como si
hubiera una música de fondo que los articulara.
Ya la imagen
de la portada, diseñada por Paul Viejo, es una metáfora del exilio o la
emigración que, si bien está presente en la práctica totalidad de los trece
relatos incluidos en el libro, no juega un protagonismo tan preponderante como
pudiera parecer. La experiencia de la emigración está presente, que duda cabe,
pero no se muestra determinante para los personajes; más bien se trata de seres
que están en tránsito tratando de rehacerse de
diversos fracasos, ya sean matrimoniales, laborales o artísticos, lo que otorga
a los textos una universalidad que de otro modo quizá no tendrían. Metáfora,
pues, de unos relatos hermanados por las orillas, los cruces de caminos y el
vuelo de los aviones.
Es, sin
embargo, el adjetivo del título, ʺVENECOSʺ,
el que precisa el eje del libro: esa palabra, que al castellano hablante quizá
le resulte desconocida, hace referencia, según el Diccionario de americanismos
de la RAE, a una calificación despectiva y popular de los venezolanos. Pero al
titular así el libro, Rodrigo Blanco Calderón (RBC)
se aprovecha de esa tendencia de los venezolanos de reapropiarse de las
palabras y revierte tal uso: me inscribo en esa corriente de venezolanos que
hemos decidido apropiárnosla con humor, sin complejos, y reivindicarla como un
modo de nombrar esas nuevas identidades que hoy nos representan.
Son trece historias diferentes con un único nexo: sus
protagonistas (aunque podrían ser de cualquier tiempo y lugar) son venezolanos
(de ahí el título). Más allá de las anécdotas puntuales de las historias, el
sustrato de buena parte de ellas casi siempre tiene que ver con personajes
venezolanos emigrantes, o en tránsito, o que pueden estar en Venezuela y
reciben a alguien que llega de fuera. Ese es el trasfondo. Es una de las cosas
que dan unidad a un libro formal y temáticamente bastante heterogéneo. Algunos
son como un juego o una broma, otros presentan la vida que pudo ser y no fue, y
en otros se bordea el relato de terror.
Buena parte de los cuentos nacen de historias que le han
contado a RBC: una amiga, una expareja, una
colega del trabajo, en fin, mujeres a las que conoce. Ello conlleva que, fiel a
su pauta estilística, siempre que escribe un cuento a partir de una historia
que le han contado, procura mantenerse lo más cerca posible del modo en que se
lo han contado, buscando que el tono sea fiel a la voz original. La voz es un
rasgo primordial. Por eso, muchos cuentos están narrados por una voz femenina
en primera persona. Luego vienen las variaciones: adornos, aparatos,
circunstancias de cada personaje…
UNIDAD
ESTILÍSTICA
Porque lo que
confiere unidad a estos relatos, atravesados
por las variables del éxodo y en los que se emplea desde la sátira al horror, son los rasgos estilísticos que
comparten, empezando precisamente las voces.
En efecto, esos individuos, ubicados en espacios diversos (como París, Caracas,
Málaga o El Cráter, ese paraje tan claustrofóbico y oscuro), de diferentes
edades, sexos, condiciones económicas y sociales, presentan voces perfectamente
identificables y diferenciadas. El gran acierto de la caracterización de
los personajes se logra con un lenguaje que tiende al minimalismo, a la
expresión precisa. RBC mediante el hábil
empleo del lenguaje y del humor logra en estos cuentos reflejar la vida contada
con las palabras propias de la realidad. Las anécdotas
están contadas desde un realismo grotesco, que es la llave estilística
que enlaza las dos capas que presentan casi todos los cuentos: cualquier
situación relatada, por clara que parezca, esconde algo más o menos oscuro.
Una vida distinta, Virgen de la impureza o Café Rostand son buenos ejemplos.
La
estructura. En efecto, casi
todos los cuentos tienen dos capas, una manifiesta y otra subyacente. RBC las manipula, juega con ellas y las entrelaza
de forma más o menos ingeniosa. La vejez constituye
un ejemplo claro.
La individualidad. Los
cuentos tratan sobre venezolanos que viven en su país o que han emigrado pero
que viven como individuos concretos, con sus problemas (ridículos o atroces),
con sus realidades (acomodadas o necesitadas) y con la mirada propia de cada
uno (femenina o masculina, culta o analfabeta…).
Los comienzos.
Constituyen otro de los numerosos aciertos de estos cuentos. El vigor de sus
primeras frases es toda una declaración de principios. Una buena muestra es el
comienzo de Castel: «Lo único que
necesito para poder contar esta historia es que me crean cuando les digo que su
protagonista se llama Juan Pablo Castel. Si creen eso no les costará creer lo
demás.»
La tensión narrativa.
Otro elemento destacable: incluso en aquellos cuentos en los que pasan pocas
cosas, la forma en la que el ritmo va actuando sobre el movimiento del lenguaje
crea una tensión narrativa que desemboca en un final sorprendente.
Los finales. A veces se
ha comparado el cuento como la actuación teatral: si la entrada en escena (el
inicio, en el cuento) de un personaje lo carga significativamente, la
salida final lo remacha (el final del cuento se considera sustancial).
Pues bien, los finales de RBC resultan
especialmente conspicuos: Café Rostand es
un buen ejemplo.
Las referencias. Ese
rasgo, tan pop, de introducir claras referencias y homenajes tanto literarios (Kadaré,
Camus, Roque Dalton, Sábato y Ovidio, con mención especial
al estupendo y oscuro El extranjero),
como cinematográficas (aquí hay mucho cine, sobre todo El Padrino y John Cazale en Homenaje a John Cazale), o musicales (José
José, Luis Miguel) es una constante en el libro. No en vano, RBC afirma que estamos en un mundo donde las
experiencias vicarias de los medios de comunicación y de la cultura de masas
muchas veces son las experiencias más importantes que tiene una persona en una
vida.
Los guiños al lector. Concretado
en esos rastros evidentes de The Night (con Darío Lancini) o de Simpatía (con El
Padrino), o en los más encubiertos de La
mancha humana (y a su autor Philip Ross).
CUENTO A CUENTO…
Con estos
mimbres, RBC ha pergeñado unos relatos que, alejados de la épica de la
emigración y ajustados a la vida cotidiana del emigrado, a los lazos que unen
(o desunen) y a ese exilio masivo de venezolanos de la última década, proponen
un descenso y un laberinto por viajes, encuentros y desencuentros en orillas
que se llegan a convertir en un diálogo fracturado. La condición de
extranjero, de emigrante, resulta, qué duda cabe, una experiencia decisiva en
la vida de una persona, y este libro lo refleja, porque tiene cuentos que
datan de cuando aún no me había ido de Venezuela y en los que, sin embargo, ya
está presente el conflicto del éxodo, la disyuntiva de irse o quedarse.
Porque RBC ha decidido no convertirse en un
emigrado profesional, en su caso la experiencia de la emigración ha sustituido
por completo la discusión de las causas políticas de esa emigración: no
puedo hacer de la lucha contra la dictadura una causa. Eso está provocando
un cuestionamiento de la propia identidad, aspecto que todos los cuentos
recogen de forma más o menos abierta.
Una vida distinta.
Este cuento forma parte de un encargo (lo que no le resta
valor en absoluto para una antología a propósito de la XIV Semana del Cine de
Melilla -¿Y si…? Relatos de cine (2022)-,
donde la pauta (propuesta por el coordinador, Miguel Ángel Oeste) fue
elegir una edición de los premios Oscar y escribir un cuento a partir de ella. RBC recordó la edición de 2017, cuando tuvo lugar
la confusión en la adjudicación del premio a Mejor Película. Partiendo de ese
hecho, presenta un triángulo (elemento que reaparece en La simetría escalena de los suicidios,
referido precisamente al suicidio) amoroso. Toca así, el asunto de las
relaciones de pareja, en este caso poco convencionales: dado que, en los
últimos años, se está discutiendo bastante sobre el poliamor, los
personajes de RBC no se sustraen a esas
corrientes, a esa presión sobre cómo deberían ser las relaciones de pareja hoy
día. Narrado en primera persona por Sabrina
como narradora subjetiva, es el primer cuento de cine del libro.
Virgen de la impureza.
Incluido en la antología Doce
relatos (.) maestros (2018), es
una historia sobre el cuerpo y el aprendizaje, sobre la intimidad. Narrado en
tercera persona, está protagonizado por una mujer, como tantos relatos del
libro. Lorena, adolescente con himen
complaciente. La anécdota principal le llegó al autor a través de una
expareja: era la historia de su primera experiencia sexual y lo que eso
significó en su familia católica. Cuando oyó la anécdota, le llamó la atención
esa actitud, tan humana y frecuente, de mirar para otro lado, tratar de
engañarse a uno mismo y fingir que no ha pasado nada. Así, a partir de aquella
sencilla historia, contempló la posibilidad de un cuento. Viabilidad que
encontró desdoblando al personaje original (que le contó la historia) en dos
amigas que se reencuentran tras de muchos años.
Homenaje a John Cazale.
Publicado en el número 171 de la revista El Malpensante (2016), reúne en un relato
espías, política, cine y un solapado homenaje a Cortázar. Contado en
primera persona por Maru (una voz femenina
más) como narradora subjetiva, su origen está en una anécdota, que también le
contó alguien, sobre una muchacha que va a una fiesta y se besa con un
individuo enigmático. El hombre le pide que le acompañe a su casa, pero ella le
dice que mejor no. Al día siguiente le empieza a salir una especie de
sarpullido en la boca y al final se descubre que aquel hombre tenía cadáveres
de mujeres en su apartamento y todo apuntaba a episodios de necrofilia. RBC asoció de inmediato ese beso de la muerte
con la escena de El Padrino II, donde
Michael besa a Fredo
y le dice: Sé que fuiste tú quien me traicionó. Excusa para hablar de John
Cazale, de su relación con Al Pacino y, cómo no, de la película.
Si bien el cuento se genera a partir de una leyenda urbana en forma de anécdota
que le llama la atención y en torno a la que le apeteció construir un relato,
una especie de gramática o de forma de contar que le es propia le presta nueva
vida a la anécdota, aprovechando, al mismo tiempo, para introducir muchos de los temas que le son propios. El Padrino es uno de ellos:
vuelve a salir en y ya salía también en Simpatía. Hay vasos comunicantes…
Café Rostand.
Uno de los cuatro cuentos inéditos incluidos en este
volumen. Un escritor (narrador subjetivo, en primera persona), Zabala, presenta
con humor, la deliberación de un jurado del que forma parte otro grotesco y
estrambótico escritor. Se trata de un cuento de ambiente
literario, que parte de la típica anécdota real literaturizada. En efecto, la
anécdota es real: es uno de los pocos cuentos que no le contaron, fue algo que
le tocó vivir y ver siendo jurado de un concurso de cuentos del diario El Nacional, bastante
famoso en Caracas. Para la deliberación, en la boyante ciudad de entonces, se invitó
al jurado a almorzar en un distinguido restaurante. Uno de los miembros, que se
venía comportando de forma extravagante, se emborrachó totalmente y transformó
lo que probablemente hubiera sido una aburrida sesión de deliberación en una
historia muy molesta, puesto que, al ser RBC
el único hombre presente, tuvo que encargarse de la situación. Esa anécdota,
sucedida hacía muchos años, combinada con la que fue después su experiencia
viviendo en París (que le permite trasladar la acción al famoso café Rostand)
dio lugar a este cuento desternillante que, siendo absolutamente verídico,
parece increíble. Además, aprovechando que el cuento relata la vida literaria da
un poco de caña, con autores, ideas o sentencias, al tiempo que rinde
homenaje a Ismail Kadaré, cliente asiduo del Café Rostand y uno de sus
autores admirados.
La hora de tu símbolo.
Este relato es otro de los cuentos por encargo, para la
antología Cuentos en serie (2023) de
la XV Semana de Cine de Melilla. En ese caso, la pauta fue aún más general,
tenía que ver con series de televisión o con productores. RBC acababa de ver la primera temporada de la
serie Luis Miguel, que le había
fascinado. La serie, así como la lectura de una entrevista de Daniel
Krauze, en la que explicaba que le gustaba Luis Miguel, a diferencia
de sus amigos que preferían Guns N’ Roses y cosas así, configuraron la
idea matriz del cuento: la historia, narrada en tercera persona, de un
guionista alcohólico que termina recalando en Málaga después de varios fracasos
y que ve, en la posibilidad de escribir una serie sobre José José, su
oportunidad de redención. Escribir un cuento ubicado en Málaga asegura, por una
parte, cierta propiedad en la reconstrucción del ambiente; y, por otra, le
permite, desde la propia experiencia, dar una visión más compleja del emigrante
(venezolano, en este caso). Pues como el autor advierte, si bien el emigrante
muchas veces es una víctima, la emigración no te hace mejor persona: el
mediocre, resentido y oportunista en su país no va a dejar de serlo fuera. De
ahí que la visión, un tanto picaresca, de la emigración reflejada por el cuento
resulte estimulante.
Leer y escribir.
Este segundo relato inédito es una interpelación en contra
de los prejuicios. Parte, una vez más, de una anécdota real que le contaron a RBC hace años sobre una mujer analfabeta: la
historia de una muchacha que trabajaba como empleada doméstica y que, en
secreto, aprendió a leer y a escribir, para llevarse la amarga sorpresa de que
prácticamente lo primero que logró leer en su casa fueron las cartas que una
amante le escribía a su marido. Cartas que él, dado que su esposa era
analfabeta, no se preocupaba de ocultar. La anécdota entrañaba una visión a
contracorriente de la cultura y la lectura, que esencialmente se aprecian como
positivas, pero que en el caso de esta mujer supuso una especie de caída bíblica,
de pérdida de la inocencia, de desalojo del paraíso de la ignorancia
para tomar plena conciencia del bien y del mal. Fue el disparador que llevó a RBC a imaginar la vida de ese personaje; luego,
como en otros cuentos, esa anécdota se conectó con otra historia. El relato
terminó convirtiéndose también en una metáfora de muchos cambios en Venezuela,
de una visión crítica del país y del mundo intelectual. Seguramente es el
cuento más íntimo del libro y el que más se dilató en su escritura. Le costó
terminarlo porque coincidió con un momento (los dos años posteriores a la
pandemia) de crisis personal muy importante: estaba sin pasaporte; habían
fallecido su tía y su abuela, uno de sus amigos se suicidó; y, en medio de este
proceso, su matrimonio se vino abajo, se separó y cayó en una depresión. El
cuento se quedó atascado, hasta que poco a poco RBC
fue recuperándose y una de las primeras cosas que hizo fue acometerlo: recuerdo
que cuando lo terminé casi lloro porque fue como identificarme totalmente con
el personaje. El final de esa historia es algo que también sentí en ese
momento. La historia se la contaron mujeres por lo decidió que los
protagonistas habían de ser personajes parecidos a las amigas que se la
contaron, lo cual exigía construir una voz convincente. Así se plasmó Fania, la narradora subjetiva en primera persona,
que por cierto es el personaje preferido de RBC
en este libro. Por último, mencionar ese homenaje a Philip Roth, (al
tiempo que un guiño al lector de La mancha
humana) encarnado por el personaje del escritor Philip Rossen: Un rostro ceñudo, con unas
tupidas cejas que contrastaban con una calva rotunda y «una imponente nariz
judía» (pág. 71).
La simetría escalena de los suicidios.
Un cuento, también inédito, que posiblemente sea uno de los
mejor construidos del libro. Comparte con Una
vida distinta el planteamiento del triángulo (ya desde el título):
aquí referido a la triangulación de los suicidios; y con Café Rostand, su carácter autobiográfico,
evocador: en este caso, la aventura internacional y la decisión de dedicarse
solamente a la escritura. De hecho, el innominado narrador subjetivo en primera
persona puede verse como alter ego del autor. Aquí está la Escuela de
Letras de Caracas de la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde RBC pasó quince años de su vida: cinco como
estudiante, entre los 17 y los 22 años, y diez como profesor, entre los 22 y
32. La Escuela de Letras es un pasillo constituido por nueve aulas (de la 201 a
la 209): El pasillo de aulas era ese lugar donde las edades y el tiempo
chocaban a cada instante, mezclándose y renaciendo en brotes que heredaban un
dejo amargo y dulzón (pág. 77). Para RBC
fue un lugar mágico, porque allí abandonó la adolescencia, convirtiéndose en
joven y en adulto, y tuvo todas las iniciaciones a las que una persona puede
entrar en la vida desde el punto de vista amoroso, sexual, literario,
filosófico, amistoso: ese pasillo tiene algo mágico porque mucha gente de
otras escuelas y de otras facultades se suele ir al pasillo de Letras a pasar
el rato. Es como un lugar de encuentro que atrae mucho. Uno de los enclaves
fundamentales de su vida, lo que para otros escritores puede ser la infancia o
el pueblo donde nacieron, de forma que muchas de sus historias vienen de ese
pasillo o provienen de esa época en que fue, primero, estudiante y, luego,
profesor.
Tacones lejanos.
Publicada por Altair Magazine
(2016), es la
historia contada por un narrador objetivo en tercera persona sobre un almuerzo
de dos mujeres, Edith (mujer madura,
cultivada y rica, entre los cuarenta y cinco y cincuenta años) y Adriana (una lumpen de dieciocho), puede hacer
pensar en otro cuento relacionado con el cine, dada la inclinación de RBC a introducir las películas o títulos
concretos, en este caso con la película de Pedro Almodóvar. Sin embargo,
en este caso, es más una imagen literal, de la mujer alejándose con los
tacones, aunque el personaje de la prostituta case muy bien con el universo de Almodóvar. El cine, sin embargo, como también la
Escuela de Letras, está de fondo, con numerosas referencias. De Audrey
Hepburn a Speedy González; de Luis Buñuel
(Viridiana) a Almodóvar (Todo sobre mi madre
y Tacones lejanos); y, por supuesto,
una vez más El Padrino y Al Pacino.
Carmen y error.
Este cuarto relato inédito es una sátira. La carta, en
primera persona y a modo de venganza, de un poeta oficial caído en desgracia.
Su origen fue un estímulo netamente literario. La lectura de Ovidio en los volúmenes de la Editorial Gredos,
con sus excelentes estudios introductorios; la historia de su ostracismo, la
expulsión, su caída en desgracia y la parte donde él mismo explica las razones.
Allí, en algún momento y en latín, dice que fue a causa de «Carmen y error»:
un supuesto poema (carmen en latín) que se prestaba a una mala
interpretación, como un ataque al poder, y el error radicaba en haber
supuestamente validado un matrimonio o algo que a César no le gustó. El
cuento se plantea, pues, como una especie de duplicado de la historia de Ovidio, en clave revolucionaria venezolana con un
poeta que ha perdido el favor del poder. Esta especie de reverso de Rafael
Cadenas es el poeta oficial, el poeta mediocre, que solo es publicado y
leído por el gobierno y que cae en desgracia. A destacar el uso la ironía y el
sentido del humor (en ocasiones, cercano al grand guignol, como en el
caso del baile de Carnaval) en este contexto.
La vejez.
Fue. En los años cincuenta y sesenta se podía morir por
los ideales. Ahora, la subversión consiste en portar determinada marca de
zapatos, bolsos o teléfonos celulares y tentar la suerte (pág 115).
Esta ácida reflexión, apuntada por el narrador, viene a cuento de una visita,
relatada en el texto, al exguerrillero, profesor y escritor Oswaldo Barreto,
compañero y amigo del malogrado poeta revolucionario Roque Dalton. Se
trata, pues, de otro cuento íntimo y autobiográfico; de hecho, el propio autor
o su alter ego narra en primera persona toda la historia. Homenaje a Barreto, a quien RBC
reconoce deber el conocimiento de Théodore Géricault, uno de sus
pintores fundamentales; horas de conversaciones literarias irrepetibles, así
como una cantidad impresionante de anécdotas de otro de sus héroes personales, Darío
Lancini. Y, por supuesto, le debe también esta historia que le contó y que
generó este cuento, publicado por la revista Iowa
Literaria en 2013. Por cierto, se lo dedico integro en su
fallecimiento como un discreto homenaje a su persona (07/04/2017).
(https://elatajomaslargo.wordpress.com/2017/04/07/en-memoria-de-oswaldo-barreto/)
El extranjero.
Este relato, deudor de la novela de Albert Camus,
quizá sea uno de los mejores de la colección. Publicado en la antología sobre
el tema de la extranjería Para quedarme aquí.
Relatos sobre la inmigración en España (2024) de la editorial
Graviola, describe con intensidad y dramatismo el desarraigo y extrañamiento
del emigrante. Tiene como elemento autobiográfico evidente su localización en
la Alameda de Colón de Málaga, donde RBC
vivía hasta hace poco y donde diariamente era testigo de una relación brutal de
competencia entre las aves, principalmente entre gaviotas y palomas: las
gaviotas masacraban a las palomas y se las comían (sus cadáveres o vivas
directamente). Así, la imagen inicial del cuento, fue un barrendero (como
aquellos que había visto recoger cada mañana cadáveres de palomas) y un hombre
conversando. Partiendo del escenario de la alameda llena de palmeras y todo
tipo de árboles, donde los turistas toman fotos a las cotorras argentinas (que
estando siempre en grupo, como una mafia, consiguen que nadie se meta
con ellas), introduce de nuevo el tema de la inmigración venezolana en la
imagen de ese barrendero: de ese modo, la publicación de aquella antología le
dio la oportunidad de escribir la anécdota que tenía en la cabeza. Este
barrendero, que el otro personaje reconoce como su profesor de castellano y
literatura de hacía más de 30 años, circunstancia nada excepcional, no solo
para profesores de instituto, sino también para profesores universitarios, pues
los que no han muerto literalmente de hambre en Venezuela, y han podido
emigrar terminan ejerciendo cualquier tipo de trabajo. Eso,
evidentemente, es algo que me ha marcado. Así pues, al igual que no pudo
evitar el tema venezolano, tampoco pudo evitar la trama metaliteraria: cuando
aparece este profesor de literatura y este aspirante a escritor, inmediatamente
pensó en Camus y la famosa carta que escribe
al que fuera su profesor Monsieur Germain cuando gana el Premio Nobel.
Castel.
Publicado en el blog Cuatro cuentos (2012) plantea un juego metaliterario con El túnel de Ernesto Sábato. Parte de
una anécdota real que (una vez más) le contó una amiga, que tuvo un novio que
se llamaba Juan Pablo Castel, y que, en realidad parecía una versión del
personaje de Sábato. Lo que a movió a RBC a escribir el cuento, fue que la madre de ese Castel le había puesto el nombre a su hijo
aprovechando el apellido, sabiendo que le estaba llamando como el protagonista
de El túnel. Así, el cuento, narrado
en tercera persona, presenta a una muchacha, Nadia,
que se hace novia de un chico llamado Juan Pablo
Castel, ignorando, por no haber leído el libro, que es el nombre del
protagonista de El túnel.
A partir de ahí se desarrollan las vicisitudes del personaje, introduciendo una
interesante reflexión sobre la relación entre literatura y realidad, y cómo la
lectura de un libro puede influir en la vida de una persona: Uno se fascina
por personajes de la literatura, pero a veces olvida que si los conocieras en
la realidad no los soportarías. Juan Pablo Castel es insoportable, además de
peligroso.
Lobos y castores.
Fue publicado como pódcast en la serie «Historias de fiestas y psicópatas» de Storytel (2020). El relato se desarrolla en un
lugar llamado El Cráter, un espacio
indefinido que parece una ciudad, una región o un país desaparecido, que genera
un ambiente de misterio y transformación Se trata de un relato que mezcla
elementos realistas y fantásticos, que se instala en el género de terror y que
recorre temas como la identidad, la transformación y la naturaleza humana.
Presenta una sociedad animalizada, donde las figuras del lobo y el castor
cobran un significado simbólico, representando la naturaleza salvaje y la
adaptación en un mundo cambiante, encarnados en algunos personajes como el del
muchacho que se transforma en una especie de hombre lobo o el explorador que se
adentra en El Cráter. Junto a Carmen y error, es el que resulta más distinto
estilísticamente. No obstante, contiene rasgos coincidencias con otros cuentos,
como Café Rostand: Yo fui
el primer sorprendido leyendo los cuentos viendo esas recurrencias.
Coincidencia que hacen que este libro de cuentos sea como los sueños. Incluso
este relato que en su noventa por ciento es fantástico o gótico está enmarcado
en unas claves que terminan circunscribiendo la realidad. Al final se trata de
un podcast que transmite este personaje y uno puede sondear allí la metáfora de
cómo se da el proceso creativo, de dónde toma ese personaje las herramientas
para fantasear sus frustraciones y su venganza: Cualquier escritor hace
muchas veces lo mismo.
PERSONAJES EN BUSCA DE…
Como se ha visto, uno de esos rasgos coincidentes de los
cuentos del libro son los venecos, personajes que son personas en transición:
mental, física o ambas a la vez. La disyuntiva entre irse o quedarse atraviesa
todo el libro. Huyendo de sí mismos y de sus recuerdos, los personajes lo único
que tienen es aquello de lo que se alejan. Cada historia es un instante decisivo
de su vida que se nos muestra a los lectores para compartir sus incertidumbres,
más que para sacar conclusiones.
Pero, como se ha visto, el libro tiene varias historias de venecas,
es decir de, personajes femeninos. Rasgo motivado por el hecho de que varios cuentos
tienen su origen en anécdotas que, a lo largo de los años y por distintas
razones, le han venido contado a RBC
exparejas, amigas o compañeras de trabajo, por lo que, al pasarlas a cuentos, ha
seguido la pauta creativa (marca de la casa) de procurar que el registro se
mantuviera lo más cercano a las voces que se lo habían contado.
De igual modo, muchos personajes tienen relación con la
literatura. Son profesores, lectores o escritores (o quieren serlo, o lo fueron
y les ha ido mal). Es literatura que habla de la literatura. Este es un rasgo
que no ha variado desde sus primeros escritos: todo lo que escribo en algún
momento sirve como un canal para transmitir, no sé, intereses de determinados
autores y lecturas. Y la Escuela de Letras de la UCV donde fue estudiante y
luego profesor (donde pasó 15 años de su vida) es uno de los lugares
fundamentales del libro: es una cantera inagotable de historias, incluso
cosas que estoy escribiendo ahorita pasan por ese pasillo de la escuela de
letras.
También
tienen relación con el cine: es cierto que el cine ha ganado una relevancia
evidente en mis dos últimos libros (la novela Simpatía
y Venecos). Estas referencias tienen
una función parecida a la de la literatura en la vida de los personajes: son
hitos, modelos de conducta, sueños y aspiraciones. En los personajes del libro,
el cine señala ciertas búsquedas «exteriores», mientras que la presencia
de la literatura apuntaría a búsqueda interiores, más íntimas, orientadas hacia
el autoconocimiento.
VENECO Y CUENTISTA.
Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981) es un
escritor muy poco conocido en España, aunque poco a poco se está abriendo
camino en el mundo literario español. Por eso conviene saber de quién estamos
hablando. Es Licenciado en Letras y Magíster en Estudios Literarios por la UCV,
en la que fue profesor de Teoría Literaria en la Escuela de Letras
posteriormente. Continuó Como investigador en la Universidad de París XIII
donde dedicó tres años al estudio de la obra del escritor Juan Carlos Méndez
Guédez. Hasta que se exilió
hace ya 11 años: ahora reside en nuestro país, en Málaga concretamente.
Actualmente imparte talleres de escritura creativa y es colaborador del ABC Cultural,
Letras Libres y Rialta.
Dedicado durante muchos años al estudio, inició su
producción literaria con poemarios y obras de cuentos y relatos. Mucho más
tarde, 2016, publicó su primera novela The Night,
donde relata la crisis de su país natal y con la que obtuvo un resonante éxito:
en 2019 ganó el Premio de la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, y ha sido
traducida al francés, al checo, al neerlandés y al inglés (cuya traducción fue
considerada como uno de los 10 mejores libros de 2022 por la prestigiosa
revista inglesa Southwest Review). Su
segunda novela, Simpatía, llegaría en
2021: traducida también a varios idiomas, fue candidata al Premio International
Booker 2024
Mientras tanto, su prestigio se cimenta en los cuentos y
relatos cortos donde muestra especial maestría. Su relato The Mad people of París (Los locos de París),
publicado en número 107.2 de la Southest Review
(verano de 2022) recibió el premio O. Henry en 1923. Tiene varias colecciones
de historias, entre las que se encuentran Una
larga fila de hombres, Los
invencibles, Las rayas y Los terneros, que fue traducida al inglés como
Sacrifices: Stories en 2022 y fue
finalista del Premio Ribera del Duero. En 2007 fue incluido en la lista Bogotá
39, que se encarga de destacar a los mejores escritores jóvenes de
Latinoamérica. Y una traducción de su relato Payaso
(Clown) aparece en la antología Crude
Words: Contemporary Writing from Venezuela (Ragpicker, 2016).
Como muchos lectores y escritores americanos, se reconoce
como ferviente admirador de Jorge Luis Borges (como un dios padre que
está presente en todo) en cuyas obras ha nacido su amor por la Literatura.
Pero también siente devoción por Cortázar, Julio
Ramón Ribeyro, Carson McCullers, Pedro Ugarte o el también
venezolano Francisco Massiani (uno de sus cuentistas favoritos).
«Fue poner el otro pie en su país de acogida y adaptarse lo más rápido posible. Todavía hoy se sorprende de lo fácil que resultó. Su capacidad de mimetizarse con el entorno hizo de él el mismo muchacho simpático y querido por todos que había sido antes en Caracas.» (El extranjero, pág. 121)

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