«CLAROSCURO»Nella Larsen (1928)
LA
TRAUMATRIZADA NELLIE WALKER
Nella Larsen. nombre
tras el que se ocultaba la personalidad atormentada y enigmática de Nellie Walker, nació en Chicago el 13 de
abril de 1891, de madre de origen danés y padre de color
de origen antillano. Cuando tenía 6 años,
su madre decidió volver a casarse, esta vez con un hombre blanco. El desprecio
por la mestiza Nella fue implacable: no
volvió a verla, la dejó internada en un colegio lejano, y luego (protegida por
un tío blanco) logró entrar en una institución de enseñanza de negros para
negros, de donde salió con excelentes calificaciones convertida en maestra.
Rechazada
por su familia, asistió durante un tiempo a la universidad y en 1919 se trasladó a Nueva York, donde trabajó como enfermera y
bibliotecaria. Ese mismo año se casó con Elmer Imes, profesor de la Universidad de Fisk y prestigioso científico,
matrimonio que le proporcionó el reconocimiento social que ansiaba, además de
la estabilidad económica.
A mediados los años veinte comenzó a
publicar relatos. En 1928 apareció su
primera novela, Quicksand, y en 1929, CLAROSCURO, una y
otra muy bien acogidas por la crítica de la época. En ambas ahonda en el tema
que más le angustió toda su vida: su trauma
de infancia, pues nunca logró resolver el dolor del desprecio materno.
En 1930, año en que se la acusó de plagio y
conoció la infidelidad de su marido, viajó a
Europa gracias al dinero de la beca Guggenheim, la primera
que se concedía a una mujer afroamericana.
Residió
unos meses en Palma de Mallorca,
donde fue testigo de la proclamación de la República. Al poco tiempo de regresar a Estados Unidos se divorció. El
divorcio, el rechazo por parte de los editores de su tercera novela, los
reveses económicos y la acusación de plagio (acusación de la que fue declarada
inocente) la sumieron en la depresión e hicieron que abandonara los ambientes
literarios. Dejó de escribir y volvió a trabajar de enfermera en el Hospital y Hogar Lincoln en
el Bronx.
El 30 de marzo de 1964
se encontró su cadáver en su apartamento de
Nueva York. Llevaba varios días muerta, víctima al parecer de un
ataque al corazón, esta escritora considerada como una de las más aclamadas del
Renacimiento
de Harlem.
NOVELA DE PERSONAJES
Este
tranquilo boceto de relaciones femeninas, muy en la línea de la obra intimista
y de creación psicológica de personajes de Henry James, se sustenta
sobre las dos protagonistas de la
obra (junto a algunos personajes secundarios)
que rellenan los huecos dramáticos de esta obra de cámara, que podría ser la
proyección novelada de una obra de teatro de Tennessee Williams ante
el dramatismo interior de los papeles protagonistas.
La
novela se desarrolla en torno a cuatro personajes,
dos femeninos y dos masculinos, aunque realmente se articula en torno a las dos mujeres mulatas,
Irene
Redfield y Clare Kendry, que vivieron en el mismo barrio en su niñez,
y, ya adultas, se encuentran por casualidad y de ese encuentro fortuito surgirá el conflicto.
El antagonismo
entre ambas constituye el eje sobre
el que se asienta la novela. La disparidad de sus caracteres, que en un
principio parece reducirse cómo asume su raza cada una (Irene con orgullo, Clare
como algo prescindible), irá acrecentándose a medida que Clare empiece a formar parte de la vida de su
amiga, hasta llegar a una rivalidad absoluta y total.
Irene Redfield es una (tranquila y perfecta) ama de casa
burguesa, fiel a sus orígenes, casada con un exitoso médico negro en
un matrimonio ordenado y madre de dos hijos, consciente de su
estatus, que, de vez en cuando, aprovechando el color de su piel (es mulata) se
camufla para acceder al mundo de los blancos. Aunque no se oculta, parece
desear algo de lo que Clare tiene,
cerrando así un complejo círculo en el que una mira a la otra en una difícil
relación entre ambas. Pero el personaje (esa ama de casa de clase acomodada) de las
primeras páginas va virando para convertirse en una mujer insegura, decidida a defender a
cualquier precio la vida que se ha esforzado en conseguir: tratará por
todos los medios que sus ocupaciones de esposa, madre y anfitriona se mantengan
estables, que su vida continue sin cambios, que no se perturbe su aparente
estabilidad familiar. La timorata Irene
acaba desvelándose como una mujer dispuesta a todo para defender su estilo de
vida (aunque eso suponga luchar contra el deseo de su esposo de marcharse a
ejercer la medicina a donde sus conocimientos puedan ser más necesarios).
En
suma, Irene Redfield, por sus imprevistas
decisiones, se constituye en motor de todos sus movimientos. Y es que, aunque
ella se lo piense mucho y medite todas y cada una de las posibilidades de
actuación hasta la extenuación, al final, su cualidad personalidad (de mujer
herida) puede con todo (ética, educación, amistad, amor y raza).
Por
su parte, Clare Kendry fue una niña pobre y falta de cariño que durante su
infancia ere vecina de Irene y guarda un
recuerdo agradecido de ella y sus padres, que siempre la ayudaron hasta que
desapareció del barrio. Renegando
de su origen, accede al mundo de los blancos de forma permanente al casarse con
un hombre blanco de buena posición, al que oculta (así como al resto de su
sociedad) su sangre negra, y que, pese a haber conseguido todo lo
que se proponía (lujos, vida desahogada, privilegios) vive con un sentimiento
de soledad (alejada de los suyos, de su raza) acentuado al reencontrarse con Irene. Clare permite, incluso secunda, comentarios
racistas de su marido, y eso la convierte, hasta cierto punto, en traidora a su
raza. Su vida no es satisfactoria, y aunque sigue añorando algunas de las cosas
que dejó atrás, para ella familia e hijos no constituyen una prioridad (su
visión sobre la maternidad es totalmente contraria a la de su amiga). Así, Clare, que se había
presentado, desde la perspectiva de su amiga, como una mujer antojadiza, alguien que no se detiene a valorar los riesgos
para obtener aquello que desea, acaba convirtiéndose en la víctima de la historia (sustanciando
un mayor calado del que parecía al principio).
A
través de su relación y las de sus familias, y de las reacciones que despiertan
la una en la otra, se desarrolla la historia: Irene y Clare que se presentan, inicialmente, tan
diferentes terminan pareciéndose mucho más de lo que ellas mismas reconocerían.
Los dos
personajes masculinos, los correspondientes cónyuges, aparecen muy desdibujados
y, en realidad, sirven de contrapunto a los femeninos, representando cada uno
de ellos un contraste dialéctico a cada una de las protagonistas. Brian Redfield, el marido de Irene, médico
de color, veterano de la Primera Guerra Mundial,
deseoso de recomenzar la vida familiar en otro país multirracial (como Brasil),
es buena persona, algo débil, se deja seducir por Clare,
a quien había criticado y odiado antes de
conocerla en persona. En este sentido representa la negritud cabal y deseosa de
contribuir al bien general, sabiendo que en una sociedad racialmente
radicalizada nunca podrá hacerlo plenamente.
Por
su parte, John
Bellew,
marido de Clare, es un hombre rico de raza
blanca y carácter racista y despiadado, que se muestra profundamente enamorado
de su bella y enigmática esposa (para quien ese matrimonio ha supuesto la
manera de huir de una vida de pobreza y marginalidad).
Representa el cuerpo de esa sociedad cegada por el racismo, de forma
que no ve personas en los miembros de otra raza, independientemente de sus
valores y personalidad (ama a su esposa, pero odia a la negra que en realidad
es).
La ambigüedad que envuelve algunos pasajes de
la novela, incluyendo el final, hace que sean los lectores los que le demos las
interpretaciones que creamos oportunas, abriéndose al debate y a la reflexión
UNA TRAMA DESARTICULADA:
Novela de sentimientos desde su inicio, con la
carta que recibe Irene, y de significados entre
líneas que la convierten en una lectura totalmente adictiva.
Sentimientos que incitan a escrutar entre líneas para intentar ahondar en la,
aparentemente banal, historia.
La historia se sitúa a finales de
los años veinte en Harlem y Chicago: en una
sociedad como la que refleja en ella, donde la segregación racial estaba
plenamente vigente.
En ese
contexto, se inicia la trama cuando Irene recibe una carta
de su amiga de la infancia, Clare, de la que
hace bastantes
años que no sabe nada. Y recuerda su encuentro, en una cafetería de moda en Chicago en los años veinte,
reservada a blancos: su color les permite pasar por blancas, aunque Clare, a diferencia de Irene,
lo oculta profundamente por el racismo extremo de su marido. En efecto, en una visita a Chicago Irene
se encuentra en esa cafetería con Clare,
a la que hacía años no veía. Su amiga, que después de desparecer contrajo
matrimonio, ocultando su origen gracias a su piel
clara, con un hombre rico de raza blanca y carácter racista, parece
encantada con la idea de retomar el contacto, y eso produce en Irene sentimientos contradictorios: para Clare, ese matrimonio ha sido la manera de huir de una
vida de pobreza y marginalidad, pero su reencuentro con Irene le hace desear
volver a su comunidad, mientras que la relación supone un conflicto interno para Irene,
mujer metódica, afanada en defender la seguridad de su vida burguesa.
Este encuentro será el primero de los tres que, en Nueva York y
pocas semanas después, les conducirá a una desafortunada fiesta en la que, inesperadamente, se
precipitará el desenlace.
La
resolución
final no viene anticipada, aunque hay indicios
en Irene de una conducta que
podría llegar a ser extrema, una amenaza directa: No sabes bien Rene de lo que puedo llegar a ser capaz, puedo herir a
quien sea y quitarme de en medio cualquier obstáculo. Este final,
absolutamente brillante, diferente a lo habitual, y con una fuerza que deja al
lector sumido en la incertidumbre y el
desasosiego, en un estado de clara oscuridad o de claridad oscura:
quién lo ha hecho, cómo ha sucedido, es posible que una mujer como Clare tome una decisión así, ha sido algo fortuito
o la intervención de alguien (una cosa es el deseo de algo, y otra cosa es actuar
para lograrlo), cómo pudo pasar algo así
a la vista de todos los presentes… Sea como fuere, Clare
desaparece abruptamente, tal como regresó y la (no tan sólida) vida de Irene, leal a la raza, pero calculadora y
represora de la aspiración de cambio de su marido, se verá también sacudida.
La
caracterización de los es femeninos determina que la novela, lejos de
reducirse al mero alegato antirracista, se resulte una historia íntima, donde los personajes se
esconden de sí mismos: la autora retrata muy bien los miedos ocultos y las
motivaciones primitivas propias del ser humano en defender lo propio de las
amenazas externas.
En
suma, una historia que avanza en un torbellino
de experiencias contadas de manera ágil,
con gran poder de síntesis, e
impúdica exposición de una convincente pareja:
la unión del coraje y el miedo en la travesía existencial.
ESTRUCTURA DEL
(DES)ENCUENTRO
Si
a ello añadimos que, aunque la voz narradora en
tercera persona (dotada de perspicacia psicológica para caracterizar
a los personajes y sus acciones) es el punto de
vista de Irene el que sustenta la trama y transmite su desazón
constante, porque desde el primer encuentro
y fascinación por su amiga, la asalta un temor tremendo. Una intuición de
trágico desenlace en torno a esa persona divertida, encantadora, pero tan audaz
en su comportamiento y su deseo de acercarse al mundo
de Harlem en ausencia de su marido
que odia a los negros… Irene teme que cuanto
haga podrá volverse en contra de sus aspiraciones de estabilidad.
En
este sentido, sin duda la influencia del inconsciente
de Sigmund Freud en la
cultura (negra estadounidense, en este caso) y la de Henry James, iniciador del punto
de vista (aquí, el de Irene), en
la narración son corrientes vertebrales de la novela.
Estructuralmente, esta breve novela (de sólo 150 páginas), de prosa cuidadosa
y precisa, que recurriendo a largas frases
descriptivas nos sitúa en un contexto y ambiente burgueses (pese a
que sus protagonistas sean negros), se organiza
en tres
actos, a manera de una pieza teatral: El encuentro; El reencuentro;
El final. Enfocada
en la palabra y en las intervenciones de sus cuatro actores protagonistas.
Nella Larsen va trabajando cada faceta de la historia, con estilo reposado y sencillo, presentando de
manera gradual el conflicto
que acabará por enfrentar a las dos
protagonistas: con cada elemento que incorpora la imagen de cada una
de las mujeres se va completando, permitiendo una perspectiva cada vez más
precisa.
El
resultado es una novela de tono sobrio, trufada de complejidades y sutilezas, dejando que sea el lector quien realice sus propias interpretaciones de los diálogos y las situaciones que
se presentan.
DE LA AMISTAD RETOMADA Y LA IDENTIDAD
En
Claroscuro
hay una voluntad de profundizar en la tragedia de ser apartado por el color de
la piel: Acabo de publicar mi segunda novela, Passing. El tema es la
angustia de los negros en este mundo de blancos intolerantes. Racismo
de blancos hacia negros y también entre estos con un clasismo que va desde el
delirio repulsivo hasta el vergonzante camino de perderse bajo la feroz mirada
de unos y otros. Racismo como versión de un enfrentamiento clasista, de
presunta superioridad versus inferioridad peligrosa.
Es evidente un cierto tema racial: plenamente integrados
en el mundo
cultural de la
burguesía
afroamericana de Harlem Brian e Irene tienen dos
hijos. A él le alarman los linchamientos a negros sin juicio justo, mientras
ella procura ocultar todos los desmanes a sus hijos, sobre todo al mayor al
que, en el colegio, ya le han llamado «negrata de
mierda», y hace todo lo posible por afirmar la estabilidad de su
matrimonio y su familia.
No
obstante, la historia va más allá de temas raciales, para adentrarse en las motivaciones humanas y lo que el ser humano
está dispuesto a hacer para defender lo que considera suyo. De hecho, la raza es
sólo el trasfondo (sin duda
relevante) sobre el que se dibujan unos personajes (especialmente
Irene) de
sutil complejidad.
Pero, además del tema racial muestra la situación de la mujer en la sociedad de la época, la identidad, el mundo de las apariencias y el sentimiento de pertenencia. ¿Deseamos ser
otra persona o, al menos, disimular quien realmente somos? ¿Se puede vivir bajo
una máscara que diluya nuestro propio ser? La fuerza narrativa de esta
escritora es tan vibrante que hoy, casi cien
años después, se lee como si fuera actual.
Un
modelo de literatura en el que los conflictos
sociales de las mujeres se exponen con gran riqueza de matices,
haciendo de las contradicciones y los sinsabores elementos vitales
indispensables; pues en el fondo, habla de las reacciones de mujeres que tratan
de sobrevivir
en la jungla que, generalmente, ellas mismas crean. Se percibe
la influencia de importantes autoras de finales del XIX (como Kate
Chopian o Edith Wharton) con narrativas sobre la decisiva institución del matrimonio en la vida
de la mujer. Solo que aquí se va más allá: se trata de la mujer,
pero la de raza negra, con lo que el conflicto se incrementa.
El
conflicto
se dirime en varios ejes: los celos mutuos de dos amigas, un día,
fraternales; inseguridades
femeninas; lealtad a la raza (vínculo y cárcel); superioridad del magnetismo personal y sensual de una amiga
sobre la otra; amenaza latente (de Clare)
al estatus
(de Irene); ambición
e invasión vital (de una
mujer ávida de reconquistar el contacto con la negritud abandonada) sirviéndose de
las relaciones sociales (de su antigua amiga); las sospechas razonables o
imaginarias de infidelidad
conyugal; apuntes feministas sobre la maternidad (Yo creo que ser madre es lo más
cruel de este mundo); perspectivas racistas
(del ignorante marido de Clare)…
En
palabras de Joyce Carol Oates: una
obra digna de Henry James por su meticulosidad, y que trata de la
furia asesina que puede provocar en una mujer el hecho de verse sobrepasada por
otra.
Estas cuestiones
desembocan en un solo concepto, la identidad, un tema ampliamente abordado en la literatura que, sin
embargo, no lo ha sido tanto en su vertiente de reflexión sobre la identidad racial y la ocultación
y el disimulo de ésta. La construcción de la
identidad queda reflejada como
una cuestión social, colectiva, de grupo, y no como el proceso
individualista que se vende ahora con eslóganes tales como «busca en tu interior». Irene se resiste a
retomar la amistad, viendo el peligro en cada paso que da su amiga, no solo el
peligro de lo que podría ocurrir si el marido de Clare
descubriera que es negra, también siente que su propia estabilidad familiar
comienza a estar amenazada. Se
mueve entre la lealtad a la raza y el deseo de librarse de lo que puede
suponer el fin de una vida «perfecta» de apariencias.
ALGUNAS ANOTACIONES FINALES
La
primera, respecto al metafórico título original (Passing),
que puede ser traducido como "ocultación" o "pasar por
una identidad racial a la que no se pertenece". Se utilizaba este
término para referirse a una persona de una raza (en general de raza negra) que
se hacía pasar por otra (generalmente raza blanca) para romper con la distancia
social y no ser objeto de discriminación.
Siguiendo
con el prólogo de Maribel
Cruzado Soria, que resulta casi tan interesante como la propia novela, y
tan necesario para entender la situación que vivían las personas dentro de la
comunidad de color en esos años. Y, sobre todo, porque ayuda a conocer a la
autora, dejando entrever los tintes autobiográficos de Nella
Larsen subyacentes.
Finalmente,
parece recomendable dejar
la lectura del prólogo para el final, pues la información sobre la
vida de la autora, tan falta de afectos y recursos, resulta patética y
determinante en la comprensión del texto. No lo es, sin embargo, el hecho de la
ocultación racial, que más vale no conocer de entrada.

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