martes, 17 de septiembre de 2024

CLAROSCURO

 

«CLAROSCURO»
Nella Larsen (1928)

«Seguridad. ¿Era únicamente una palabra? Y, si no lo era, ¿solo se conquistaba a cambio del sacrificio de cosas como el amor, la felicidad o algún éxtasis salvaje que ella nunca había experimentado? ¿Creer demasiado en una vida segura y estable, poner demasiado empeño en conservarla, incapacitan para otras cosas?»


LA TRAUMATRIZADA NELLIE WALKER

Nella Larsen. nombre tras el que se ocultaba la personalidad atormentada y enigmática de Nellie Walker, nació en Chicago el 13 de abril de 1891, de madre de origen danés y padre de color de origen antillano. Cuando tenía 6 años, su madre decidió volver a casarse, esta vez con un hombre blanco. El desprecio por la mestiza Nella fue implacable: no volvió a verla, la dejó internada en un colegio lejano, y luego (protegida por un tío blanco) logró entrar en una institución de enseñanza de negros para negros, de donde salió con excelentes calificaciones convertida en maestra.

Rechazada por su familia, asistió durante un tiempo a la universidad y en 1919 se trasladó a Nueva York, donde trabajó como enfermera y bibliotecaria. Ese mismo año se casó con Elmer Imes, profesor de la Universidad de Fisk y prestigioso científico, matrimonio que le proporcionó el reconocimiento social que ansiaba, además de la estabilidad económica.

A mediados los años veinte comenzó a publicar relatos. En 1928 apareció su primera novela, Quicksand, y en 1929, CLAROSCURO, una y otra muy bien acogidas por la crítica de la época. En ambas ahonda en el tema que más le angustió toda su vida: su trauma de infancia, pues nunca logró resolver el dolor del desprecio materno.

En 1930, año en que se la acusó de plagio y conoció la infidelidad de su marido, viajó a Europa gracias al dinero de la beca Guggenheim, la primera que se concedía a una mujer afroamericana.

Residió unos meses en Palma de Mallorca, donde fue testigo de la proclamación de la República. Al poco tiempo de regresar a Estados Unidos se divorció. El divorcio, el rechazo por parte de los editores de su tercera novela, los reveses económicos y la acusación de plagio (acusación de la que fue declarada inocente) la sumieron en la depresión e hicieron que abandonara los ambientes literarios. Dejó de escribir y volvió a trabajar de enfermera en el Hospital y Hogar Lincoln en el Bronx.

El 30 de marzo de 1964 se encontró su cadáver en su apartamento de Nueva York. Llevaba varios días muerta, víctima al parecer de un ataque al corazón, esta escritora considerada como una de las más aclamadas del Renacimiento de Harlem.

NOVELA DE PERSONAJES

Este tranquilo boceto de relaciones femeninas, muy en la línea de la obra intimista y de creación psicológica de personajes de Henry James, se sustenta sobre las dos protagonistas de la obra (junto a algunos personajes secundarios) que rellenan los huecos dramáticos de esta obra de cámara, que podría ser la proyección novelada de una obra de teatro de Tennessee Williams ante el dramatismo interior de los papeles protagonistas.

La novela se desarrolla en torno a cuatro personajes, dos femeninos y dos masculinos, aunque realmente se articula en torno a las dos mujeres mulatas, Irene Redfield y Clare Kendry, que vivieron en el mismo barrio en su niñez, y, ya adultas, se encuentran por casualidad y de ese encuentro fortuito surgirá el conflicto. El antagonismo entre ambas constituye el eje sobre el que se asienta la novela. La disparidad de sus caracteres, que en un principio parece reducirse cómo asume su raza cada una (Irene con orgullo, Clare como algo prescindible), irá acrecentándose a medida que Clare empiece a formar parte de la vida de su amiga, hasta llegar a una rivalidad absoluta y total.

Irene Redfield es una (tranquila y perfecta) ama de casa burguesa, fiel a sus orígenes, casada con un exitoso médico negro en un matrimonio ordenado y madre de dos hijos, consciente de su estatus, que, de vez en cuando, aprovechando el color de su piel (es mulata) se camufla para acceder al mundo de los blancos. Aunque no se oculta, parece desear algo de lo que Clare tiene, cerrando así un complejo círculo en el que una mira a la otra en una difícil relación entre ambas. Pero el personaje (esa ama de casa de clase acomodada) de las primeras páginas va virando para convertirse en una mujer insegura, decidida a defender a cualquier precio la vida que se ha esforzado en conseguir: tratará por todos los medios que sus ocupaciones de esposa, madre y anfitriona se mantengan estables, que su vida continue sin cambios, que no se perturbe su aparente estabilidad familiar. La timorata Irene acaba desvelándose como una mujer dispuesta a todo para defender su estilo de vida (aunque eso suponga luchar contra el deseo de su esposo de marcharse a ejercer la medicina a donde sus conocimientos puedan ser más necesarios).

En suma, Irene Redfield, por sus imprevistas decisiones, se constituye en motor de todos sus movimientos. Y es que, aunque ella se lo piense mucho y medite todas y cada una de las posibilidades de actuación hasta la extenuación, al final, su cualidad personalidad (de mujer herida) puede con todo (ética, educación, amistad, amor y raza).

Por su parte, Clare Kendry fue una niña pobre y falta de cariño que durante su infancia ere vecina de Irene y guarda un recuerdo agradecido de ella y sus padres, que siempre la ayudaron hasta que desapareció del barrio. Renegando de su origen, accede al mundo de los blancos de forma permanente al casarse con un hombre blanco de buena posición, al que oculta (así como al resto de su sociedad) su sangre negra, y que, pese a haber conseguido todo lo que se proponía (lujos, vida desahogada, privilegios) vive con un sentimiento de soledad (alejada de los suyos, de su raza) acentuado al reencontrarse con Irene. Clare permite, incluso secunda, comentarios racistas de su marido, y eso la convierte, hasta cierto punto, en traidora a su raza. Su vida no es satisfactoria, y aunque sigue añorando algunas de las cosas que dejó atrás, para ella familia e hijos no constituyen una prioridad (su visión sobre la maternidad es totalmente contraria a la de su amiga). Así, Clare, que se había presentado, desde la perspectiva de su amiga, como una mujer antojadiza, alguien que no se detiene a valorar los riesgos para obtener aquello que desea, acaba convirtiéndose en la víctima de la historia (sustanciando un mayor calado del que parecía al principio).

A través de su relación y las de sus familias, y de las reacciones que despiertan la una en la otra, se desarrolla la historia: Irene y Clare que se presentan, inicialmente, tan diferentes terminan pareciéndose mucho más de lo que ellas mismas reconocerían.

Los dos personajes masculinos, los correspondientes cónyuges, aparecen muy desdibujados y, en realidad, sirven de contrapunto a los femeninos, representando cada uno de ellos un contraste dialéctico a cada una de las protagonistas. Brian Redfield, el marido de Irene, médico de color, veterano de la Primera Guerra Mundial, deseoso de recomenzar la vida familiar en otro país multirracial (como Brasil), es buena persona, algo débil, se deja seducir por Clare, a quien había criticado y odiado antes de conocerla en persona. En este sentido representa la negritud cabal y deseosa de contribuir al bien general, sabiendo que en una sociedad racialmente radicalizada nunca podrá hacerlo plenamente.

Por su parte, John Bellew, marido de Clare, es un hombre rico de raza blanca y carácter racista y despiadado, que se muestra profundamente enamorado de su bella y enigmática esposa (para quien ese matrimonio ha supuesto la manera de huir de una vida de pobreza y marginalidad). Representa el cuerpo de esa sociedad cegada por el racismo, de forma que no ve personas en los miembros de otra raza, independientemente de sus valores y personalidad (ama a su esposa, pero odia a la negra que en realidad es).

 La ambigüedad que envuelve algunos pasajes de la novela, incluyendo el final, hace que sean los lectores los que le demos las interpretaciones que creamos oportunas, abriéndose al debate y a la reflexión

UNA TRAMA DESARTICULADA:

Novela de sentimientos desde su inicio, con la carta que recibe Irene, y de significados entre líneas que la convierten en una lectura totalmente adictiva. Sentimientos que incitan a escrutar entre líneas para intentar ahondar en la, aparentemente banal, historia.

La historia se sitúa a finales de los años veinte en Harlem y Chicago: en una sociedad como la que refleja en ella, donde la segregación racial estaba plenamente vigente.

En ese contexto, se inicia la trama cuando Irene recibe una carta de su amiga de la infancia, Clare, de la que hace bastantes años que no sabe nada. Y recuerda su encuentro, en una cafetería de moda en Chicago en los años veinte, reservada a blancos: su color les permite pasar por blancas, aunque Clare, a diferencia de Irene, lo oculta profundamente por el racismo extremo de su marido. En efecto, en una visita a Chicago Irene se encuentra en esa cafetería con Clare, a la que hacía años no veía. Su amiga, que después de desparecer contrajo matrimonio, ocultando su origen gracias a su piel clara, con un hombre rico de raza blanca y carácter racista, parece encantada con la idea de retomar el contacto, y eso produce en Irene sentimientos contradictorios: para Clare, ese matrimonio ha sido la manera de huir de una vida de pobreza y marginalidad, pero su reencuentro con Irene le hace desear volver a su comunidad, mientras que la relación supone un conflicto interno para Irene, mujer metódica, afanada en defender la seguridad de su vida burguesa.

Este encuentro será el primero de los tres que, en Nueva York y pocas semanas después, les conducirá a una desafortunada fiesta en la que, inesperadamente, se precipitará el desenlace.

La resolución final no viene anticipada, aunque hay indicios en Irene de una conducta que podría llegar a ser extrema, una amenaza directa: No sabes bien Rene de lo que puedo llegar a ser capaz, puedo herir a quien sea y quitarme de en medio cualquier obstáculo. Este final, absolutamente brillante, diferente a lo habitual, y con una fuerza que deja al lector sumido en la incertidumbre y el desasosiego, en un estado de clara oscuridad o de claridad oscura: quién lo ha hecho, cómo ha sucedido, es posible que una mujer como Clare tome una decisión así, ha sido algo fortuito o la intervención de alguien (una cosa es el deseo de algo, y otra cosa es actuar para lograrlo),  cómo pudo pasar algo así a la vista de todos los presentes… Sea como fuere, Clare desaparece abruptamente, tal como regresó y la (no tan sólida) vida de Irene, leal a la raza, pero calculadora y represora de la aspiración de cambio de su marido, se verá también sacudida.

La caracterización de los es femeninos determina que la novela, lejos de reducirse al mero alegato antirracista, se resulte una historia íntima, donde los personajes se esconden de sí mismos: la autora retrata muy bien los miedos ocultos y las motivaciones primitivas propias del ser humano en defender lo propio de las amenazas externas.

En suma, una historia que avanza en un torbellino de experiencias contadas de manera ágil, con gran poder de síntesis, e impúdica exposición de una convincente pareja: la unión del coraje y el miedo en la travesía existencial.

ESTRUCTURA DEL (DES)ENCUENTRO

Si a ello añadimos que, aunque la voz narradora en tercera persona (dotada de perspicacia psicológica para caracterizar a los personajes y sus acciones) es el punto de vista de Irene el que sustenta la trama y transmite su desazón constante, porque desde el primer encuentro y fascinación por su amiga, la asalta un temor tremendo. Una intuición de trágico desenlace en torno a esa persona divertida, encantadora, pero tan audaz en su comportamiento y su deseo de acercarse al mundo de Harlem en ausencia de su marido que odia a los negros… Irene teme que cuanto haga podrá volverse en contra de sus aspiraciones de estabilidad.

En este sentido, sin duda la influencia del inconsciente de Sigmund Freud en la cultura (negra estadounidense, en este caso) y la de Henry James, iniciador del punto de vista (aquí, el de Irene), en la narración son corrientes vertebrales de la novela.

Estructuralmente, esta breve novela (de sólo 150 páginas), de prosa cuidadosa y precisa, que recurriendo a largas frases descriptivas nos sitúa en un contexto y ambiente burgueses (pese a que sus protagonistas sean negros), se organiza en tres actos, a manera de una pieza teatral: El encuentro; El reencuentro; El final. Enfocada en la palabra y en las intervenciones de sus cuatro actores protagonistas.

Nella Larsen va trabajando cada faceta de la historia, con estilo reposado y sencillo, presentando de manera gradual el conflicto que acabará por enfrentar a las dos protagonistas: con cada elemento que incorpora la imagen de cada una de las mujeres se va completando, permitiendo una perspectiva cada vez más precisa.

El resultado es una novela de tono sobrio, trufada de complejidades y sutilezas, dejando que sea el lector quien realice sus propias interpretaciones de los diálogos y las situaciones que se presentan.

DE LA AMISTAD RETOMADA Y LA IDENTIDAD

En Claroscuro hay una voluntad de profundizar en la tragedia de ser apartado por el color de la piel: Acabo de publicar mi segunda novela, Passing. El tema es la angustia de los negros en este mundo de blancos intolerantes. Racismo de blancos hacia negros y también entre estos con un clasismo que va desde el delirio repulsivo hasta el vergonzante camino de perderse bajo la feroz mirada de unos y otros. Racismo como versión de un enfrentamiento clasista, de presunta superioridad versus inferioridad peligrosa.

Es evidente un cierto tema racial: plenamente integrados en el mundo cultural de la burguesía afroamericana de Harlem Brian e Irene tienen dos hijos. A él le alarman los linchamientos a negros sin juicio justo, mientras ella procura ocultar todos los desmanes a sus hijos, sobre todo al mayor al que, en el colegio, ya le han llamado «negrata de mierda», y hace todo lo posible por afirmar la estabilidad de su matrimonio y su familia.

No obstante, la historia va más allá de temas raciales, para adentrarse en las motivaciones humanas y lo que el ser humano está dispuesto a hacer para defender lo que considera suyo. De hecho, la raza es sólo el trasfondo (sin duda relevante) sobre el que se dibujan unos personajes (especialmente Irene) de sutil complejidad.

Pero, además del tema racial muestra la situación de la mujer en la sociedad de la época, la identidad, el mundo de las apariencias y el sentimiento de pertenencia. ¿Deseamos ser otra persona o, al menos, disimular quien realmente somos? ¿Se puede vivir bajo una máscara que diluya nuestro propio ser? La fuerza narrativa de esta escritora es tan vibrante que hoy, casi cien años después, se lee como si fuera actual.

Un modelo de literatura en el que los conflictos sociales de las mujeres se exponen con gran riqueza de matices, haciendo de las contradicciones y los sinsabores elementos vitales indispensables; pues en el fondo, habla de las reacciones de mujeres que tratan de sobrevivir en la jungla que, generalmente, ellas mismas crean. Se percibe la influencia de importantes autoras de finales del XIX (como Kate Chopian o Edith Wharton) con narrativas sobre la decisiva institución del matrimonio en la vida de la mujer. Solo que aquí se va más allá: se trata de la mujer, pero la de raza negra, con lo que el conflicto se incrementa.

El conflicto se dirime en varios ejes: los celos mutuos de dos amigas, un día, fraternales; inseguridades femeninas; lealtad a la raza (vínculo y cárcel); superioridad del magnetismo personal y sensual de una amiga sobre la otra; amenaza latente (de Clare) al estatus (de Irene); ambición e invasión vital (de una mujer ávida de reconquistar el contacto con la negritud abandonada) sirviéndose de las relaciones sociales (de su antigua amiga); las sospechas razonables o imaginarias de infidelidad conyugal; apuntes feministas sobre la maternidad (Yo creo que ser madre es lo más cruel de este mundo); perspectivas racistas (del ignorante marido de Clare)…

En palabras de Joyce Carol Oates: una obra digna de Henry James por su meticulosidad, y que trata de la furia asesina que puede provocar en una mujer el hecho de verse sobrepasada por otra.

Estas cuestiones desembocan en un solo concepto, la identidad, un tema ampliamente abordado en la literatura que, sin embargo, no lo ha sido tanto en su vertiente de reflexión sobre la identidad racial y la ocultación y el disimulo de ésta. La construcción de la identidad queda reflejada como una cuestión social, colectiva, de grupo, y no como el proceso individualista que se vende ahora con eslóganes tales como «busca en tu interior». Irene se resiste a retomar la amistad, viendo el peligro en cada paso que da su amiga, no solo el peligro de lo que podría ocurrir si el marido de Clare descubriera que es negra, también siente que su propia estabilidad familiar comienza a estar amenazada. Se mueve entre la lealtad a la raza y el deseo de librarse de lo que puede suponer el fin de una vida «perfecta» de apariencias.

ALGUNAS ANOTACIONES FINALES

La primera, respecto al metafórico título original (Passing), que puede ser traducido como "ocultación" o "pasar por una identidad racial a la que no se pertenece". Se utilizaba este término para referirse a una persona de una raza (en general de raza negra) que se hacía pasar por otra (generalmente raza blanca) para romper con la distancia social y no ser objeto de discriminación.

Siguiendo con el prólogo de Maribel Cruzado Soria, que resulta casi tan interesante como la propia novela, y tan necesario para entender la situación que vivían las personas dentro de la comunidad de color en esos años. Y, sobre todo, porque ayuda a conocer a la autora, dejando entrever los tintes autobiográficos de Nella Larsen subyacentes.

Finalmente, parece recomendable dejar la lectura del prólogo para el final, pues la información sobre la vida de la autora, tan falta de afectos y recursos, resulta patética y determinante en la comprensión del texto. No lo es, sin embargo, el hecho de la ocultación racial, que más vale no conocer de entrada.

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