«VOLVER LA VISTA ATRÁS»
Juan Gabriel Vásquez (2023)
«En la pantalla aparecían esas imágenes y se oían
esos diálogos que eran los mismos para todo el mundo, pero Sergio tenía la
certeza de que después, acabada la película, no habría dos personas en este
teatro que hubieran visto lo mismo. Ni siquiera Sergio había visto siempre la
misma película»
Siguiendo la recomendación del título, tomado
de Antonio Machado (Al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar), parece oportuno comenzar por la génesis de esta obra:
«La novela comenzó
como una película frustrada que le encargaron a Sergio. Le pidieron que escriba una historia de
ficción basada en sus años en China. (…). Para eso nos sentamos a hablar en 2013. De ahí surgió el argumento de una película
que yo escribí. Era una historia completamente de ficción, que finalmente
nunca se hizo».
Antes, varios escritores
(parece que incluso Gabriel García Márquez) contactaron con Sergio
Cabrera para hacer la novela. Pero movido por su amistad y consideración
por Juan Gabriel Vásquez (JGV) motivaría que le confiara la tarea
de escribir la novela.
Tras siete años de trabajo con cientos de cintas grabadas, muchas conversaciones con Sergio y su hermana Marianella, entrevistas con otros coetáneos de los
hechos y una documentación exhaustiva el escritor finalizó la obra, tras lograr ordenar los hechos
de la vida de su protagonista (y su familia), alcanzando un pertinente equilibrio
entre realidad y ficción.
LA
INVEROSIMIL REALIDAD
Vásquez, a lo largo de 471 páginas,
va relatando con total credibilidad
esos hechos: la odisea del exilio tras la Guerra Civil de un Fausto
Cabrera
aún niño, la militancia abnegada en el comunismo maoísta de la familia Cabrera, la decisión de luchar
por y con el pueblo como guardias rojos en la China de los sesenta, la inserción en la lucha armada de la selva colombiana… Un
infierno real, que parece inventado, narrado con una prosa clara, directa,
expresiva y sensorial, en la que destaca la precisión en el uso de los adjetivos y el (encomiable) cuidado en la puntuación.
Esos hechos,
en cuya plasmación la política podría tener el papel predominante, JGV los relata
con destreza de tal forma que la
política sólo es un telón de fondo en el que los personajes viven los distintos episodios
de sus vidas. El autor ha conseguido que predomine la literatura: el valor de la
novela radica en su forma, más que en la solvencia del fondo (los
hechos).
Vásquez dota, asimismo,
a la narración de un tono equilibrado, evitando que el dramatismo, que fácilmente
podría envolver muchos de los episodios narrados, domine el relato (de por sí rebosante de
drama), dejando así que los hechos hablen por sí mismos y sea el lector el que les
asigne el nivel de dramatismo.
LOS AÑOS DE APRENDIZAJE
DEL JOVEN SERGIO CABRERA
La novela, compuesta
por 21 capítulos (el último, XXI. Epílogo), divididos en tres partes (Encuentro en Barcelona, La
revolución de los hoteles, La luz y el
humo), se construye en torno a
la fluctuación temporal entre un largo fin de semana de Sergio Cabrera en una Barcelona casi actual, invitado
por la Filmoteca de Cataluña (que
celebra una revisión de su filmografía), junto con su hijo Raúl y tras la muerte de su padre, Fausto Cabrera; y los
episodios de su adolescencia y primera juventud
pasadas en la China de Mao, la selva colombiana en la guerrilla
del ELP y la huida final del sueño revolucionario hacia el inicio de su carrera cinematográfica.
Estructura
que permite a Vásquez ir entrelazando, capítulo
a capítulo, las historias y trenzarlas
en un todo, dotando de una consistencia a la novela que, unida a su destreza narrativa,
recuerda al mejor Vargas Llosa. Así, aunque la novela tenga dos voces, pues los
hechos los aporta Sergio Cabrera,
pero la novela la asume Jorge Javier Vásquez, hasta el punto de adoptar el
punto de vista de ese narrador objetivo
(en tercera persona): en la página 437 el narrador se iguala
al autor: «Según me contó él mismo, Sergio Cabrera, salió 44 años después de la
Filmoteca de Catalunya, (…)», lo cierto es que la obra es plenamente de
Vásquez, lo cual se traduce en la presencia, como se verá, de toda una serie de
temas recurrentes en el autor.
IMPORTANCIA DE LAS FORMAS
Sin duda alguna, lo relevante en la novela proviene,
no tanto de la solvencia de los hechos (con no ser ni mucho menos menor), como de la forma en que se narran. El uso
de la imaginación moral y los
recursos narrativos sitúan al lector en el
ámbito literario de la peripecia vital del
protagonista: diálogos, recuerdos familiares, fotografías,
diarios, datos históricos … confluyen en una narración trepidante y nostálgica (recuerda al mejor Graham
Greene: espías del Partido Comunista chino, uniformes maoístas por todas las
esquinas de Pekín; inclemencias de la selva, sórdida cotidianidad guerrillera…) atravesada por el sesgo de la duda continua del
protagonista y el humor sutil (a veces socarrón) que incluye,
entre otros, dos episodios modélicos para,
indirectamente, retratar la Revolución Cultural
china (anécdota de los semáforos)
y la Guerrilla del ELP (incidente de la caleta llena de alimentos).
Resultan específicamente
turbadores los
textos reales de la época recogidos, escritos
por el padre, Fausto Cabrera, o tomados del diario de la hermana, Marianella. Textos que no se han visto atenuados o caducados por el
paso del tiempo, sino que se constituyen en testimonios de una fe sin fisuras (totalmente al margen
de la realidad circundante), un sentido férreo de la disciplina, un culto sin
límites hacia los líderes, la voluntad ciega de obedecer cualquiera de sus
órdenes… Que, engarzados a los
episodios de las experiencias en la
guerrilla,
donde el dogmatismo rechaza los hechos, el autoritarismo penetra hasta los
pequeños detalles y la eliminación de
los disidentes pretende mantener la unidad del grupo, configuran una imagen de
rabiosa actualidad.
HISTORIA RECIENTE:
De ahí su invitación a revisar la historia como espejo de nuestro presente. La vida de la familia Cabrera se entrelaza con acontecimientos
claves de la historia (mundial y
local). Las vivencias en
China constituyen un testimonio documental para entender
los cambios con respecto a
la China de hoy; mientras que la lucha guerrillera, iniciada en
los años sesenta, proporciona una mirada sobre la Colombia de
la segunda mitad del siglo XX y del XXI. En efecto, la novela suscita la reflexión sobre nuestro
papel en la historia como coetáneos de esos hechos que han afectado a (y
siguen presentes en) nuestra sociedad: una invitación en toda regla a mirar reflexivamente ese (nuestro)
pasado
con
sus matices y la circunspección ética del autor que procura extraer los significados ocultos
de los acontecimientos, esculpir la esencia de lo que sucedió (como él mismo
indica).
En su recorrido de contrastes, con sus luces
y sombras, proporciona una interesante reflexión sobre la
trayectoria de la izquierda e invita a revisar el pasado de ciertas
corrientes comunistas y, sobre todo, a ponderar la izquierda actual en el mundo
en general, y en nuestro país, en particular.
RETRATO
GENERACIONAL (FANATISMO REVOLUCIONARIO)
Su contemplación del utopismo político y
totalitarismo moral supone un viaje a la línea de sombra de la
historia: el maoísmo
revolucionario fue una utopía práctica que decidió la
vida (y la muerte) de millones de personas, que se difundió como un epidemia política
y moral más allá de
China. De hecho, la novela muestra una casi desconocida imagen del maoísmo latinoamericano: la familia Cabrera Cárdenas, una de las víctimas (voluntaria, en su caso) de aquella
pasión política, supuestamente solidaria y redentora, sirve a JGV para ilustrar modélicamente, mediante
sus desdichas individuales, las tragedias colectivas.
Pero,
además, la singular biografía del protagonista abarca
a todo un grupo
generacional que abrazó la violencia revolucionaria en Latinoamérica
en torno al ′68: No es que esa haya sido una vida ejemplar en ningún sentido,
pero esa mirada era la de una gran ilusión que se escondía detrás de todos los
sacrificios. Sentí que el libro había cumplido su función, un pequeño homenaje a una generación que se la jugó, (…) esa generación
de jóvenes comunistas que creyeron de verdad en un mundo mejor. Aunque su visión
actual sobre su propio pasado esté muy lejos de esa juventud: Lo nuestro era un fanatismo. (…) Me asusta
el nivel de fanatismo que llegué a tener y que uno puede llegar a tener. (El País,
entrevista de Juan Cruz a Sergio Cabrera).
(PERVERSA)
EDUCACIÓN SENTIMENTAL
VOLVER LA
VISTA ATRÁS es también la historia
de un fanatismo, arraigado en un fuerte adoctrinamiento ideológico que
modela a los miembros de esa familia. La nefasta sombra del padre, Fausto Cabrera, se
proyecta sobre todo el libro: de manera especial sobre sus hijos.
Una educación sentimental e ideológica,
inducida por esa influencia abrumadora del padre que llena casi toda la
vida de los hijos, Sergio y Marianella.
JGV acomete una exploración profunda y
desgarradora entre la relación del padre (que decide
todo) y sus hijos. Contrastándola con la actitud del
cineasta, que aprovecha el viaje a España para reencontrarse con Raúl, hijo de un matrimonio anterior, y compensar
la atención que no le había prestado hasta el momento (así como para intentar
recomponer una relación conyugal rota). El relato contiene sobradas razones
para que todo el libro se constituyera en un rotundo ajuste de cuentas, pero el protagonista no reniega de su padre,
sólo revisa su relación para intentar evitar sus errores, optando por la reconstrucción
de su propia familia.
Sí,
porque el relato plasma también la experiencia vital de una familia ideologizada hasta la
alienación: todo un aprendizaje existencial
frente al mundo y la sociedad que se
manifestará a través de posturas singulares para cada uno de sus miembros.
Porque las ideas del padre marcaron no solo a Sergio
sino a toda la familia, hasta la guerrilla,
como situación límite, que, en lugar de fortalecerla como comunidad, la
fragmentó sorda, pero profundamente.
RELATO
DE PERSONAJE
JGV es un novelista que trabaja con ficciones reales, por lo que esta novela
constituye un desafío para los lectores: al sumergirnos en sus páginas no sólo
encontramos una historia fluida y muy bien
narrada, sino que también
hallamos cuestiones sin respuesta, así como múltiples y diversas
reflexiones, que apuntan a contemplar con ojos críticos acontecimientos históricos aparentemente concluidos,
pero cuyas consecuencias siguen coleando en la vida de nuestra sociedad.
La
habilidad en el uso
del narrador, los añadidos de ficción, el
propio testimonio, se mezclan para conseguir un texto que reproduce, y al mismo tiempo inventa, esas escenas reales en
unos escenarios igualmente reales. La novela relata hechos, pero deja que el lector saque sus propias
conclusiones, de forma que, además de incontables matices, tiene, como
la buena literatura, muchos niveles de lectura.
Aunque,
¿puede decirse que es una novela
cuando la experiencia del personaje que narra el narrador es un testimonio
directo, su propia memoria? La respuesta de JGV a tal cuestión está en el epígrafe de Ford Madox Ford
sobre biografías y novelas (se refiere a Joseph
Conrad: Un Recuerdo Personal, otra novela biográfica o biografía
novelada) que antepone al comienzo de la novela. Además, en la 'Nota del
autor', JGV aclara que esta
es «una obra de ficción, pero no hay en
ella episodios imaginarios».
HISTORIA DE CINE
Sólo queda añadir, para finalizar, que el cine constituye el telón de fondo de la novela: aunque las películas de Sergio Cabrera sirven más que nada como una evocación que concluye cuando Sergio viaja a Londres a estudiar dirección de cine y empezar una nueva vida. Vida que se retoma ya casi en su apogeo en
una retrospectiva en la
Filmoteca de Cataluña.
Evocaciones que ayudan a entender mucho mejor, o al menos con mayor perspectiva, filmes como Golpe de Estadio y La Estrategia del Caracol.
Así como la reciente
visita de Gustavo Petro a nuestro país y el nombramiento de Sergio Cabrera como embajador de Colombia en Pekín (junto a sus
declaraciones a Juan Cruz en El
Periódico de España, sobre Petro y su visión de la
actualidad), confirma que Volver la vista atrás es una novela sobre un
personaje y no la biografía de una persona. Y como en la novela de JGV es el lector quien ha de
juzgar
también estos hechos de la realidad acontecidos después de la publicación del libro.

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