«LA VIEJA SIRENA»
José Luis Sampedro (1990)
CUENTO DE AMOR
MITOLÓGICO
LA VIEJA
SIRENA (1990) de José Luis Sampedro (Barcelona, 1917
– Madrid, 2013) forma parte de su trilogía «Los círculos del tiempo», iniciada con Octubre, Octubre (1981) y cerrada por Real Sitio (1993), aunque
las tres novelas no comparten historia, ni personajes.
En ella Sampedro ofrece, bajo
el envoltorio de una novela histórica, mucho más, como Robert Graves
en YO, CLAUDIO. El contexto, sin
duda, es histórico, pues la obra se inicia una tibia mañana de la primavera
egipcia del año 257 (siglo III d.
de C.): Roma y Persia, los dos
grandes Imperios, están iniciando una lenta, pero irreversible decadencia,
amenazados por los bárbaros, el asentamiento del cristianismo, las intrigas (de
los reyes de Palmira, Odenato
y Zenobia, por ejemplo) y la aparición de nuevos pueblos. En tal marco
se desenvuelve un relato minuciosamente
documentado, que consigue transmitir esa atmósfera indispensable de
cercanía y verosimilitud que nos hace viajar en el tiempo sin sentirnos
distantes o ajenos a lo que se cuenta.
PROTAGONISTAS
EN TRIÁNGULO
Una sirena, bella y misteriosa (según los cánones de
la mitología clásica), anhelando vivir junto a los hombres (otro cliché
clásico), cobra apariencia humana e inicia un apasionante recorrido a través de
diversos países, culturas y religiones, cambiando de nombre (Nur, Irenia,
Glauka), conociendo en ese itinerario la ternura, la violencia,
la sexualidad y el dolor; hasta llegar a Alejandría,
donde dos hombres van a sellar definitivamente su destino.
Ahram, el navegante, caracterizado por el coraje y la fuerza masculina. hombre de acción que persigue,
y obtiene, hasta cierto punto, el poder.
Y Krito, el filósofo, que persigue,
por el contrario, la sabiduría (representa la
racionalidad), aunque se revista de cierto cinismo para no resultar
fácilmente vulnerable; domina la palabra y encarna en su propia personalidad
aspectos andróginos (masculinos y femeninos), de hecho, excepto Glauka, todos los personajes le consideran
homosexual.
La
novela sigue
la historia de los tres
personajes, que pronto constituyen un
triángulo muy especial: sus vidas se cruzan
fortuitamente en un mundo profundamente marcado por el concepto de límite. Las fronteras (políticas, sociales,
geográficas, físicas e ideológicas) a las que se enfrentan estos tres
personajes propician que el tema subyacente sea la búsqueda de la libertad y la aceptación de la diferencia como consecuencia natural
de tal pretensión.
ESTRUCTURA
DEL TRIÁNGULO
Cada
uno de sus treinta capítulos tiene una estructura fija que se repite: junto a la narración cronológica de los hechos, se presentan
los recuerdos de cada uno de estos
personajes, recurso argumental que sirve para conocer su pasado, así como sus
propios pensamientos.
Pese a ser una novela de
base coral, el peso de la trama recae sobre Glauka, esa mujer sin identidad a la que el amor
le descubre su verdadera condición vital: haber sido una sirena en su vida
pasada.
Sus andanzas constituyen el hilo principal del argumento en la primera parte, que comienza cuando llega a Alejandría y es vendida como esclava a Ahram, en cuya casa conoce a Krito, que trabaja para el comerciante. Mientras se
desarrolla la historia de la atracción entre los tres personajes, la mujer va
recordando momentos de su pasado.
Entre la primera y la segunda parte hay un salto de varios años. La mujer se ha
convertido en la hetaira (mujer libre, que
desempeñaba funciones de artista, contertulia, prostituta y acompañante) de Ahram y el núcleo de esta parte es su relación con Krito y cómo afecta tal relación al comerciante, al
mismo tiempo que se desarrollan las intrigas políticas en una agitada Alejandría.
ESTILO SAMPEDRO
En cuanto al estilo, sigue su línea tan personal de escribir:
frases cortas,
abundancia de infinitivos, gerundios y múltiples interjecciones
(como queriendo imitar el pensamiento). Alterna
la tercera persona (narrador objetivo) con
la primera (narrador subjetivo):
utiliza la técnica del monólogo interior
para presentar las reflexiones de los protagonistas, permitiendo acceder a su
punto de vista y facultando momentáneas identificaciones con cada uno de ellos.
Ello no impide que haya ciertos momentos en que muestre un estilo cercano a la prosa poética, de inusual lirismo y
sensualidad.
Antigüedad,
mitología y sentimientos amorosos… La novela desarrolla diversos temas: las luchas de poder, la vida en un mundo
fronterizo, la aceptación de la
muerte frente a la eternidad y el
amor.
Además
de una novela histórica de aventuras, sus casi setecientas
páginas constituyen un canto a la vida,
a la existencia humana. Su raíz mitológica sirve como base para exaltar la
vida, pues sólo los seres que estamos sometidos al Tiempo la podemos disfrutar
plenamente.
HUMANISMO MILITANTE
Por
eso, Glauka sólo será feliz viviendo y,
sobre todo, envejeciendo y acompañando en la muerte a quien amó en vida.
Porque, en el fondo, estamos ante un relato
romántico de raíz mitológica: Sampedro
toma el mito de las sirenas y lo recrea desde una perspectiva y unos intereses
plenamente modernos y contemporáneos: la reflexión sobre la vida humana, su valor y
finalidad.
El
otro componente esencial de lo obra es la mirada
sobre el amor y su manifestación física, la sexualidad, como razones primordiales de la
existencia. Si bien la sirena es feliz viviendo, llegará a su más completa
realización existencial cuando conozca el amor.
Las
sugerencias de la obra no se detienen ahí, pues contiene además una profunda
reflexión sobre la naturaleza y finalidad del poder,
sus implicaciones en la vida individual y social. Reflexión que en Sampedro viene impregnada
de ese humanismo militante que
mostró a lo largo de su vida (y su obra), y que puede resumirse en el respeto a
los demás y en la búsqueda de la felicidad individual, aunque nunca a costa de
nadie, pues el poder sólo tiene justificación cuando busca el bien común.
UNA VIEJA
SIRENA MUY ACTUAL
Humanismo,
que tanto se agradece en una sociedad como la nuestra en la que el poder cada
día se asocia más con el egoísmo y la corrupción. El autor ofrece una parábola, muy clara a poco que reflexionemos, sobre nuestro presente (más de treinta años
después): inestable, contradictorio y crítico (de crisis; no de crítica, por
desgracia).
Por
tanto, no estamos ante la recreación de un cuento mitológico, ni ante una
simple novela histórica de aventuras. Se trata de una parábola clara y precisa
sobre nuestro agitado y confuso presente. Ese mundo múltiple, cambiante y
fronterizo que pasa ante nuestros ojos a través de sus páginas no es sino una
réplica de nuestra propia realidad: cifrar la
esperanza en el amor y el humanismo no es poco mensaje (como de forma tan cursi se
decía del fondo de aquellas novelas y películas supuestamente prestigiosas,
allá por los setenta del siglo pasado) para los tiempos que corren.
Como además se lee con facilidad, gusto e interés, puede muy bien constituir una lectura más allá de las romas recomendaciones de ese abanico de insulsas obras de rabiosa actualidad que se nos ofrecen a mansalva mes tras mes.

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