lunes, 29 de abril de 2024

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

 

«LO QUE EL VIENTO SE LLEVO»
Margaret Mitchell (1936)

«Scarlett O’Hara no era bella, pero los hombres no solían darse cuenta de ello hasta que se sentían cautivos de su embrujo.»

TRIUNFO DOBLE 

Margaret Mitchell (Atlanta 1900 - 1949) tardó diez años en escribir su primera y única novela: LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ, por la que obtendría el Premio Pulitzer en 1937 y que se convertiría en uno de los libros más vendidos de Estados Unidos durante los años siguientes a su publicación. Éxito refrendado y ampliado por la película del mismo título. Si existe una película realmente mítica, que resuma por sí sola la época dorada del gran Hollywood, que ilustre por qué la fascinación que el cine ha ejercido sobre varias generaciones de espectadores (entre los que me encuentro), es sin duda ésta, galardonada con diez Óscar y desencadenante de un triunfo clamoroso en todo el mundo, tanto en su estreno como en las sucesivas y periódicas reposiciones.

LA ÉPICA DEL PERDEDOR

La Guerra de Secesión (1861 – 1865) que enfrentó a los Estados del Norte contra la Confederación Sudista tomó para el país la trascendencia de una epopeya: victoriosa para el Norte, que la ganó; del fracaso, a causa de la desigualdad de fuerzas y de la deficiente preparación militar por parte del Sur, que intentó resarcirse de su derrota creando una peculiar mitología de los "viejos buenos tiempos", de un sistema patriarcal y caballeresco compuesto de mansiones blancas, muchachas encantadoras, bailes espléndidos, interminables campos de algodón y laboriosos esclavos felices de serlo.

Esta nostalgia sudista por el quimérico antiguo esplendor tuvo su mejor y más popular manifestación literaria en la obra de esta escritora georgiana, donde el problema racial, por ejemplo, no llega nunca a enfocarse como tal, ni a cuestionar en ningún momento la vergüenza de la condición social de los esclavos, puesto que los esclavos eran o bien fieles y nobles (Mammy) o bien miedosos e irresponsables (Prissy).

MUJER MIRANDO AL SUR

Se estructura como un folletín sobre un diluido fondo de epopeya y melodrama basado en ciertas situaciones arquetípicas: la pasión amorosa como razón primordial de vivir, la caída de un "emporio" y del sistema de valores en que se sustentaba; la nostalgia por el tiempo "barrido por el viento…"

Simultáneamente, al paso del entusiasmo orgulloso del Sur al desastre y la miseria, se produce la transformación de la protagonista, Escarlata O’Hara, una jovencita coqueta y caprichosa (que en los pasajes iniciales cumple 16 años), en una mujer adulta, apasionada y ambiciosa. Partiendo de la idílica situación de preguerra, cuando todo era magnificencia y orgullo de clase, va a sufrir en propia carne los desastres de la conflagración hasta llegar desesperada a una situación de postguerra en la que se propone, ante todo, "hacerse un porvenir". Realiza su ascendente carrera social a través de su relación con los hombres con quienes se casa, sin dejar por ello de permanecer fiel a un juvenil amor platónico (Ashley Wilkes) que justifica todas sus decisiones, incluso las más injustificables. Para, finalmente, ver frustradas todas sus ilusiones.

El papel de Escarlata va más allá de su personaje específico: representa el espíritu de un país para el cual el éxito social y el triunfo económico constituyen los valores supremos. La autora presenta a su protagonista con clara animadversión, acumulando en ella la codicia, la coquetería, la vanidad y la falta de escrúpulos con tal de conseguir sus propósitos. Se nos muestra como un personaje conflictivo, carente de principios, que no se detiene ante nada, ni ante nadie, con tal de ver satisfechas sus ambiciones. Pero, al mismo tiempo y tal como se expresa en la cita de inicio de la reseña, dotada de un atractivo especial; que, como todos los personajes oscuros, seduce sin apenas ser consciente de ello.

OTROS ÁMBITOS, OTROS PERSONAJES

Rhett Butler y Ashley Wilkers, por su parte, representan las dos caras de un mismo tipo, el hombre del Sur: aventurero, seductor y cínico, el primero (aunque finalmente llegue a perder su aplomo a causa de los celos de su mujer y la muerte de su hija); sensible, dubitativo y, en el fondo, acomodaticio, el segundo, representante en última instancia del fracaso de su clase social en la misma medida que Butler lo es de la supervivencia y el éxito. En cuanto a Melania Hamilton, su extremada bondad, paciencia y discreción la caracterizan, en cierto modo, como la pareja perfecta para Wilkers, como Butler lo es para Escarlata.

De los cuatro personajes, Escarlata es quien posee el mayor relieve psicológico, mientras Butler resulta el más lúcido a la hora de enjuiciar los hechos que tienen lugar a su alrededor, hasta el punto de erigirse en "conciencia crítica" de los mismos. A él pertenece la certera descripción del Sur como tierra de "algodón, esclavos y arrogancia" y sus comentarios mordaces a los manejos de la protagonista. Desde decirle que "no tiene corazón, pero ese es uno de sus principales atractivos", hasta la famosa réplica, cuando Escarlata intenta retenerle, suplicándole; "Querida mía, me importa un comino".

En fin, un novelón en toda regla que sigue siendo tan recomendable como cuando se publicó y que ya forma parte de la cultura popular por méritos propios. No deja de ser un folletín melodramático, pero ahora que vivimos una guerra (otra más) observar tal atroz situación a través de la perspectiva de una mujer (con los niños, los seres que más sufren en carne propia las consecuencias de las guerras) no dejará de resultar, cuando menos, relevante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LA SOLITARIA PASIÓN DE JUDITH HEARNE

  « LA SOLITARIA PASIÓN DE JUDITH HEARNE » Brian Moore (1955) «Acercó los pies desnudos a la estufa de gas para calentárselos y se recost...