jueves, 29 de mayo de 2025

SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO

 

«SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO»
Italo Calvino (1979)


ʺ¡Estoy leyendo! ¡No quiero que me molesten!ʺ Quizá no te han oído, con todo ese estruendo; dilo más fuerte, grita: ʺ¡Estoy empezando a leer la nueva novela de Italo Calvino!ʺ»

¿DE DÓNDE VIENE ESTE VIAJERO?

SI UNA NOCHE DE INVIERNO UN VIAJERO (1979) de Italo Calvino (Santiago de Las Vegas/La Habana, 1923 – Siena, 1985) constituye una propuesta narrativa en la que confluyen las reflexiones generadas por el estructuralismo, la semiótica y el grupo de la revista literaria Tel Quel al compartir la noción de literatura como conciencia que posee el lenguaje de ser una realidad propia y autónoma. De hecho, la influencia del estructuralista (y colaborador de la revista) Roland Barthes en Si una noche... es considerable, por la preponderancia que le asigna a la literatura como conciencia del lenguaje y el significativo papel del lector en el proceso de una trama narrativa que ha de construir desde un yo-que-escribe y un yo-que-es-escrito, en un yo real que va sobre los hombros del yo que está escribiendo, y en un yo mítico que hace de modelo al yo que es escrito, en donde, además, se postula que el verdadero misterio de un libro no radica en su final sino en su comienzo, como ocurre en esta metanovela construida a través de diez inicios que no llegan a concluirse y que, incluso, puede leerse con un sentido conexo (y como clave de interpretación) a través de sus títulos con lo que permanece, de nuevo, el final abierto.

No obstante, el libro de Italo Calvino (IC) no puede ser comprendido sin tener en cuenta los experimentos literarios del Oulipo: Ouvroir de Litterature Potentielle (Taller de Literatura Potencial), que pretende explorar las posibilidades del lenguaje a través de la experimentación. Fundado en 1960 por el escritor Raymond Queneau y el matemático François Le Lionnais, y conformado por un grupo de escritores y matemáticos, ha contado entre sus miembros a Georg Perec, Marcel Duchamp e IC (pese a ser una agrupación eminentemente de habla francesa). Busca explorar las posibilidades de la escritura utilizando técnicas de escritura limitada mediante la aplicación de contraintes (trabas o constricciones): reglas que utilizan para generar textos innovadores (basados más en la forma que en el contenido), jugar con el lenguaje y reflexionar sobre la naturaleza de la literatura.

No se trata de un movimiento, ni de una escuela literaria: es un laboratorio (donde sus miembros se reúnen para crear y compartir sus ideas) que se esfuerza por crear una literatura de la incomodidad en la que el escritor autoimpone un reto a su ingenio y su imaginación. No establece una normativa artística, solo ofrece un procedimiento de creación: llamamos literatura potencial a la búsqueda de formas y de estructuras nuevas que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les parezca. Así lo empleó Queneau, tanto antes de la fundación del taller: en Ejercicios de estilo (1947) presenta hasta 99 formas distintas de contar un mismo y trivial episodio ocurrido en un autobús; como después, en Cent mille miliards de poèmes (Cien billones de poemas, 1961), consistente en 10 sonetos, en los que en todos se mantiene la misma rima, de forma que cada verso puede ser sustituido por el verso correspondiente de otro soneto.

Estas reglas, a veces arbitrarias, pueden variar. A veces es un elemento lingüístico (letra, palabra, fonema) o bien una estructura matemática como una ecuación o un algoritmo. Algunos ejemplos son los lipogramas (textos escritos sin una letra específica), los palíndromos (palabra o frase que se lee igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda.), los tautogramas (textos donde todas las palabras comienzan con la misma letra), escribir una novela entera sin usar la letra E y la creación de textos basados en patrones matemáticos (por ejemplo, la formula oulipiana S+7).

OBRA EXPERIMENTAL

Si una noche de invierno un viajero aparece cerca del final de la carrera de IC y ha venido siendo considerada una de sus obras literarias más relevantes, especialmente por su estilo y estructura novedosos. En este sentido, quizá el aspecto más discordante de la novela proviene de que en parte está escrita en segunda persona: el narrador interpela constantemente a un "", dando la sensación de que los lectores formamos parte de la historia. A lo que se añade que hay diez historias breves leídas por el personaje principal que hacen que el libro cambie constantemente de escenarios, narradores y estilos.

Estructurada siguiendo la técnica literaria de narración enmarcada, cuenta con una línea de trama principal ("historia marco") que funciona como encuadre de las otras historias que van apareciendo a lo largo de la novela ("historias enmarcadas"), al estilo de Las mil y una noches (a la que hay un guiño en un pequeño relato apócrifo del ʺXIʺ).

Gran parte de la historia marco está escrita en un estilo realista. Sin embargo, muchos de los lugares referenciados son completamente ficticios (como Cimeria o Ataguitania). Esto, combinado con la trama secundaria de la novela sobre la falsificación de libros, hace que los lectores nos sintamos intrigados, pero, al mismo tiempo, recelosos de a la información que vamos recibiendo.

La gracia del libro no está en los relatos cortos enmarcados (inconclusos), sino en el relato marco que avanza entre ellos, donde IC juega los lectores, rompiendo esa norma en la que el autor escribe contando una historia lineal en la que el lector solo debe seguir el orden de lo que está escrito y pasar por un inicio, nudo y desenlace de los hechos que se le presentan. IC nos lleva a pensar que estamos leyendo un libro de novelas solo iniciadas, cuando la historia pasa por hacernos sentir como ese protagonista del libro, que va conociendo un mundo concebido por IC, donde vive la frustración de comenzar a leer algo para llegar a un punto donde todo queda en suspenso, cuestionándose siempre ¿y qué pasó después? Ese es el objetivo, hacernos partícipes de la misma historia que estamos leyendo.

Sin duda es la obra de IC donde mejor se observa el trabajo de metaficción (esa narrativa que trata y reflexiona sobre la literatura en sí misma); al tiempo que da cuenta también de la condición posmoderna del autor, pues no son pocos los críticos que han señalado que su estilo aquí está muy influenciado por la escritura de Vladimir Nabokov. Por otra parte, el propio IC ha admitido que los estilos de las diez historias que se encuentran en la novela tienen influencia, entre otros, de Bulgakov, Kawabata, Tanizaki, Rulfo, Arguedas, Borges o Chesterton.

JUEGO METANARRATIVO

Donde los lectores nos convertimos en un personaje activo, involucrado en la trama desde el inicio. Hasta el punto de que se estructura a partir de la metaficción, de tal modo que el protagonista inicia y termina la novela leyéndola, al igual que nosotros, los lectores reales.

Ese Lector innominado comienza a leer la última novela de IC, Si una noche…, cuando un error de encuadernación le impide continuar. La búsqueda del ejemplar correcto le conduce a Fuera del poblado de Malbork, que también empieza una Lectora llamada Ludmilla. Así, una serie consecutiva de accidentes los lleva a descubrir fragmentos de diez historias diferentes, que no llegan a finalizar. En este proceso, el Lector descubre una red de falsificación liderada por Ermes Marana, un hombre enamorado de Ludmilla, en la que él se había interesado. Luego, junto con otros lectores, descubren diferentes formas de goce de la lectura que el falsificador había intentado frustrar.

En la sección "VI", el falso traductor, Ermes Marana, se propone una estratagema inspirada en la tradición de oriente para no perder sus privilegios en la corte del Sultán: interrumpir la traducción en el punto más importante y comenzar la traducción de otra novela, insertándola a través de un personaje de la primera novela que abre un libro y se pone a leer, y así sucesivamente.

Esta estratagema es la que constatamos en parte los lectores reales en la novela de IC, y, paralelamente, el Lector-personaje (ora narrador, ora personaje) en la historia marco. Pero también, y sobre todo, se hace patente cuando el personaje del Escritor, Silas Flannery, en la sección "VIII", subtitulada "Del diario de Silas Flannery", después de conversar con el Lector, se le ocurre la idea de escribir una novela compuesta por comienzos de novela en donde el protagonista podría ser un Lector que se viera continuamente interrumpido.

Este Lector compraría la nueva novela A del autor Z, pero el ejemplar sería defectuoso, y como no conseguiría pasar del principio volvería a la librería para cambiar el volumen. Flannery se propone escribirlo todo en segunda persona ("tú, Lector"), haría entrar a una Lectora, a un Traductor falsificador y a un viejo Escritor que lleva un diario como el diario que él mismo está escribiendo, pero no quisiera que por huir del Falsificador la Lectora terminase en los brazos del Lector. Se las arreglaría para que el Lector fuera tras el Falsificador, y el Escritor pudiera quedarse solo con la Lectora. Pero, para que el viaje del Lector tenga vivacidad, resultaría necesario poner a una mujer en su recorrido, entonces la Lectora podría tener una hermana...

La diferencia entre la trama del proyecto de novela de Flannery y la de la novela de IC es que en esta última la Lectora se queda con el Lector y no con el Escritor (Flannery). Todo lo demás es lo que efectivamente leemos los lectores reales en la historia marco de la novela de IC. Nótese también la alusión a sí mismo que hace Flannery al pretender escribir una novela como la de IC (autor real), en la que incluiría un personaje con el nombre de "Escritor"; mientras que, en la novela de la historia marco, el escritor que está interesado en Ludmilla (la Lectora) es, precisamente, Flannery.

ESTRUCTURA ENMARCADA

La novela reparte sus 269 páginas en dos grandes bloques. Por un lado, doce capítulos de la trama principal ("historia marco"), donde se desarrolla paralelamente la historia del Lector y su compañera de aventuras literarias, la Lectora Ludmila. Por otro, los diez fragmentos o relatos breves ("historias enmarcadas") de las novelas (historias apócrifas sin final) con los que los protagonistas se encuentran dentro de la trama principal. Para diferenciar la trama de la subtrama, la primera (capítulos) se identifica con números romanos (I-XII); mientras que la subtrama lleva títulos (Fuera del poblado de Malbork, Asomándose desde la abrupta costa, Sin temor al viento y al vértigo y así hasta completar los títulos de las diez historias fragmentadas). La búsqueda para obtener el desenlace de las historias es el motor de desarrollo de la novela, dando lugar a que los universos de escritor, lector y artista se tejan alrededor del libro.

La lectura, aunque inicialmente parezca difícil, tan pronto uno se percata de la estructura, no plantea mayor problema. La mayoría de las secciones identificadas con número romano al inicio están narradas en segunda persona, lo que significa que se cuenta como si el lector ("") fuera uno de los protagonistas de la historia. Constituyen narraciones (metanovelescas, metatextuales y metacríticas) en donde la voz narradora, en principio identificada con el autor (IC), apela a un tú-Lector-personaje para hacerlo consciente de su posición frente al relato,

Mientras, los capítulos titulados mediante una frase son "historias" inconclusas (mezcladas con discursos metanovelescos) en las que el Lector-personaje debe acometer la búsqueda (fallida) de la historia concluyente dispuesta así por la voz narradora. En general, se cuentan desde un punto de vista más tradicional, es decir, en primera o en tercera persona. Así pues, lo primero que se observa es el rompimiento de la referencia gramatical más convencional, pasando de la segunda persona a la primera y a la tercera, lo que rompe los estándares y convenciones más arraigados sobre las marcas lingüísticas pronominales, las cuales interrumpen la identificación de quién realmente habla. Se parodia, así, no solo el pacto novelesco (el lector entiende que está ante una ficción), sino también el autobiográfico (que garantiza que los datos y los hechos que cuenta el autor sobre su propia vida son reales), y se juega con la creencia del lector real en dicho pacto, pues cabría preguntarse si es IC realmente el que habla desde el principio del texto, pero esta ilusión jamás se afirma, y tampoco contribuyen a ello las distintas figuras de escritores que aparecen a lo largo de la novela, los cuales también juegan, de un modo u otro, con dicho pacto. Esta obsesión del autor por autoanularse, esconderse, permite que el texto nos proponga a los lectores reales la propia realidad de la ficción, lo cual estimula nuestro protagonismo como lectores para que seamos quienes ordenemos los hechos de la trama, y no el autor.

Esta situación inusitada nos desconcierta a los lectores que creemos ser, en cierto instante, únicos lectores del texto; sin embargo, por un largo espacio temporal debemos compartir su lectura con el Lector-personaje y recibir las instructivas precisiones de una voz narradora (que no se identifica, pero que lo apela) a la espera de la trama intitulada (las 10 historias enmarcadas), la cual llega de manera inconclusa y fragmentada intermediada por la inclusión de numerosos discursos metanovelescos.

La conjunción de lectores invocados por una voz narradora (lector real y Lector-personaje, respectivamente) se disuelve en la sección "II" mediante la alteración de la encuadernación de las páginas de la novela que lee el Lector-personaje y no el lector real. En ese instante, el lector real puede entender que el lector invocado por el narrador es, de aquí en adelante, el Lector-personaje y no él, aun se siga sintiendo identificado con aquél.

Pero el comienzo de la sección que lleva el mismo título del libro (Si una noche de invierno un viajero), presenta a una voz narradora externa (en primera instancia y con relativa intermitencia) plural, pues es un lector de la novela que narra y que se transforma en el personaje central de esa historia autodenominándose "yo". Dicho de otro modo, la voz narradora externa es lector externo y personaje de la trama en donde, desde la misma historia, alude al autor de la novela que lee y al Lector aún no escindido, responsabilizándole de decidir llamar "yo" al personaje, que es la propia voz narradora. Un aparente embrollo que no desluce en absoluta el interés de este relato enmarcado.

En fin, los lectores hemos de "recorrer" toda la novela para apreciar los diversos grados de narración, pues las narraciones identificadas con número romano no sólo contienen discursos metanovelescos, metatextuales y metacríticos, sino que también conforman una "historia" (el relato sobre el Lector y la Lectora que recorren la novela leyendo falsas novelas inconclusas hasta que contraen matrimonio) trufada de relatos asignados a personajes que se constituyen como narraciones enmarcadas realizadas por la voz narradora. De tal manera que las "novelas" contenidas en las secciones con títulos corresponden a lecturas realizadas por personajes de la trama-marco que leen falsas novelas inconclusas explicitadas cuyos falsos autores y/o traductores poseen como proyecto artístico realizar una novela como la leída por nosotros los lectores.

DOBLE CÓDIGO

Este doble código se muestra fundamentalmente mediante el cruzamiento de los planos del proceso de creación literaria, por una parte, y del texto de la novela, por otra: el proceso de producción parece destinado a un público culto o competente, mientras que el texto surgido de ese proceso parece apropiado para un público popular, puesto que las novelas inconclusas son lineales y sin obstrucciones. No obstante, la obra completa se postula para un tipo de lector dotado de un conocimiento casi enciclopédico que le permita aproximarse semióticamente a ella para desentrañar el enrevesamiento constructivo generativo-organizacional. De esta manera se impone más bien un "guiño culto", toda vez que un lector ingenuo (o semántico) puede abandonar la lectura, al encontrarse con páginas enteras dedicadas a los procesos de producción literaria más que con los textos narrativos esperables. No hay que olvidar que IC se inspira en la tradición literaria de la metaficción, la exploración del lector y la intertextualidad.

Su influencia se encuentra, aparte de las mencionadas al comienzo de la reseña, también en la escritura de Borges (con quien comparte una fascinación por los juegos literarios y la metaficción) y la metaficción: en particular, se relaciona con el cuento "Examen de la obra de Herbert Quain", donde se describe una serie de novelas inventadas, lo que influye en la estructura y el juego de narración de IC.

En este sentido, se constata también que las historias enmarcadas dentro de la novela marco no son solo relatos de ficción, sino que reflejan diferentes géneros literarios y estilos. Desde la ficción de aventuras hasta el romance, cada relato nos ofrece a los lectores una experiencia única. Esto nos permite sumergirnos en diversos mundos narrativos (literatura japonesa, de misterio, gánster, ciencia ficción, romántica, thriller, western…), enriqueciendo así la experiencia literaria.

Al tratar de escribir el inicio de diez novelas apócrifas, de autores imaginarios, todos en cierto modo distintos entre sí (y distintos de IC), ha configurado las diez historias enmarcadas: una novela toda sospechas y sensaciones confusas, de realidad inasible como la niebla (Si una noche de invierno un viajero); una novela que presenta los objetos con caracteres demasiado corpóreos, sensuales y sanguíneos (Fuera del poblado de Malbork); una tercera, de enfoque introspectivo y simbólico (Asomándose desde la abrupta costa); otra, revolucionaria existencial proyectada hacia la historia, la política y la acción (Sin temor al viento y al vértigo); otra, de violencia cínico-brutal (Mira hacia abajo donde la sombra se adensa); otra, de manías obsesivas, de sentimiento insostenible de malestar y angustia (En una red de líneas que se entrelazan); también, una lógica y geométrica (En una red de líneas que se intersecan); además, , una novela erótico-perversa (Sobre la alfombra de hojas iluminadas por la luna); otra, telúrica-primordial (En torno a una fosa vacía); y, finalmente, una apocalíptica alegórica (¿Cuál historia espera su fin allá abajo?).

La historia principal empieza con un lector (¡tú!) yendo a comprar el libro Si una noche de invierno un viajero. Una vez que compra el libro, lo empieza a leer. Ahí comienza la diversión, principalmente para IC, que por momentos marea (parece reírse de nosotros) y en otros proporciona el suficiente interés para continuar la lectura. Porque lo sorprendente de la estructura es ese tira y afloja. Este juego entre autor, personajes y lectores (nosotros) provoca desorientación y curiosidad, determinándonos a seguir, aunque no entendamos nada de lo que está sucediendo.

Al final, Si una noche… es más de una novela: es la novela de IC que creemos estar leyendo; es cada una de las diez novelas interrumpidas que lee el Lector; es además el comentario a todas esas novelas; y una novela policiaca en busca del creador de toda esta trama de novelas. Es una novela y su comentario, todo en uno. Al mismo tiempo que leemos, el narrador nos va explicando lo que leemos, lo que nos debe hacer sentir lo que estamos leyendo… Por si fuera poco, el protagonista es el Lector, empeñado en terminar de leer la nueva novela de IC (que se llama, como remate, Si una noche de invierno un viajero), pero que se encuentra con fragmentos y más fragmentos de novelas que se interrumpen por accidente (italianas, cimerias, cimbras, belgas...), y que se involucra en una persecución de la Lectora, Ludmilla, y del editor, el traductor y el supuesto autor de varias de las novelas que lee (junto a nosotros, acompañando desde fuera).

METALITERATURA y ANÁLISIS SOCIAL

Cuando comenzamos a adentrarnos en el texto, al igual que el Lector-personaje y la Lectora en la novela de IC, aparecen marcas en el texto que hacen tomar conciencia de la realidad inventada, imaginada y ficticia. De este modo en el texto metanarrativo y metaléptico (interferencia entre niveles narrativos diversos, como cuando el narrador irrumpe en el ámbito de los personajes o viceversa) que es Si una noche de invierno un viajero la verosimilitud se destruye a sí misma; lo cual, a su vez, se correlaciona metafóricamente con la verosimilitud de la vida social contemporánea y/o coetánea al texto, toda vez que ambas, ficción y realidad, rompen sus respectivas verosimilitudes postulando otras que a su vez se rompen descolocando respectivamente a seres ficticios y reales. La sustitución, en primera instancia, de la ficción por la vida (real), nos permite a los lectores reales (más o menos coetáneos al texto) realizar, metafóricamente, un símil entre lo verosímil de la ficción que se quiebra y la quiebra constante de lo verosímil en nuestra existencia real (mayormente en el mundo y tiempo que estamos viviendo).

Otro de los temas destacados en esta novela es la fragmentación de la narrativa. IC utiliza fragmentos de novelas que son relatos completos en sí mismos, pero que quedan inconclusos, lo que refleja la experiencia a menudo frustrante de la lectura. Esta técnica invita al lector a reflexionar sobre la naturaleza de la narrativa y el proceso de lectura, así como su relación con la percepción, el tiempo y la memoria. IC al presentar esas diez historias fragmentadas, en realidad está presentando fragmentos de la totalidad de la verdad que constituye la historia de la literatura y la memoria lectora de un individuo o de una cultura en la que el texto permite el pacto de ficción, es decir, aquel acuerdo entre un lector y un autor para dar una interpretación intelectual de sentido a una construcción retórica que en su base real sólo posee significado. Sin embargo, la anulación del autor sólo permite la aceptación arbitraria y gratuita de dicho pacto por parte del lector. Por esto todas las instancias narrativas aparecen fallidas: punto de vista, personajes, tiempo, espacio, narrador a través de las identificaciones autor-narrador y lector-personaje.

Porque la frustración de ver interrumpida la lectura por errores de encuadernación no deja de ser una metáfora de la vida misma, donde los planes no siempre salen como uno espera y la incertidumbre es una constante. No pierde IC la capacidad de dar unidad al conjunto que, en última instancia, quiere que sea una representación del caos e irreductibilidad del mundo. Tanto en la historia que enmarca los cuentos como en los cuentos mismos el autor quiere presentar al hombre frente a las encrucijadas de la vida, en los caminos que elige tomar y transita; los que elige, pero se cortan; o los que nunca tomará. El tono melancólico y fatalista de las historias y el humor de la narración principal sirven también para mostrar la complejidad y el desorden de la realidad, el desconcierto al que el ser humano está abocado. A lo largo de toda la obra se ve, o al menos se vislumbra, la intención del autor bajo el maremágnum de las palabras y una estructura muy pensada, aunque predomina, y es esa quizá la principal objeción que pueda hacérsele a la novela, la sensación de densidad y confusión con lo que no consigue enganchar a todos los lectores, pues muchos se pierden en el experimento.

También juega con la estructura narrativa y el concepto de la lectura misma. Algunas de las características más peculiares de esta novela, la encontramos en su estructura rizomática: «Como novelista, Calvino tenía inclinación por convertir en literatura lo confuso de los laberintos, el orden de las figuras geométricas, la proporción de los árboles en la naturaleza con la lógica de raíces, troncos, ramas y hojas, de acá que se deje llevar por el concepto de rizoma». Pero también en la eliminación de la secuencia lógica de acontecimientos y de la cronología estable que el mismo autor reconoce en ʺIIIʺ: «la dimensión del tiempo se ha hecho pedazos, no podemos vivir o pensar sino fragmentos de metralla del tiempo que se alejan cada cual a lo largo de su trayectoria y al punto desaparecen.» (pág. 28).

Postula así una apertura receptora, un lector abierto a la destrucción de la trama; el desprecio por el tiempo cronológico y la búsqueda constante del presente, el instante y la preponderancia del tiempo interior del Lector-personaje. A través de su prosa ingeniosa y su estilo innovador, IC explora temas como la búsqueda de la identidad: a través de los personajes que el protagonista encuentra en sus lecturas, se explora la idea de que la identidad es múltiple y en constante cambio; la naturaleza de la realidad: IC cuestiona qué es real y qué es ficción, creando un juego constante entre ambos mundos; la relación entre autor y lector: la obra destaca cómo la interpretación del texto varía según las experiencias previas y las expectativas del lector; y la experiencia de la ficción, ofreciendo al lector una obra única que desafía las convenciones literarias.

En efecto, el análisis de la estructura también lleva a reflexiones sobre el destino y la libertad del lector. Al interrumpir constantemente las historias, IC invita al lector a cuestionar hasta qué punto está controlando la narración o es un simple espectador de una serie de eventos predefinidos.

CELEBRACIÓN DE LA LECTURA (DIFÍCIL)

IC recurre a la experimentación, al laboratorio novelístico, para despertar al lector, para hacerle ver su papel en el juego del arte, en la realidad de la configuración artística, e introducirlo en el proceso. Para conseguirlo, muestra dicho proceso (como Cortázar en Rayuela). Pero el lector real, aferrado al paradigma moderno, pasa gran parte de la novela buscando al autor sin encontrarlo. En efecto, la lectura no es fácil de seguir, requiere de toda nuestra atención: quienes estamos acostumbrados a leer varias obras a la vez, en este caso hemos de hacer una excepción y, si queremos leerla cabalmente, dedicarnos exclusivamente a ella, pues uno se pierde un poco (y, en ocasiones, un mucho).

No obstante, si bien esta técnica provoca una sensación de frustración, a la vez aviva la curiosidad. Sin duda, a medida que uno se adentra en la lectura, la confusión se incrementa y se evidencia que no se trata de una obra convencional, sino de un texto experimental, una caja china de historias inconclusas, una historia dentro de otra y ésta dentro de otra más, unidas por un hilo conductor que al final retorna al tema inicial. Además, el hecho de que los diez relatos que conforman la novela aparezcan inacabados, provoca cierta dificultad en la lectura y comprensión de cada historia, así como también una cierta confusión general en la lectura, que se muestra, por tanto, inesperada e imprevisible. La confusión es el motor que guía al lector (que es a la vez protagonista), al igual que el personaje principal. La gracia reside, precisamente, en esa maraña de lectores, personajes, historias y lugares, la dicotomía de querer cerrar el libro (porque te desborda) para luego volver a abrirlo de inmediato porque quieres saber cómo sigue porque es el libro en sí lo que te intriga e incluso bien pensado prefieres que sea así, hallarte ante algo que aún no sabes bien qué es. El objetivo evidente es provocar una relación especial entre escritor y lector.

En suma, se trata de una celebración de la lectura por placer (y del placer de la lectura), al mismo tiempo que una reflexión sobre los efectos que la lectura puede tener en nosotros. Llena de humor, inteligencia y creatividad, al final es una invitación a la reflexión sobre el poder de la lectura y la imaginación, sobre la multiplicidad de interpretaciones que puede tener una misma obra: IC demuestra que existen tantos mundos como los que seamos capaces de crear: es una invitación a reflexionar, y.:

Por lo que se refiere a la fuerte e interesante aportación metaliteraria, hay que decir que el autor desmenuza todos los elementos que intervienen en el hecho literario, empezando por la descripción pormenorizada de la elección del libro y del momento de empezar a leer y terminando por el matrimonio del Lector y la Lectora (final novelesco típico donde los haya), pasando por la descripción del proceso de escritura, el trajín de las editoriales, el mundo de la crítica y de la intelectualidad universitaria o la búsqueda de los libros menos accesibles en las bibliotecas. En estas 270 páginas hay, además de diez novelas, pensamientos sobre el arte de escribir, de leer, un panorama sobre las editoriales y la industria de los libros, y muchas otras sorpresas más escondidas entre esas páginas, donde IC juega a destripar los elementos de la creación y de la lectura

Pero si, como juego puede resultar interesante, la exigencia de su estructura, desarrollo y temática no gusta a todo el mundo: pocos defensores ha tenido la novela de la que se ha dicho que es «un libro para filólogos». Pues el laberinto se hace cada vez más tupido hasta que la novela termina del modo más delirante: si se iniciaba con un lector (el Lector) que compraba la última novela de IC (personaje principal enredado en un laberinto sin salida), y, a partir de ahí, el personaje no entiende nada (y el lector tampoco) hasta llegar a un final que es un principio (que no deja de ser convencional).

DE LA HIPERTEXTUALIDAD A LA IA

Esta novela, catalogada como hipernovela (e, incluso, antinovela) siempre se citaba como antecedente de los avances narrativos permitidos por el hipertexto y los enlaces. Se llego a decir que era un ejemplo de novela moderna como es el relato hipertextual, en cuanto «manera de escribir no secuencial que rompe con la linealidad de la escritura convencional» (Berenguer, 2006).

De hecho, contiene fragmentos en los que los propios personajes se dedican a describir características del hipertexto en un símil con su propia historia, la novelada por IC con un claro propósito: Estoy sacando demasiadas historias a la vez porque lo que quiero es que en torno al relato se sienta una saturación de otras historias que podía contar y quizá contaré y quién sabe si no las he contado ya en otra ocasión, un espacio lleno de historias que quizá no sea otra cosa que el tiempo de mi vida, en el cual uno puede moverse en todas las direcciones… (pág. 51).

Por otra parte, la búsqueda constante de los libros conduce a la presunción de que no existen originales, sino únicamente sus rastros, y que sólo existen lecturas y no textos; que no hay ficciones a las que se opone un mundo real; que las novelas, como dice Ludmilla, se hacen, como un naranjo hace naranjas, y es el lector real el que debe desentrañar, como sugiere Umberto Eco, ese conjunto de condiciones establecidas en el texto que han de satisfacerse para que el contenido potencial lo actualice de manera plena su Lector Modelo.

IC reflexiona sobre las condiciones de creación de una novela dentro de una novela para demostrar que las reglas precisas (elegidas voluntariamente) hacen el texto y abren la multiplicidad potencial de todos los textos posibles según esas restricciones, así como de todas las lecturas virtuales de los mismos. Si el autor recurre a la ficción para hablar del mundo cotidiano de los libros es porque desea esclarecer que las reglas responden a un juego particular que desea de algún modo compartir con los lectores reconociendo la arbitrariedad de la estructura narrativa elegida.

Pero para el lector de hoy día, la pretensión de IC queda corta. No se trata ya solo de todas las lecturas virtuales posibles, pues la irrupción de una herramienta como es la Inteligencia Artificial (IA) en el campo de juego abre la posibilidad de todas las escrituras virtuales posibles desde el momento en que su tecnología permite la creación (si se puede llamar así) de todos los textos posibles: de cualquier género literario, de cualquier autor (o incluso en un combinado de varios), de cualquier tema… ¡Qué filón habría encontrado IC para introducir en su obra! Ermes Marana es el paleolítico de la IA.

El sentido global, por tanto, de Si una nochees presentar, a nivel de discurso, un texto narrativo erótico y narcisista, toda vez que provoca y seduce al lector real y al Lector-personaje con historias esperadas, pero falsas e inconclusas, mostrando, a su vez, una alegoría del mundo contemporáneo: confuso, lúdico, fragmentario, caótico, inauténtico, falso y enrevesado, con un verosímil autorreferente y versátil, donde lo único sutil y débilmente rescatable es el amor, que en la trama de la "historia marco" se sustancia en la unión del Lector con la Lectora en la sección "XII", donde el narrador apela al Lector y a la Lectora.

Desde el punto de vista de la metalepsis ontológica (intrusión del mundo del autor en el mundo de los personajes o viceversa), Lector-personaje y lector real terminan la misma novela en el mismo instante, pero en un espacio-tiempo diferente, convergiendo así el mundo de los personajes con el mundo extratextual mediante la ruptura o trasgresión de los niveles que separan la ficción de la realidad, anulando la barrera que separa la situación contextual de la discursiva y la realidad de la ficción.

«Un momentito. Estoy a punto de acabar Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino»

miércoles, 21 de mayo de 2025

VENECOS

 

«VENECOS»
Rodrigo Blanco Calderón (2025)


La nostalgia es un veneno que falsea la experiencia.
(entrevista con Andrea Aguilar: El País, 5 de mayo de 2025) 

PORTADA… Y ALGO MÁS.

No se trata de un libro de cuentos al uso, pues no hay una temática y unos personajes comunes, ni conectores predefinidos. Se trata de una colección de relatos, muchos publicados de forma independiente con anterioridad: solo cuatro de los trece cuentos que conforman el libro son inéditos. No obstante, todos ellos comparten un mismo derrotero, como si hubiera una música de fondo que los articulara.

Ya la imagen de la portada, diseñada por Paul Viejo, es una metáfora del exilio o la emigración que, si bien está presente en la práctica totalidad de los trece relatos incluidos en el libro, no juega un protagonismo tan preponderante como pudiera parecer. La experiencia de la emigración está presente, que duda cabe, pero no se muestra determinante para los personajes; más bien se trata de seres que están en tránsito tratando de rehacerse de diversos fracasos, ya sean matrimoniales, laborales o artísticos, lo que otorga a los textos una universalidad que de otro modo quizá no tendrían. Metáfora, pues, de unos relatos hermanados por las orillas, los cruces de caminos y el vuelo de los aviones.

Es, sin embargo, el adjetivo del título, ʺVENECOSʺ, el que precisa el eje del libro: esa palabra, que al castellano hablante quizá le resulte desconocida, hace referencia, según el Diccionario de americanismos de la RAE, a una calificación despectiva y popular de los venezolanos. Pero al titular así el libro, Rodrigo Blanco Calderón (RBC) se aprovecha de esa tendencia de los venezolanos de reapropiarse de las palabras y revierte tal uso: me inscribo en esa corriente de venezolanos que hemos decidido apropiárnosla con humor, sin complejos, y reivindicarla como un modo de nombrar esas nuevas identidades que hoy nos representan.

Son trece historias diferentes con un único nexo: sus protagonistas (aunque podrían ser de cualquier tiempo y lugar) son venezolanos (de ahí el título). Más allá de las anécdotas puntuales de las historias, el sustrato de buena parte de ellas casi siempre tiene que ver con personajes venezolanos emigrantes, o en tránsito, o que pueden estar en Venezuela y reciben a alguien que llega de fuera. Ese es el trasfondo. Es una de las cosas que dan unidad a un libro formal y temáticamente bastante heterogéneo. Algunos son como un juego o una broma, otros presentan la vida que pudo ser y no fue, y en otros se bordea el relato de terror.

Buena parte de los cuentos nacen de historias que le han contado a RBC: una amiga, una expareja, una colega del trabajo, en fin, mujeres a las que conoce. Ello conlleva que, fiel a su pauta estilística, siempre que escribe un cuento a partir de una historia que le han contado, procura mantenerse lo más cerca posible del modo en que se lo han contado, buscando que el tono sea fiel a la voz original. La voz es un rasgo primordial. Por eso, muchos cuentos están narrados por una voz femenina en primera persona. Luego vienen las variaciones: adornos, aparatos, circunstancias de cada personaje…

UNIDAD ESTILÍSTICA

Porque lo que confiere unidad a estos relatos, atravesados por las variables del éxodo y en los que se emplea desde la sátira al horror, son los rasgos estilísticos que comparten, empezando precisamente las voces. En efecto, esos individuos, ubicados en espacios diversos (como París, Caracas, Málaga o El Cráter, ese paraje tan claustrofóbico y oscuro), de diferentes edades, sexos, condiciones económicas y sociales, presentan voces perfectamente identificables y diferenciadas. El gran acierto de la caracterización de los personajes se logra con un lenguaje que tiende al minimalismo, a la expresión precisa. RBC mediante el hábil empleo del lenguaje y del humor logra en estos cuentos reflejar la vida contada con las palabras propias de la realidad. Las anécdotas están contadas desde un realismo grotesco, que es la llave estilística que enlaza las dos capas que presentan casi todos los cuentos: cualquier situación relatada, por clara que parezca, esconde algo más o menos oscuro. Una vida distinta, Virgen de la impureza o Café Rostand son buenos ejemplos.

La estructura. En efecto, casi todos los cuentos tienen dos capas, una manifiesta y otra subyacente. RBC las manipula, juega con ellas y las entrelaza de forma más o menos ingeniosa. La vejez constituye un ejemplo claro.

La individualidad. Los cuentos tratan sobre venezolanos que viven en su país o que han emigrado pero que viven como individuos concretos, con sus problemas (ridículos o atroces), con sus realidades (acomodadas o necesitadas) y con la mirada propia de cada uno (femenina o masculina, culta o analfabeta…).

Los comienzos. Constituyen otro de los numerosos aciertos de estos cuentos. El vigor de sus primeras frases es toda una declaración de principios. Una buena muestra es el comienzo de Castel: «Lo único que necesito para poder contar esta historia es que me crean cuando les digo que su protagonista se llama Juan Pablo Castel. Si creen eso no les costará creer lo demás.»

La tensión narrativa. Otro elemento destacable: incluso en aquellos cuentos en los que pasan pocas cosas, la forma en la que el ritmo va actuando sobre el movimiento del lenguaje crea una tensión narrativa que desemboca en un final sorprendente.

Los finales. A veces se ha comparado el cuento como la actuación teatral: si la entrada en escena (el inicio, en el cuento) de un personaje lo carga significativamente, la salida final lo remacha (el final del cuento se considera sustancial). Pues bien, los finales de RBC resultan especialmente conspicuos: Café Rostand es un buen ejemplo.

Las referencias. Ese rasgo, tan pop, de introducir claras referencias y homenajes tanto literarios (Kadaré, Camus, Roque Dalton, Sábato y Ovidio, con mención especial al estupendo y oscuro El extranjero), como cinematográficas (aquí hay mucho cine, sobre todo El Padrino y John Cazale en Homenaje a John Cazale), o musicales (José José, Luis Miguel) es una constante en el libro. No en vano, RBC afirma que estamos en un mundo donde las experiencias vicarias de los medios de comunicación y de la cultura de masas muchas veces son las experiencias más importantes que tiene una persona en una vida.

Los guiños al lector. Concretado en esos rastros evidentes de The Night (con Darío Lancini) o de Simpatía (con El Padrino), o en los más encubiertos de La mancha humana (y a su autor Philip Ross).

CUENTO A CUENTO…

Con estos mimbres, RBC ha pergeñado unos relatos que, alejados de la épica de la emigración y ajustados a la vida cotidiana del emigrado, a los lazos que unen (o desunen) y a ese exilio masivo de venezolanos de la última década, proponen un descenso y un laberinto por viajes, encuentros y desencuentros en orillas que se llegan a convertir en un diálogo fracturado. La condición de extranjero, de emigrante, resulta, qué duda cabe, una experiencia decisiva en la vida de una persona, y este libro lo refleja, porque tiene cuentos que datan de cuando aún no me había ido de Venezuela y en los que, sin embargo, ya está presente el conflicto del éxodo, la disyuntiva de irse o quedarse. Porque RBC ha decidido no convertirse en un emigrado profesional, en su caso la experiencia de la emigración ha sustituido por completo la discusión de las causas políticas de esa emigración: no puedo hacer de la lucha contra la dictadura una causa. Eso está provocando un cuestionamiento de la propia identidad, aspecto que todos los cuentos recogen de forma más o menos abierta.

Una vida distinta.

Este cuento forma parte de un encargo (lo que no le resta valor en absoluto para una antología a propósito de la XIV Semana del Cine de Melilla -¿Y si…? Relatos de cine (2022)-, donde la pauta (propuesta por el coordinador, Miguel Ángel Oeste) fue elegir una edición de los premios Oscar y escribir un cuento a partir de ella. RBC recordó la edición de 2017, cuando tuvo lugar la confusión en la adjudicación del premio a Mejor Película. Partiendo de ese hecho, presenta un triángulo (elemento que reaparece en La simetría escalena de los suicidios, referido precisamente al suicidio) amoroso. Toca así, el asunto de las relaciones de pareja, en este caso poco convencionales: dado que, en los últimos años, se está discutiendo bastante sobre el poliamor, los personajes de RBC no se sustraen a esas corrientes, a esa presión sobre cómo deberían ser las relaciones de pareja hoy día. Narrado en primera persona por Sabrina como narradora subjetiva, es el primer cuento de cine del libro.

Virgen de la impureza.

Incluido en la antología Doce relatos (.) maestros (2018), es una historia sobre el cuerpo y el aprendizaje, sobre la intimidad. Narrado en tercera persona, está protagonizado por una mujer, como tantos relatos del libro. Lorena, adolescente con himen complaciente. La anécdota principal le llegó al autor a través de una expareja: era la historia de su primera experiencia sexual y lo que eso significó en su familia católica. Cuando oyó la anécdota, le llamó la atención esa actitud, tan humana y frecuente, de mirar para otro lado, tratar de engañarse a uno mismo y fingir que no ha pasado nada. Así, a partir de aquella sencilla historia, contempló la posibilidad de un cuento. Viabilidad que encontró desdoblando al personaje original (que le contó la historia) en dos amigas que se reencuentran tras de muchos años.

Homenaje a John Cazale.

Publicado en el número 171 de la revista El Malpensante (2016), reúne en un relato espías, política, cine y un solapado homenaje a Cortázar. Contado en primera persona por Maru (una voz femenina más) como narradora subjetiva, su origen está en una anécdota, que también le contó alguien, sobre una muchacha que va a una fiesta y se besa con un individuo enigmático. El hombre le pide que le acompañe a su casa, pero ella le dice que mejor no. Al día siguiente le empieza a salir una especie de sarpullido en la boca y al final se descubre que aquel hombre tenía cadáveres de mujeres en su apartamento y todo apuntaba a episodios de necrofilia. RBC asoció de inmediato ese beso de la muerte con la escena de El Padrino II, donde Michael besa a Fredo y le dice: Sé que fuiste tú quien me traicionó. Excusa para hablar de John Cazale, de su relación con Al Pacino y, cómo no, de la película. Si bien el cuento se genera a partir de una leyenda urbana en forma de anécdota que le llama la atención y en torno a la que le apeteció construir un relato, una especie de gramática o de forma de contar que le es propia le presta nueva vida a la anécdota, aprovechando, al mismo tiempo, para introducir muchos de los temas que le son propios. El Padrino es uno de ellos: vuelve a salir en y ya salía también en Simpatía. Hay vasos comunicantes…

Café Rostand.

Uno de los cuatro cuentos inéditos incluidos en este volumen. Un escritor (narrador subjetivo, en primera persona), Zabala, presenta con humor, la deliberación de un jurado del que forma parte otro grotesco y estrambótico escritor. Se trata de un cuento de ambiente literario, que parte de la típica anécdota real literaturizada. En efecto, la anécdota es real: es uno de los pocos cuentos que no le contaron, fue algo que le tocó vivir y ver siendo jurado de un concurso de cuentos del diario El Nacional, bastante famoso en Caracas. Para la deliberación, en la boyante ciudad de entonces, se invitó al jurado a almorzar en un distinguido restaurante. Uno de los miembros, que se venía comportando de forma extravagante, se emborrachó totalmente y transformó lo que probablemente hubiera sido una aburrida sesión de deliberación en una historia muy molesta, puesto que, al ser RBC el único hombre presente, tuvo que encargarse de la situación. Esa anécdota, sucedida hacía muchos años, combinada con la que fue después su experiencia viviendo en París (que le permite trasladar la acción al famoso café Rostand) dio lugar a este cuento desternillante que, siendo absolutamente verídico, parece increíble. Además, aprovechando que el cuento relata la vida literaria da un poco de caña, con autores, ideas o sentencias, al tiempo que rinde homenaje a Ismail Kadaré, cliente asiduo del Café Rostand y uno de sus autores admirados.

La hora de tu símbolo.

Este relato es otro de los cuentos por encargo, para la antología Cuentos en serie (2023) de la XV Semana de Cine de Melilla. En ese caso, la pauta fue aún más general, tenía que ver con series de televisión o con productores. RBC acababa de ver la primera temporada de la serie Luis Miguel, que le había fascinado. La serie, así como la lectura de una entrevista de Daniel Krauze, en la que explicaba que le gustaba Luis Miguel, a diferencia de sus amigos que preferían Guns N’ Roses y cosas así, configuraron la idea matriz del cuento: la historia, narrada en tercera persona, de un guionista alcohólico que termina recalando en Málaga después de varios fracasos y que ve, en la posibilidad de escribir una serie sobre José José, su oportunidad de redención. Escribir un cuento ubicado en Málaga asegura, por una parte, cierta propiedad en la reconstrucción del ambiente; y, por otra, le permite, desde la propia experiencia, dar una visión más compleja del emigrante (venezolano, en este caso). Pues como el autor advierte, si bien el emigrante muchas veces es una víctima, la emigración no te hace mejor persona: el mediocre, resentido y oportunista en su país no va a dejar de serlo fuera. De ahí que la visión, un tanto picaresca, de la emigración reflejada por el cuento resulte estimulante.

Leer y escribir.

Este segundo relato inédito es una interpelación en contra de los prejuicios. Parte, una vez más, de una anécdota real que le contaron a RBC hace años sobre una mujer analfabeta: la historia de una muchacha que trabajaba como empleada doméstica y que, en secreto, aprendió a leer y a escribir, para llevarse la amarga sorpresa de que prácticamente lo primero que logró leer en su casa fueron las cartas que una amante le escribía a su marido. Cartas que él, dado que su esposa era analfabeta, no se preocupaba de ocultar. La anécdota entrañaba una visión a contracorriente de la cultura y la lectura, que esencialmente se aprecian como positivas, pero que en el caso de esta mujer supuso una especie de caída bíblica, de pérdida de la inocencia, de desalojo del paraíso de la ignorancia para tomar plena conciencia del bien y del mal. Fue el disparador que llevó a RBC a imaginar la vida de ese personaje; luego, como en otros cuentos, esa anécdota se conectó con otra historia. El relato terminó convirtiéndose también en una metáfora de muchos cambios en Venezuela, de una visión crítica del país y del mundo intelectual. Seguramente es el cuento más íntimo del libro y el que más se dilató en su escritura. Le costó terminarlo porque coincidió con un momento (los dos años posteriores a la pandemia) de crisis personal muy importante: estaba sin pasaporte; habían fallecido su tía y su abuela, uno de sus amigos se suicidó; y, en medio de este proceso, su matrimonio se vino abajo, se separó y cayó en una depresión. El cuento se quedó atascado, hasta que poco a poco RBC fue recuperándose y una de las primeras cosas que hizo fue acometerlo: recuerdo que cuando lo terminé casi lloro porque fue como identificarme totalmente con el personaje. El final de esa historia es algo que también sentí en ese momento. La historia se la contaron mujeres por lo decidió que los protagonistas habían de ser personajes parecidos a las amigas que se la contaron, lo cual exigía construir una voz convincente. Así se plasmó Fania, la narradora subjetiva en primera persona, que por cierto es el personaje preferido de RBC en este libro. Por último, mencionar ese homenaje a Philip Roth, (al tiempo que un guiño al lector de La mancha humana) encarnado por el personaje del escritor Philip Rossen: Un rostro ceñudo, con unas tupidas cejas que contrastaban con una calva rotunda y «una imponente nariz judía» (pág. 71).

La simetría escalena de los suicidios.

Un cuento, también inédito, que posiblemente sea uno de los mejor construidos del libro. Comparte con Una vida distinta el planteamiento del triángulo (ya desde el título): aquí referido a la triangulación de los suicidios; y con Café Rostand, su carácter autobiográfico, evocador: en este caso, la aventura internacional y la decisión de dedicarse solamente a la escritura. De hecho, el innominado narrador subjetivo en primera persona puede verse como alter ego del autor. Aquí está la Escuela de Letras de Caracas de la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde RBC pasó quince años de su vida: cinco como estudiante, entre los 17 y los 22 años, y diez como profesor, entre los 22 y 32. La Escuela de Letras es un pasillo constituido por nueve aulas (de la 201 a la 209): El pasillo de aulas era ese lugar donde las edades y el tiempo chocaban a cada instante, mezclándose y renaciendo en brotes que heredaban un dejo amargo y dulzón (pág. 77). Para RBC fue un lugar mágico, porque allí abandonó la adolescencia, convirtiéndose en joven y en adulto, y tuvo todas las iniciaciones a las que una persona puede entrar en la vida desde el punto de vista amoroso, sexual, literario, filosófico, amistoso: ese pasillo tiene algo mágico porque mucha gente de otras escuelas y de otras facultades se suele ir al pasillo de Letras a pasar el rato. Es como un lugar de encuentro que atrae mucho. Uno de los enclaves fundamentales de su vida, lo que para otros escritores puede ser la infancia o el pueblo donde nacieron, de forma que muchas de sus historias vienen de ese pasillo o provienen de esa época en que fue, primero, estudiante y, luego, profesor.

Tacones lejanos.

Publicada por Altair Magazine (2016), es la historia contada por un narrador objetivo en tercera persona sobre un almuerzo de dos mujeres, Edith (mujer madura, cultivada y rica, entre los cuarenta y cinco y cincuenta años) y Adriana (una lumpen de dieciocho), puede hacer pensar en otro cuento relacionado con el cine, dada la inclinación de RBC a introducir las películas o títulos concretos, en este caso con la película de Pedro Almodóvar. Sin embargo, en este caso, es más una imagen literal, de la mujer alejándose con los tacones, aunque el personaje de la prostituta case muy bien con el universo de Almodóvar. El cine, sin embargo, como también la Escuela de Letras, está de fondo, con numerosas referencias. De Audrey Hepburn a Speedy González; de Luis Buñuel (Viridiana) a Almodóvar (Todo sobre mi madre y Tacones lejanos); y, por supuesto, una vez más El Padrino y Al Pacino.

Carmen y error.

Este cuarto relato inédito es una sátira. La carta, en primera persona y a modo de venganza, de un poeta oficial caído en desgracia. Su origen fue un estímulo netamente literario. La lectura de Ovidio en los volúmenes de la Editorial Gredos, con sus excelentes estudios introductorios; la historia de su ostracismo, la expulsión, su caída en desgracia y la parte donde él mismo explica las razones. Allí, en algún momento y en latín, dice que fue a causa de «Carmen y error»: un supuesto poema (carmen en latín) que se prestaba a una mala interpretación, como un ataque al poder, y el error radicaba en haber supuestamente validado un matrimonio o algo que a César no le gustó. El cuento se plantea, pues, como una especie de duplicado de la historia de Ovidio, en clave revolucionaria venezolana con un poeta que ha perdido el favor del poder. Esta especie de reverso de Rafael Cadenas es el poeta oficial, el poeta mediocre, que solo es publicado y leído por el gobierno y que cae en desgracia. A destacar el uso la ironía y el sentido del humor (en ocasiones, cercano al grand guignol, como en el caso del baile de Carnaval) en este contexto.

La vejez.

Fue. En los años cincuenta y sesenta se podía morir por los ideales. Ahora, la subversión consiste en portar determinada marca de zapatos, bolsos o teléfonos celulares y tentar la suerte (pág 115). Esta ácida reflexión, apuntada por el narrador, viene a cuento de una visita, relatada en el texto, al exguerrillero, profesor y escritor Oswaldo Barreto, compañero y amigo del malogrado poeta revolucionario Roque Dalton. Se trata, pues, de otro cuento íntimo y autobiográfico; de hecho, el propio autor o su alter ego narra en primera persona toda la historia. Homenaje a Barreto, a quien RBC reconoce deber el conocimiento de Théodore Géricault, uno de sus pintores fundamentales; horas de conversaciones literarias irrepetibles, así como una cantidad impresionante de anécdotas de otro de sus héroes personales, Darío Lancini. Y, por supuesto, le debe también esta historia que le contó y que generó este cuento, publicado por la revista Iowa Literaria en 2013. Por cierto, se lo dedico integro en su fallecimiento como un discreto homenaje a su persona (07/04/2017).

(https://elatajomaslargo.wordpress.com/2017/04/07/en-memoria-de-oswaldo-barreto/)

El extranjero.

Este relato, deudor de la novela de Albert Camus, quizá sea uno de los mejores de la colección. Publicado en la antología sobre el tema de la extranjería Para quedarme aquí. Relatos sobre la inmigración en España (2024) de la editorial Graviola, describe con intensidad y dramatismo el desarraigo y extrañamiento del emigrante. Tiene como elemento autobiográfico evidente su localización en la Alameda de Colón de Málaga, donde RBC vivía hasta hace poco y donde diariamente era testigo de una relación brutal de competencia entre las aves, principalmente entre gaviotas y palomas: las gaviotas masacraban a las palomas y se las comían (sus cadáveres o vivas directamente). Así, la imagen inicial del cuento, fue un barrendero (como aquellos que había visto recoger cada mañana cadáveres de palomas) y un hombre conversando. Partiendo del escenario de la alameda llena de palmeras y todo tipo de árboles, donde los turistas toman fotos a las cotorras argentinas (que estando siempre en grupo, como una mafia, consiguen que nadie se meta con ellas), introduce de nuevo el tema de la inmigración venezolana en la imagen de ese barrendero: de ese modo, la publicación de aquella antología le dio la oportunidad de escribir la anécdota que tenía en la cabeza. Este barrendero, que el otro personaje reconoce como su profesor de castellano y literatura de hacía más de 30 años, circunstancia nada excepcional, no solo para profesores de instituto, sino también para profesores universitarios, pues los que no han muerto literalmente de hambre en Venezuela, y han podido emigrar terminan ejerciendo cualquier tipo de trabajo. Eso, evidentemente, es algo que me ha marcado. Así pues, al igual que no pudo evitar el tema venezolano, tampoco pudo evitar la trama metaliteraria: cuando aparece este profesor de literatura y este aspirante a escritor, inmediatamente pensó en Camus y la famosa carta que escribe al que fuera su profesor Monsieur Germain cuando gana el Premio Nobel.

Castel.

Publicado en el blog Cuatro cuentos (2012) plantea un juego metaliterario con El túnel de Ernesto Sábato. Parte de una anécdota real que (una vez más) le contó una amiga, que tuvo un novio que se llamaba Juan Pablo Castel, y que, en realidad parecía una versión del personaje de Sábato. Lo que a movió a RBC a escribir el cuento, fue que la madre de ese Castel le había puesto el nombre a su hijo aprovechando el apellido, sabiendo que le estaba llamando como el protagonista de El túnel. Así, el cuento, narrado en tercera persona, presenta a una muchacha, Nadia, que se hace novia de un chico llamado Juan Pablo Castel, ignorando, por no haber leído el libro, que es el nombre del protagonista de El túnel. A partir de ahí se desarrollan las vicisitudes del personaje, introduciendo una interesante reflexión sobre la relación entre literatura y realidad, y cómo la lectura de un libro puede influir en la vida de una persona: Uno se fascina por personajes de la literatura, pero a veces olvida que si los conocieras en la realidad no los soportarías. Juan Pablo Castel es insoportable, además de peligroso.

Lobos y castores.

Fue publicado como pódcast en la serie «Historias de fiestas y psicópatas» de Storytel (2020). El relato se desarrolla en un lugar llamado El Cráter, un espacio indefinido que parece una ciudad, una región o un país desaparecido, que genera un ambiente de misterio y transformación Se trata de un relato que mezcla elementos realistas y fantásticos, que se instala en el género de terror y que recorre temas como la identidad, la transformación y la naturaleza humana. Presenta una sociedad animalizada, donde las figuras del lobo y el castor cobran un significado simbólico, representando la naturaleza salvaje y la adaptación en un mundo cambiante, encarnados en algunos personajes como el del muchacho que se transforma en una especie de hombre lobo o el explorador que se adentra en El Cráter. Junto a Carmen y error, es el que resulta más distinto estilísticamente. No obstante, contiene rasgos coincidencias con otros cuentos, como Café Rostand: Yo fui el primer sorprendido leyendo los cuentos viendo esas recurrencias. Coincidencia que hacen que este libro de cuentos sea como los sueños. Incluso este relato que en su noventa por ciento es fantástico o gótico está enmarcado en unas claves que terminan circunscribiendo la realidad. Al final se trata de un podcast que transmite este personaje y uno puede sondear allí la metáfora de cómo se da el proceso creativo, de dónde toma ese personaje las herramientas para fantasear sus frustraciones y su venganza: Cualquier escritor hace muchas veces lo mismo.

PERSONAJES EN BUSCA DE

Como se ha visto, uno de esos rasgos coincidentes de los cuentos del libro son los venecos, personajes que son personas en transición: mental, física o ambas a la vez. La disyuntiva entre irse o quedarse atraviesa todo el libro. Huyendo de sí mismos y de sus recuerdos, los personajes lo único que tienen es aquello de lo que se alejan. Cada historia es un instante decisivo de su vida que se nos muestra a los lectores para compartir sus incertidumbres, más que para sacar conclusiones.

Pero, como se ha visto, el libro tiene varias historias de venecas, es decir de, personajes femeninos. Rasgo motivado por el hecho de que varios cuentos tienen su origen en anécdotas que, a lo largo de los años y por distintas razones, le han venido contado a RBC exparejas, amigas o compañeras de trabajo, por lo que, al pasarlas a cuentos, ha seguido la pauta creativa (marca de la casa) de procurar que el registro se mantuviera lo más cercano a las voces que se lo habían contado.

De igual modo, muchos personajes tienen relación con la literatura. Son profesores, lectores o escritores (o quieren serlo, o lo fueron y les ha ido mal). Es literatura que habla de la literatura. Este es un rasgo que no ha variado desde sus primeros escritos: todo lo que escribo en algún momento sirve como un canal para transmitir, no sé, intereses de determinados autores y lecturas. Y la Escuela de Letras de la UCV donde fue estudiante y luego profesor (donde pasó 15 años de su vida) es uno de los lugares fundamentales del libro: es una cantera inagotable de historias, incluso cosas que estoy escribiendo ahorita pasan por ese pasillo de la escuela de letras.

También tienen relación con el cine: es cierto que el cine ha ganado una relevancia evidente en mis dos últimos libros (la novela Simpatía y Venecos). Estas referencias tienen una función parecida a la de la literatura en la vida de los personajes: son hitos, modelos de conducta, sueños y aspiraciones. En los personajes del libro, el cine señala ciertas búsquedas «exteriores», mientras que la presencia de la literatura apuntaría a búsqueda interiores, más íntimas, orientadas hacia el autoconocimiento.

VENECO CUENTISTA.

Rodrigo Blanco Calderón (Caracas, 1981) es un escritor muy poco conocido en España, aunque poco a poco se está abriendo camino en el mundo literario español. Por eso conviene saber de quién estamos hablando. Es Licenciado en Letras y Magíster en Estudios Literarios por la UCV, en la que fue profesor de Teoría Literaria en la Escuela de Letras posteriormente. Continuó Como investigador en la Universidad de París XIII donde dedicó tres años al estudio de la obra del escritor Juan Carlos Méndez Guédez. Hasta que se exilió hace ya 11 años: ahora reside en nuestro país, en Málaga concretamente. Actualmente imparte talleres de escritura creativa y es colaborador del ABC Cultural, Letras Libres y Rialta.

Dedicado durante muchos años al estudio, inició su producción literaria con poemarios y obras de cuentos y relatos. Mucho más tarde, 2016, publicó su primera novela The Night, donde relata la crisis de su país natal y con la que obtuvo un resonante éxito: en 2019 ganó el Premio de la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, y ha sido traducida al francés, al checo, al neerlandés y al inglés (cuya traducción fue considerada como uno de los 10 mejores libros de 2022 por la prestigiosa revista inglesa Southwest Review). Su segunda novela, Simpatía, llegaría en 2021: traducida también a varios idiomas, fue candidata al Premio International Booker 2024

Mientras tanto, su prestigio se cimenta en los cuentos y relatos cortos donde muestra especial maestría. Su relato The Mad people of París (Los locos de París), publicado en número 107.2 de la Southest Review (verano de 2022) recibió el premio O. Henry en 1923. Tiene varias colecciones de historias, entre las que se encuentran Una larga fila de hombres, Los invencibles, Las rayas y Los terneros, que fue traducida al inglés como Sacrifices: Stories en 2022 y fue finalista del Premio Ribera del Duero. En 2007 fue incluido en la lista Bogotá 39, que se encarga de destacar a los mejores escritores jóvenes de Latinoamérica. Y una traducción de su relato Payaso (Clown) aparece en la antología Crude Words: Contemporary Writing from Venezuela (Ragpicker, 2016).

Como muchos lectores y escritores americanos, se reconoce como ferviente admirador de Jorge Luis Borges (como un dios padre que está presente en todo) en cuyas obras ha nacido su amor por la Literatura. Pero también siente devoción por Cortázar, Julio Ramón Ribeyro, Carson McCullers, Pedro Ugarte o el también venezolano Francisco Massiani (uno de sus cuentistas favoritos).

«Fue poner el otro pie en su país de acogida y adaptarse lo más rápido posible. Todavía hoy se sorprende de lo fácil que resultó. Su capacidad de mimetizarse con el entorno hizo de él el mismo muchacho simpático y querido por todos que había sido antes en Caracas.»  (El extranjero, pág. 121)

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