«LO DEMÁS ES AIRE»
Juan Gómez Bárcena (2022)
«Sabía poco, pero al menos sabía eso: que nadie
habla por los demás. Que, aunque queramos contar historias ajenas, terminamos
contando siempre la propia» (Alejandro Zambra)
TOÑANES TERRITORIO LITERARIO
LO DEMÁS ES AIRE ha venido siendo
calificada de novela palimpsesto (en cuanto que
contiene varias capas en sus historias), aunque parece más procedente definirla
como recorrido dendrocronológico
(en cuanto
los hilos argumentales se articulan como anillos de crecimiento de los árboles).
Sea como fuere, más allá de cualquier catalogación, la particularidad de este
libro es que los
años se superponen los unos a los otros, componiendo una historia
del mismo
tiempo, una historia abreviada de la humanidad desde un pasado remotísimo hasta el más inmediato presente. La novela es una historia sobre
un pueblo (Toñanes), sobre la vida en varias épocas: el Cretácico, los siglos
XVII, XVIII, XIX, , e incluso, nuestros días
La
sustancia anecdótica y temática reviste un doble
impulso: la
memoria emocional de la patria chica y la vivencia de una España que se vacía.
Articulado en la construcción
imaginativo-documental de Toñanes (pueblo situado a 38 km. de Santander).
Aunque esa población tenga una base
verista, Juan Gómez Bárcena le insufla una dimensión simbólica (emparentándolo
con Yoknapatawpha,
Macondo, Región o Celama…), que produce la impresión de haber
atravesado un territorio que deja huella, de haber estado en un territorio
literario personal, original y reconocible.
Todo al mismo tiempo y entremezclado dejando en el centro algo común: Toñanes, o como quiera que se llame en el momento de la
historia en cuestión: entrecruzando tantas cosas insignificantes (o no tanto) que son las
que dan sentido (histórico, vital, antropológico) al pueblo, hasta convertirlo en un lugar trascendental no solo para sus protagonistas corales, sino para el lector. Dando
a entender que, por pequeño y de paso que parezca un lugar, es realmente importante para su vecindario, pero
también para quienes tienen la suerte de conocer su trayectoria.
NOVELA CUÁNTICA
Por la sorprendente
trama y al empleo revolucionario del espacio y el tiempo. En Toñanes todo ocurre a la vez: una vista a un
acantilado conecta con aquél que se ahogó cien años atrás; una moneda
encontrada en el campo retrotrae con aquél que la perdió varios siglos antes…
El autor despliega todas las historias a la vez organizando la
estructura de un modo original.
Por un lado, aprovechando los márgenes izquierdos para añadir el año de la anécdota que está relatando (estructura sorprendente, que
él mismo define como esa «locura de
llenar todos estos márgenes de fechas»), y entrelazando las historias de cuanto habitante de Toñanes ha podido investigar
para contar una y muchas existencias practicando un gran sondeo a la vida a través del lugar. La aclaración cronológica es, muchas veces
imprescindible, porque buena parte del libro funciona a base de primerísimos planos (un ojo, unas manos, una
acción) alrededor de la cual
el tiempo se dinamiza hacia arriba o abajo: unos dedos se enredan al caminar
dos personas, y en cuatro líneas esa acción sube y baja a lo largo de siglos y
hasta de miles de años (se llega a descender hasta los dinosaurios).
Por otro, utilizando un tipo de capítulos especiales a modo de distribuidores del texto. En estos escoge un tema común (el sol, una preocupación, un olor…), para conectar a los personajes y mostrarnos que, en el
siglo XVI o en el XXI, el modo ha cambiado, pero la base, lo más pequeño, la raíz, no.
TIEMPO DESARTICULADO
Que Gómez Bárcena haga en estas páginas un recurrente
uso del tiempo presente no es ninguna casualidad. Proporciona al lector la impresión
de que no está simplemente relacionándose con escenas de un pasado
muerto, ya establecido e inalterable, sino como una «historia» que es
impredecible y está sucediendo, llena de posibilidades y bifurcaciones imprevistas. Aunque
el período temporal que abarcan estas
escenas va desde la atención a ciertos
instantes más o menos significativos hasta períodos de varios años/siglos, el foco
siempre se mantiene atento al momento del acontecimiento, esa situación que altera o modifica la
continuidad histórica y abre un proceso de comprensión novedoso, un aspecto determinante
de un destino individual o de un desarrollo histórico, mostrando así el genuino carácter
de lo humano.
Escribiendo todas estas
escenas bajo la modalidad
narrativa
de un tiempo presente, el autor invita al
lector a abandonar la posición cómodamente retrospectiva donde solo puede ser un
admirador o un mero espectador pasivo. De esta forma, induce al lector a pasar
estas páginas, como si también fuera «actor» (o al menos observador directo),
en cierto sentido, de estos dramas. Gómez Bárcena no escribe aquí como un historiador, sino como un educador que entiende que la historia es básicamente un
relato.
ESTILOS Y DESARROLLOS
Para lograr la fusión de las dos perspectivas mencionadas dedica el autor un gran esfuerzo constructivo de arriesgada originalidad. Parece, en las primeras líneas del relato, una estampa neocostumbrista, por su detalle descriptivo e informativo. Pero
desde ahí mismo sorprenden esas fechas en el margen izquierdo de la página que dan vertiginosos
saltos en el tiempo, como se ha dicho, desde el presente inmediato hasta
tiempos remotísimos, con abundantes jalones a lo largo de la historia.
A continuación, se pasa a una situación de corte realista: una pareja visita a un familiar, les agrada su
destartalada casa y se la compran para cumplir el sueño de disfrutar de una
segunda residencia rural. La acción se emplaza en 1984 pero también da saltos en el tiempo, aunque no tan pronunciados como
en el pasaje precedente.
En
fin, partiendo de este original recurso en la ordenación de los elementos, se
genera una narración casi costumbrista
que le permite al autor profundizar en algunos recursos que no había utilizado
en obras anteriores. Siguiendo este curioso sistema, despliega un carrusel de historias que, como hilos de araña, reaparecen y enlazan
notables sucesos principales.
Se añaden otras
complementarias, algunas son auténticas narraciones interpoladas.
Además, una
serie de bloques ofrece una desoladora letanía de
fallecidos con expeditiva
fórmula expresiva (murió, fue enterrado) y conclusión
nihilista (De sus vidas no queda más memoria que el
trozo de papel en que se afirma que murieron).
Así, la novela funciona
como una sonda que lleva hacia atrás y hacia delante, con una original técnica de narración. El
pasado y
el presente no necesitan el futuro,
como demuestra la Historia, pues se trata de un emocionante
libro de Historia (para
esto, precisamente. sirve la Historia) montado a base de brillantes gemas
literarias.
Este nuevo estilo o género ya lo utilizó Gómez Bárcena en Ni siquiera los muertos (2020), pero aquí es donde aplica el recurso a fondo: el
tiempo,
y sobre todo la memoria, presentes en la obra
del autor, se hacen aquí todavía más patentes, hasta suponer un punto de inflexión en el que el escritor
subraya su preocupación por los
testigos de la historia, por quienes han transmitido el relato hasta el día de hoy.
PERSONAS QUE SON PERSONAJES
La obra se articula como
una historia coral construida con las voces de todas las personas que alguna vez pasaron por Toñanes. Aunque el hilo conductor se enhebra a través de un núcleo familiar, Mercedes y Emilio, los padres, con sus
hijas Diana y
Marta
y un proyecto de hijo del que se van desgranando sus vicisitudes, a la vez que
crece, en diferentes momentos
temporales,
como el niño de los dinosaurios, el mozo, el madrileño (todos la misma persona, ofreciendo perspectivas diferentes
de Toñanes), siempre sin nombre, hasta que por fin se le asigne, Juan, y sí, hijo de Gómez e hijo de Bárcena; y sí, investigador en
archivos y transcriptor de entrevistas a informantes... «Después de todo, la misma persona», que en un acto de amor dentro
de la novela conduce a la
mujer que ama «a acompañarlo al
corazón de su infancia», a la vez que lo comparte en la novela: «Toñanes no es solo un pueblo: es, de alguna
manera, una parte de él mismo», en un «arraigo
que tiene de árbol [genealógico] pero
también de tumba.» Y es que las cosas, según señala el autor, no han
cambiado demasiado desde que hay registros históricos, incluso desde antes:
hemos cambiado nosotros, y con ello, la manera de abordarlas y de contarlas.
En efecto, el único personaje que sobresale de entre todos es el niño de los
dinosaurios: Juan.
Al igual que el protagonista de Ni siquiera los muertos: este Juan también busca a un Juan. O quizá a muchos Juanes, los antepasados que llegaron antes
de él y que habitaron Toñanes, dando forma a un árbol
genealógico que sitúa y quizá justifica todo el armazón del pueblo.
Como novela colectiva, hay muchos personajes
(protagonistas), tantos
como habitantes tiene/ha tenido Toñanes: muchas historias, vidas truncadas o sueños
cumplidos; un relato, en suma, trufado de recuerdos individuales de un gran surtido de personajes carismáticos y entrañables todos ellos, aunque
cada uno a su modo.
Sin
duda, de las novelas del autor ésta es la que muestra mayor ternura hacia los
personajes. De hecho, su novela
anterior, la citada Ni siquiera los muertos, era un libro implacable,
donde la mayoría de los personajes carecían de
humanidad (eran arquetipos). Lo demás es aire, por
el contrario, transmite un esfuerzo, no ya por comprender a los personajes y
sus motivaciones (es decir, por tratarlo como personajes
literarios), sino por conseguir la
empatía. Es curioso ver cómo de esa empatía y de la humanidad de los
personajes surgen dimensiones nuevas, incluido el
humor, siempre presente (aunque la novela esté lejos de la comedia).
Muchos personajes se
introducen a modo de lista siguiendo los libros de nacimientos y muertes que se pueden encontrar en cualquier parroquia. A
raíz de sus nombres Gómez
Bárcena novela su vida e imagina el carácter de aquellos vecinos,
suponiendo cómo debían ser al ir tomando determinadas decisiones, qué les
motivaba y cómo se llevaban con la comunidad.
Con este modo de
exponerlos consigue destapar la vorágine de la vida: nombres que repiten,
apellidos familiares, un hilo de parientes; pero también la pequeñez de las
personas,
lo efímero de su paso por el planeta, donde lo único que dejan será un nombre y,
quizá, legajos reclamando un pedazo de terreno
HOMENAJE A LA CONDICIÓN HUMANA
Para ello, parte de una
extensa investigación histórica. Juan Gómez Bárcena rastrea los archivos de Toñanes hasta los pintores rupestres del Paleolítico y
sus vidas. De hecho. todas las menciones de hechos, movimientos, nacimientos y
especialmente defunciones, son reales e históricos y están datados (fechas al margen que uno mira o se deja llevar
por el texto que no se interrumpe): todos los personajes han
existido o han estado muy cerca de hacerlo; sus episodios son hechos reales basados en historias
imaginadas, permitiendo al lector convertirse en observador de la historia (creación, vida y muerte) de un pueblo a lo largo de los siglos y de la evolución de cada uno de sus habitantes.. Gómez Bárcena se vale de la literatura, con recursos propios del montaje cinematográfico, para llegar
donde los documentos oficiales no alcanzan y compone la biografía de un lugar simbólico, logrando una
excepcional novela-homenaje
a
los habitantes de Toñanes, a la vez que efectúa un portentoso estudio histórico y antropológico.
Homenaje también a todos esos pueblos que se pasan con el
coche en dirección a cualquier otra parte y de los que no se conoce nada más
que el nombre, lugares en los que habitan personas que quizás también
tienen una historia que contar. Y, por extensión, homenaje a
la memoria individual y colectiva y biografía
emocional de todo un país (de toda la humanidad).
Las peripecias que relata siempre se presentan
como una ilustración de la
vida. Recopila la amplia variedad de lo humano marcada por el tiempo y la memoria. Y es que,
la
sustancia anecdótica y temática centrada, como se ha dicho, en la memoria
emocional de la patria chica y
la vivencia
de una España que se vacía,
se despliega
mediante un amplio repertorio de asuntos: el presente descubriendo
que es gemelo del pasado; la pérdida/muerte (que penetra todas las historias): los
que fueron y ya no están; el
amor;
la religión; el fanatismo de las creencias; la justicia; la desigualdad social; el racismo; la emigración obligada; la guerra; el enraizamiento; la despoblación; la pérdida de las tradiciones…
LO EFÍMERO
Pero esta soberbia novela es, sobre todo, la autobiografía de un escritor (convertido en un personaje más) y de un lugar simbólico para él (Toñanes, escenario
de los veranos de su infancia): el lugar en el que la
familia tenía esa segunda residencia que empezaron a tener las familias de
clase media española en los ochenta
y noventa,
normalmente mirando hacia la playa o recuperando las raíces uno o de los dos
progenitores y que se convirtió en lugar simbólico para los niños que vivieron allí los momentos más felices de su
infancia.
Por todo ello, no sorprende
que una novela escrita con una técnica experimental sea también una novela de lectura cómoda (en un sentido positivo
o, al menos, constructivo) pues, en el fondo, permite recomponerla como una larga serie de historias cortas narradas
de una forma bastante tradicional, dado que el experimento narrativo no condiciona la novela. Al
contrario, la técnica se utiliza con naturalidad, como una herramienta más, lo que determina que,
a las pocas páginas, se tenga la sensación de que uno lleve leyendo así toda la
vida.
Por otra parte, si bien Juan Gómez Bárcena se caracteriza por sobrepasar
sus propias estructuras en cada nuevo trabajo, aquí muestra también una serie de elementos
que se han mantenido en todos sus libros y que permiten hablar de una narrativa reconocible. Uno de estos
elementos, quizá el más llamativo, es la puesta a
prueba del discurso en el tiempo, es decir, una forma determinada de experimentar con la verdad
sometiéndola al efecto del tiempo. En sus novelas el tiempo no
es tanto un factor de erosión como un cristal que
condiciona la verdad de cada momento: quizá
porque esta ha sido la primera novela que comenzó a escribir y en la que llevaba sumergido
toda su vida (y por tanto con distintas miradas determinadas por la edad y la
experiencia).
Solo
queda decir, por si no estaba claro, que Juan Gómez
Bárcena ha construido una obra preciosa, de estructura complicada,
con las dataciones
temporales
siempre
históricas, siempre rigurosas; articulada sobre una notable arquitectura textual y de organización-concatenación de las historias
que contiene; pero también sobre un enorme trabajo de documentación para recoger diversos
giros del lenguaje, la descripción de tareas pasadas y la cotidianidad de los
vecinos del pueblo.
Si bien es cierto que el inicio puede resultar un tanto confuso, la novela se cierra con tristeza por esas historias que acaban, por la pérdida, por lo efímero… Por abandonar Toñanes.

